Como si de un paseo por su laboratorio se tratase, Jalalvand recrea con ingenio la relación entre los grandes temas filosóficos y los descubrimientos científicos. En la conocida 'Metamorfosis' de Kafka, ¿queda algo de Gregorio Samsa en la cucaracha en que este se ha convertido? Si, como señala el autor de este libro, él mismo sería capaz de crear células humanas luminiscentes con tan solo insertar un gen de medusa en su genoma... ¿dónde pondríamos los límites? Si bien las clásicas cuestiones filosóficas sobre la vida, el ser humano y la sociedad adquieren hoy un sentido diferente, todavía existe una profunda brecha entre las ciencias naturales y la filosofía a la hora de explicarlas. Farshid Jalalvand busca equilibrar esta carencia a partir de un ameno relato en donde ideas, experimentos, así como el pensamiento de filósofos clave se combinan con ejemplos de cultura popular para mostrar cómo los avances científicos cambiaron radicalmente las respuestas que los pensadores daban a preguntas que siempre nos acompañarán como especie: ¿qué somos?, ¿cómo hemos llegado aquí?, ¿cómo evolucionamos? «En el origen todo fue filosofía y, como reivindica este maravilloso libro, nunca ha dejado de serlo. Hacer uso de la moderna biología para responder a las eternas preguntas de la filosofía responde al sueño de Descartes: una ciencia universal en la que todos los conocimientos estén integrados.» Eduardo Infante, filósofo
En esta recopilación de viñetas publicadas en The Guardian entre 2002 y 2005, Posy Simmonds afila su pluma y su ingenio para hacer un retrato despiadado del mundillo literario. Con su extraordinario don para observar y parodiar, repasa con humor los rasgos característicos de quienes hacen de la literatura su forma de vida. Escritoras que sufren de «bloqueo rural» cuando se mudan al campo y entonces se dedican a teclear sus fantasías sexuales en un ordenador portátil, haciendo malabares con los dilemas del feminismo y la maternidad; autores que padecen de «egotitis aguda» cuando entran en contacto con su público durante las firmas de ejemplares, se quejan de los críticos y deploran tener que «pasar por el aro de los medios»; pequeños libreros que luchan por sobrevivir y que deben lidiar con clientes recalcitrantes y comerciales que intentan colocarles el último libro de una gran celebridad: nadie se libra de recibir su merecido... con cariño, eso sí.
Un murmullo creciente de soledad y angustia puede oírse, a veces, en las secciones de libros de autoayuda. Las historias que esos libros cuentan no están lejos de la ficción. Aunque no siempre, a menudo contienen falsas promesas, y hay una que se repite: aparecerán atajos para resolver determinados problemas, de pronto ya no será necesario pasar por la organización colectiva, necesaria y costosa en términosde fuerza, paciencia y medios. ¿Es posible no desoír ese murmullo, ese deseo, y responder con argumentos que no mientan?
Para su doctorado, la novelista Belén Gopegui se sumergió en la literatura de autoayuda y escribió la tesis que da lugar a las dos partes de este ensayo: por un lado, un pequeño estudio del género desde el punto de vista de la ficción; por otro, a modo de experimento, un manual sereno y perspicaz para el uso de la desesperación silenciosa leve.
Publicada por primera vez en 1988, El orden de los acontecimientos es la primera obra en que Miguel Morey explora el problema de la relación entre la expresión filosófica y la expresión narrativa del pensamiento. En ella trata de esclarecer las reglas del juego que se establecen entre una y otra, partiendo de la contraposición entre las cosas que son -objetos y hechos- y las cosas que pasan -acontecimientos-, concediendo en principio la verdad (positiva) a las primeras y el sentido (narrativo) a las segundas. En esta nueva edición revisada del texto, el autor incluye, además de algunos textos complementarios -entre ellos, Del pensar como forma de indisciplina (1990), considerado una "continuación natural" de la obra-, un prólogo de sumo interes en el que informa de la genesis y desarrollo del trabajo, y se interroga acerca de su sentido tras más de tres decenios en los que la alfabetización se ha deteriorado, quizá, de forma irreversible. Otras obras de Miguel Morey en esta colección: Vidas de Nietzsche y Monólogos de la bella durmiente: Sobre María Zambrano.
En 1843 H. D. Thoreau escribió una reseña de El Paraíso al alcance de todos los Hombres, sin Trabajo, mediante la Energía de la Naturaleza y la Máquina, de J. A. Etzler. La reseña criticaba las utopías tecnológicas que pretenden transformar el mundo con la excusa de conseguir un paraíso de abundancia y felicidad para el ser humano, mediante la aplicación y el desarrollo de las técnicas y la maquinaria industrial.
Las obras de Thoreau no parecen suscitar hoy la rebeldía y la desobediencia que debiera inspirar una lectura consecuente de su obra, donde la experiencia de la naturaleza se convirtió en la defensa de una conciencia que corría el peligro de extraviarse con los avances de la modernización. No se trata en Thoreau, por tanto, de una defensa de la naturaleza como si de un protoecologista se tratase. Más bien nos encontramos ante la resistencia de la conciencia individual a las transformaciones que la economía industrial empezaba a propiciar en el siglo XIX.
Hoy vivimos la culminación de esa época y sus desastrosas consecuencias. Las desaforadas utopías tecnológicas ya no sólo pretenden transformar el mundo para ofrecernos un inmenso y artificial Jardín del Edén, sino que, ante la constatación del fracaso de sus intentos, la única respuesta es una nueva vuelta de tuerca en el acondicionamiento tecnológico, que se extiende a cada vez más ámbitos de la existencia. El cultivo de nuestra conciencia no sólo ha perdido su relación con la naturaleza, sino que puede llegar a ser prescindible en un mundo donde todo lo producido tendrá la marca de «inteligente» para evitarnos el trabajo de serlo nosotros.
Quizá sea demasiado pedir que los libros tengan hoy la capacidad de inspirar, siquiera de conmover, a quien los lee. Si con El paraíso —que merece ser— recobrado contribuimos, al menos, a ofrecer una oportunidad para el cultivo de cierta rebeldía contra este estado de cosas, nos daremos por satisfechos.