Escombros, ceniza y huesos, esto son los restos que a menudo nos encontramos al explorar un antiguo campo de batalla o las ruinas de una aldea, tierra arrasada que esconde miles de historias, desde los últimos suspiros de un soldado caído a los gritos ahogados de una familia asolada por la guerra. A menudo el rápido suceso de acontecimientos que comprendemos como historia nos ha entumecido a estas realidades traumáticas, desvinculándonos de la violencia y sufrimiento que abarca y que raras veces nos conmociona.
Solemos olvidar que detrás de la destrucción y la barbarie se encuentran personas, sus recuerdos y esperanzas silenciados por el filo de una espada; relatos humanos recurrentes que hacen de la historia algo palpitante y tangible.
Con la arqueología como herramienta, Alfredo González-Ruibal nos ayuda a afinar el oído, a escuchar estos susurros y descifrar sus relatos de violencia y agresión, acercándonos a la realidad sin los tintes opacos de la guerra o la ideología. Son precisamente estos últimos vestigios los que hablan con mayor elocuencia sobre nuestra naturaleza y su perturbadora inclinación a la destrucción.
El prestigioso periodista y escritor británico Alex Renton nos habla de trece alimentos fundamentales como las especias, el aceite, el cacao, el pan y los tomates, mientras explora su rica historia y su evolución, y nos cuenta cómo nuestra hambre insaciable por cada uno de ellos sigue alterando el mundo. Gracias a este libro, verás la comida con otros ojos: como un arma, una forma de arte, una herramienta para la revolución, pero también como fuente de pura felicidad.
Descubre un caleidoscopio de hechos y curiosidades fascinantes, incluidos los placeres olvidados de la manteca, el secreto de la patata frita perfecta y cómo el amor por la pimienta condujo a la piratería.
«El barco en el que viaja Aniceto rumbo a Roma (…) llega por fin a Ostia, puerto de la capital. Desde allí, se dirige apresuradamente a la Ciudad Eterna. El día anterior, una misiva firmada por el emperador le instaba a presentarse lo antes posible en su morada. El tono urgente de la carta dejaba entrever una cierta gravedad que no cesa de inquietarlo. Mientras bordea las márgenes del Tíber, la cima del Palatino emerge poco a poco al sol matutino que corona la capital.»
Estamos en la Roma del año 62 d.C. y, en lo alto del Palatino, se gesta un complot. Nerón, ansioso por unirse a Popea, tiene la intención de divorciarse de la emperatriz Octavia, pero necesita un pretexto y el esclavo liberado Aniceto será el instrumento de esta conspiración. Es a él a quien seguiremos por las calles de la capital, de los templos a los palacios, de los barrios bajos a las arenas del circo, acercándonos a lo que fue vida cotidiana en Roma. ¿Cómo vivía la gente en la época de Nerón? ¿Cuáles eran las creencias, los miedos, el hábitat, los placeres, las libertades y las servidumbres de los romanos?
«La historia del alma es la historia de la idea que el hombre tiene de sí mismo frente a la muerte. Desde los primeros humanos que descubrieron los ciclos de la naturaleza hasta los últimos, quienes vislumbrarán la vida terrestre fuera del planeta, pasando por los hombres de las pirámides, del ágora, del foro, de la iglesia, hasta llegar al hombre del supermercado planetario, es la odisea que me propongo relatar. Del alma inmaterial al alma digital, todo converge hacia la posibilidad de un posthumano inaugural de lo inhumano. Este futuro es ya nuestro presente.» Michel Onfray
Un profundo desamparo existencial se extiende y consolida preocupantemente en todo el globo. Diana Aurenque Stephan atribuye dicha orfandad al olvido del animal ancestral que somos, al desconocimiento de su racionalidad ancestral y de los modos en los que esta articula la organización social y la convivencia política.
A partir de este diagnóstico, la autora nos plantea formas de relacionarnos comunitariamente más sanas, menos nerviosas y ansiosas, que nos conduzcan hacia una política de mayor amparo. ¿Cómo logramos acercarnos siendo tan distintos y distantes? ¿Cómo anclarnos sensatamente en un nosotros? ¿cómo desarrollar la individualidad resguardando la pluralidad? ¿cómo pensar una comunidad amplia que ampare sin que oprima?
A partir de estas preguntas, la filósofa propone una terapéutica psicopolítica y filosófica original, que piense en el rol político de los ancestros, del mito, de la música y de la voz, del nihilismo, entre otros, para imaginar un nuevo amparo. Uno que nos cure –con algo de magia- del desarraigo del sujeto y su logos huérfano, para así anclarnos de nuevo –o por primera vez– a una tierra de pasado, presente y futuro común de animales ancestrales.