Es noviembre de 1918 y el mundo es un lugar asolado que debe reconstruirse: la guerra ha terminado y todo debe empezar de nuevo. Muchos proyectos ilusionantes surgen en el mundo occidental.
Un libro fascinante del gran maestro de la ciencia ficción, que abarca la historia de la tecnología aplicada a las comunicaciones desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad.
Con el nacimiento del telégrafo, en 1858, y la conexión de Estados Unidos y Gran Bretaña mediante cables de cobre a través del Atlántico, comenzó un proceso que, en apenas un siglo, ha cambiado los sistemas de comunicación hasta revolucionar por completo las relaciones entre los hombres y las naciones.
El ejemplo pionero de las dos potencias anglosajonas fue seguido por los demás países, que establecieron nuevos vínculos gracias al ingenio telegráfico. Más tarde, la invención del teléfono y la radio vendría a confirmar una aceleración de las comunicaciones que habría de completarse, pasada la Segunda Guerra Mundial, con el lanzamiento al espacio de satélites de gran precisión.
Una tercera parte de la superficie terrestre está ocupada por desiertos, lugares inhóspitos y desolados que han cautivado a la humanidad desde el comienzo de la Historia. Desde los profetas de la Biblia hasta Marco Polo, desde Lawrence de Arabia hasta Gertrude Bell, los viajeros han encontrado en estas áridas extensiones lugares malditos que debían evitarse, o cruzarse lo más rápido posible. Pero para aquellos que han hecho de los desiertos su hogar, el «espantoso vacío» descrito por los exploradores es rico en recursos y significado.
William Atkins decidió emprender una travesía por ocho grandes desiertos de cinco continentes: su viaje le llevó del Cuarto Vacío de Arabia Saudí a los lugares donde se llevan a cabo pruebas nucleares en Australia, del desecado mar de Aral en Kazajistán a las volátiles dunas del noroeste de China, de las disputadas fronteras del desierto de Sonora al desenfrenado festival Burning Man en el Black Rock de Nevada o a los monasterios ancestrales del desierto Oriental de Egipto. Atkins pone luz sobre las gentes, la historia, la topografía y el simbolismo de estos lugares extraordinarios (y a menudo conflictivos) en una obra que, galardonada con el Stanford Dolman Writing Award, está destinada a convertirse en un clásico de la literatura de viajes.
UN RECORRIDO POR LOS DESTINOS DE FICCIÓN MÁS FASCINANTES DE LAS LEYENDAS, LA LITERATURA Y EL CINE.
Las artes y la cultura popular han creado desde siempre territorios y lugares ficticios que podrían existir en nuestro mundo. De Gotham a Macondo, de la Atlántida a la ínsula de Barataria del Quijote, de la isla del tesoro a la isla de Perdidos, de Syldavia a Twin Peaks.
¿Qué tienen en común estos territorios? Todos ellos son imaginarios, pero se deslizan por las rendijas de nuestra realidad para hacer que la ficción sea plausible. En esta entretenida y práctica guía descubrirás todas estas «geoficciones» que conforman nuestro mundo y que también hablan de nosotros mismos y de nuestra historia.
Sumérgete en los más apasionantes destinos de la ficción en este viaje repleto de anécdotas y de historias divertidas que nunca habrías llegado a imaginar.
No hay mayor símbolo de separación que un muro y no hay, quizá, muro más conocido que el muro de Adriano. El muro de Adriano se construyó en el siglo II para separar a los «bárbaros» caledonios y pictos de la «civilizada» provincia romana de Britania y, aunque desde entonces son incontables los días y noches que ha visto, las lluvias que ha soportado y los hombres que lo han hollado, sus restos permanecen, orgullosos, como el monumento romano más grande y uno de los más famosos. Con una historia de diecinueve siglos y una extensión de ciento dieciocho kilómetros que atraviesan el norte de la isla de Gran Bretaña –entre el golfo de Solway y el estuario del río Tyne–, el muro llegó a incluir quince fortalezas, una cada docena de kilómetros, para albergar las guarniciones permanentes que separaban a Roma de la barbarie. Su función no sería tanto detener a unos eventuales atacantes, algo imposible ante su extensión, sino ralentizar o incluso disuadirlos de tales intenciones, pues, mientras estuviera bien protegido, sería difícil atravesarlo.
La obra que revolucionó nuestra visión de la evolución. Charles Darwin invirtió más de dos décadas en escribir El origen de las especies, la obra que marcó uno de los puntos de inflexión más importantes del pensamiento científico. A lo largo de estas páginas, Darwin expone su teoría de la selección natural y defiende que las especies no fueron creadas por una mano divina, sino que primero existieron unas formas más simples que a lo largo del tiempo fueron mutando y evolucionando para adaptarse al medio. Se podría afirmar que sus ideas siguen creando controversia incluso en la actualidad. Sin lugar a dudas, El origen de las especies es el libro más influyente de la historia natural y, por lo tanto, una obra fundamental en la historia de la humanidad. La presente edición viene acompañada de una esclarecedora introducción y una cronología de la mano de William Bynum, catedrático emérito de la University College de Londres y reconocido experto en historia de la medicina y de las ciencias naturales.