Segunda parte de Yo, Julia, la saga que nos descubre uno de los personajes más fascinantes de la antigua Roma.
Mantenerse en lo alto es mucho más difícil que llegar. Julia está en la cúspide de su poder, pero la traición y la división familiar amenazan con echarlo todo a perder. Para colmo de males, el médico Galeno diagnostica que la emperatriz padece lo que él, en griego, llama karkinos, y que los romanos, en latín, denominan cancer. El enfrentamiento brutal entre sus dos hijos aboca la dinastía de Julia al colapso. En medio del dolor físico y moral que padece la augusta, cualquiera se habría rendido. Se acumulan tantos desastres que Julia siente que es como si luchara contra los dioses de Roma. Pero, en medio del caos, una historia de amor más fuerte que la muerte, una pasión capaz de superar pruebas imposibles emerge al rescate de Julia. Nada está perdido.
Una epopeya profundamente conmovedora de la angustia, la esperanza y, sobre todo, de los lazos inquebrantables del amor.
La decisión de una humilde familia campesina de dar una hija en adopción a un matrimonio adinerado es el fundamento sobre el que Khaled Hosseini -autor de las inolvidables Cometas en el cielo y Mil soles esplendidos- ha tejido este formidable tapiz en el que se entrelazan los destinos de varias generaciones y se exploran las infinitas formas en que el amor, el valor, la traición y el sacrificio desempeñan un papel determinante en las vidas de las personas.
Esta es la historia de tres hombres que han elegido retirarse del mundo y vivir en los bosques del norte de Canadá. Son tres hombres peculiares, ya ancianos, que aman la libertad. Un día, sin embargo, alguien llega hasta su escondite. Da con ellos una fotógrafa que busca a uno de los últimos supervivientes de los Grandes Incendios, un tal Boychuck. Y no es la única. Poco después aparece Marie-Desneige, una mujer pequeña de más de ochenta años que llegará como una brisa ligera que alborotará sus vidas. Mientras intentan comprender la historia de Boychuck, el orden habitual en el rincón secreto del bosque quedará trastocado y algo impensable y extraordinario surgirá entre todos ellos.
Diez personas sin relación alguna entre sí son reunidas en un misterioso islote de la costa inglesa por un tal Señor Owen, propietario de una lujosa mansión a la par que perfecto desconocido para todos sus invitados. Tras la primera cena, y sin haber conocido aún a su anfitrión, los diez comensales son acusados mediante una grabación de haber cometido un crimen en el pasado.
Uno por uno, a partir de ese momento, son asesinados sin explicación ni motivo aparente. Sólo una vieja canción infantil parece encerrar el misterio de una creciente pesadilla.
Diez personas que no se han visto nunca son invitadas por un huésped desconocido a pasar unos días de vacaciones en una lujosa mansión, situada en una isla de la costa inglesa. Durante la cena, una misteriosa grabación desvelará que cada uno de los presentes tiene algo que esconder y un crimen por el que pagar.
Cuando el cuerpo de uno de los invitados aparezca con signos de haber sido asesinado, la tensión estallará: el asesino está entre ellos, preparándose para actuar de nuevo, y solo una vieja canción infantil parece encerrar el misterio de la creciente pesadilla.
¡Hola!
Me llamo Verónica Jiménez, tengo treinta y ocho años y soy una mujer independiente, trabajadora, autónoma y, según dicen quienes me conocen, bastante cabezota y controladora. Vale, lo confieso, lo soy. Pero ¿acaso hay alguien perfecto?
Yo era de las que creía en princesas y príncipes, hasta que el mío se convirtió en un sapo y decidí que el romanticismo no era para mí. Así que para horror de quienes me rodean, me impuse tres reglas para disfrutar del sexo sin compromiso.
La primera: no enrollarme nunca con hombres casados. Soy de las que respetan y jamás hago nada que no me gustaría que me hicieran a mí.
La segunda: el trabajo y la diversión nunca han de mezclarse. No no. ¡Ni loca!
Y la tercera, pero no por ello menos importante: siempre con hombres menores de treinta años. ¿Por qué? Pues porque sé que ellos van a lo mismo que voy yo: ¡a disfrutar!
Te aseguro que hasta el momento estas normas me han dado muy buenos resultados. Sin embargo, en uno de mis viajes de trabajo he conocido a Naím Acosta, un hombre de unos cuarenta, seguro de sí mismo, atractivo, sexy y tremendamente romántico, que me está volviendo loca.
Es verlo y el corazón se me acelera. Es oír su voz y toda yo me acaloro. Es pensar en él y noto que en mi estómago corren elefantes en estampida. Sé que somos muy diferentes, pero los polos opuestos se atraen, y nosotros no paramos de chocar, y probar y… y… y…
Bueno, mejor me callo, dejo que leas y cuando termines ya me dirás si tú habrías probado… ¿O no?