Esta es la historia de una chica que tiene todo lo que una joven puede desear en el Nueva York de los años cincuenta: una carrera prometedora, un pretendiente que estudia medicina y toda una vida por delante. Esther Greenwood ha ganado una beca para trabajar en una revista de moda en la gran ciudad y siente que por fin podrá realizar su sueño de ser escritora. Pero entre cócteles, noches de fiesta y pilas de manuscritos descubre una sociedad que repudia las aspiraciones de las mujeres y su vida empieza a desmoronarse. Esther -alter ego de la autora- se encierra en sí misma, como si estuviera atrapada en una campana de cristal: respirando continuamente el mismo aire viciado y sin posibilidad de escapar.
Más de cincuenta años después de su publicación original,La campana de cristal se ha convertido en un clásico moderno, y las palabras de Plath, con la nueva traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, conservan todo su impacto. Esta obra icónica, como dice Aixa de la Cruz en el prólogo, «viaja al presente como una corriente eléctrica y nos interpela de tú a tú, sin mediaciones».
Esta es la historia de una chica que tiene todo lo que una joven puede desear en el Nueva York de los años cincuenta: una carrera prometedora, un pretendiente que estudia medicina y toda una vida por delante. Esther Greenwood ha ganado una beca para trabajar en una revista de moda en la gran ciudad y siente que por fin podrá realizar su sueño de ser escritora. Pero entre cócteles, noches de fiesta y pilas de manuscritos descubre una sociedad que repudia las aspiraciones de las mujeres y su vida empieza a desmoronarse. Esther -alter ego de la autora- se encierra en sí misma, como si estuviera atrapada en una campana de cristal: respirando continuamente el mismo aire viciado y sin posibilidad de escapar.
Más de cincuenta años después de su publicación original, La campana de cristal se ha convertido en un clásico moderno, y las palabras de Plath, con la nueva traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, conservan todo su impacto. Esta obra icónica, como dice Aixa de la Cruz en el prólogo, «viaja al presente como una corriente eléctrica y nos interpela de tú a tú, sin mediaciones».
Esta es la historia de una chica que tiene todo lo que una joven puede desear en el Nueva York de los años cincuenta: una carrera prometedora, un pretendiente que estudia medicina y toda una vida por delante. Esther Greenwood ha ganado una beca para trabajar en una revista de moda en la gran ciudad y siente que por fin podrá realizar su sueño de ser escritora. Pero entre cócteles, noches de fiesta y pilas de manuscritos descubre una sociedad que repudia las aspiraciones de las mujeres y su vida empieza a desmoronarse. Esther (alter ego de la autora) se encierra en sí misma, como si estuviera atrapada en una campana de cristal: respirando continuamente el mismo aire viciado y sin posibilidad de escapar.
Grecia en la era de los héroes. Patroclo, un príncipe joven y torpe, ha sido exiliado al reino de Ftía, donde vive a la sombra del rey Peleo y su hijo divino, Aquiles.
Aquiles, el mejor de los griegos, es todo lo que no es Patroclo: fuerte, apuesto, hijo de una diosa. Un día Aquiles toma bajo su protección al lastimoso príncipe y ese vínculo provisional da paso a una sólida amistad mientras ambos se convierten en jóvenes habilidosos en las artes de la guerra.
Pero el destino nunca está lejos de los talones de Aquiles. Cuando se extiende la noticia del rapto de Helena de Esparta, se convoca a los hombres de Grecia para asediar la ciudad de Troya. Aquiles, seducido por la promesa de un destino glorioso, se une a la causa, y Patroclo, dividido entre el amor y el miedo por su compañero, lo sigue a la guerra. Poco podía imaginar que los años siguientes iban a poner a prueba todo cuanto habían aprendido y todo cuanto valoraban profundamente.
Cuando Amaia Salazar tenía doce años estuvo perdida en el bosque durante dieciséis horas. Era de madrugada cuando la encontraron a treinta kilómetros al norte del lugar donde se había despistado de la senda. Desvanecida bajo la intensa lluvia, la ropa ennegrecida y chamuscada como la de una bruja medieval rescatada de una hoguera y, en contraste, la piel blanca, limpia y helada como si acabase de surgir del hielo.»
En agosto de 2005, mucho antes de los crímenes que conmocionaron el valle del Baztán, una joven Amaia Salazar de veinticinco años, subinspectora de la Policía Foral, participa en un curso de intercambio para policías de la Europol en la Academia del FBI, en Estados Unidos, que imparte Aloisius Dupree, el jefe de la unidad de investigación.
La carretera, novela galardonada con el premio Pulitzer 2007 y best seller literario del año en Estados Unidos, transcurre en la inmensidad del territorio norteamericano, un paisaje literalmente quemado por lo que parece haber sido un reciente holocausto nuclear.
En un mundo apocalíptico donde llueve ceniza, un hombre y un chico cruzan a pie el territorio norteamericano en dirección al sur. El hambre es mucho más que una preocupación diaria: es la medida de todas las cosas, y las bandas de caníbales asolan el país convertido en un yermo donde solo la barbarie ha echado raíces. El amor de un padre por su hijo es, sin embargo, la única luz de una tierra que ha perdido a sus dioses. Quizá el fuego de la civilización no se haya apagado para siempre.