¡Dominicanos! ¡Vosotros tenéis tierra, pero ya no tenéis Patria! Triunfaron aquí las groserías del atavismo que, desde antes de nacer, pregonaron por el mundo la subasta de vuestra desmedrada independencia. Vuestra historia es un amasijo de ignominias. Vuestra bandera, un trapo. Como un día Madrid, y como antes los grotescos "libertadores" de Occidente, aquí manda hoy Washington. Eugenio Deschamps
¿Qué derecho podían invocar los gobernantes norteamericanos para atropellar así la libertad de un pueblo soberano? ¡Ninguno! se hacían culpables de un gravísimo delito, que atentaba contra nuestra nación. Contra América y contra el resto del mundo. El principio de No Intervención, base fundamental de las relaciones entre los pueblos civilizados, fue tan brutalmente desconocido que aún se escucha por toda la vastedad del planeta el eco de la más dura repulsa contra los invasores. Francisco Alberto Caamaño Deñó 3 de septiembre de 1965
Entro por Haití porque no puedo hacerlo por otra parte; pero si alguien pretendiese mancillar mi nombre por eso, decidle que yo soy la Bandera Nacional. Francisco del Rosario Sánchez
Si apeláramos ambos a un juicio imparcial de las naciones cultas, y preguntáramos cuál es el verdadero pirata, entre el General Luperón que montaba el vapor Telégrafo, procuraba salvar la integridad territorial del suelo que lo vio nacer, o el Presidente Grant, que envía sus vapores a ampararse de Samaná, sin previa autorización del Congreso Americano, la solución no sería a mi ver muy difícil. Señor Presidente: S. E. ha abusado de la fuerza para proteger la más baja corrupción. Y si es cierto que es humillante para el pueblo dominicano tener mandatarios tan traidores, no es menos indecoroso para el gran pueblo americano el que su Gobierno consienta en tan ruines achicamientos. Para ambas naciones el hecho es afrentoso. Gregorio Luperón (Carta al Presidente Ulysses S. Grant de los Estados Unidos).
Dos grandes enemigos están de continuo a sus puertas: la oligarquía, por la cual el pequeño número domina al mayor, y la anarquía, en que cada individuo celoso de su independencia, se opone al voto general. Rodeados e estos riesgos, ¿cuáles son sus medios de defensa? No tiene otros que su régimen interior, y quien no podrá salvarlos, sino en tanto que imponga constantemente al cuerpo entero la necesidad de la moderación de la reflexión y de la perseverancia. José Núñez de Cáceres
Si mi vida llegara a ser tan importante que se justificara algún día escribir sobre ella, habría empezado diciendo: Nacio en La Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909, y volvió a nacer en San Juan Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio Maria de Hostos le permitió conocer que fuerzas mueven el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás.