Los testimonios del autor, producto de sus reminiscencias por lo vivido, o por entrevistas y documentos, ubican la historia de la fundación de Pedernales alrededor de 1909, cuando un grupo de colonos -procedente la mayoría de Duvergé- inició su camino hacia la entonces denominada Sabana de Sansón. Desde su llegada levantaron casitas de tejamaní y comenzaron sus cultivos, porque eran agricultores los hombres. Las mujeres, además de oficios del hogar y crianza de hijos, fueron improvisando sobre la marcha pequeños negocios, como dulces, lavado de ropas, lecherías, etc.
En 1943 aparecieron en la zona de Duvergé exploradores de petróleo, pero por asuntos políticos se impidió que continuaran con ese ; proyecto. Pocos meses después, Alcoa Exploration Company inició i otra meta: la exploración de bauxita. Esas inversiones produjeron en Pedernales empleos y desarrollo económico sin igual.
Personajes muy importantes en la obra, aparte de los colonos o los ; gerentes de la empresa minera, son los padres del autor: Vencedor Bello y Felicia Mancebo. El libro denuncia el trato dado a Vencedor Bello por Alcoa Exploration Co. después de más de 30 años de labor valiosísima en esa empresa. Trato vejatorio, sin liquidación violando las leyes de Trabajo, e incautación de bienes muy valiosos, dejando a la viuda e hijos en el desamparo y la obligación de emigrar.
El libro abarca desde 1909 hasta 1985, cuando la empresa minera salió del área. También el período de tres presidentes en República Dominicana: Rafael Leónidas Trujillo Molina, Joaquín Balaguer Ricardo y Salvador Jorge Blanco.
El autor de estas páginas, nació el 1 de septiembre de 1906, en Navarrete, entonces una aldea situada a 22 Kms. de la ciudad de Santiago. Sobre la fecha de 1906 han existido siempre contradicciones en la familia, Lidia, mi hermana mayor, quien llevaba un libro de notas de los acontecimientos familiares importantes sitúa el nacimiento en 1907.
Memorias de un hombre solo narra la historia de Humberto Marte, un ingeniero constructor de la clase alta de Santo Domingo, quien después de haber acumulado fortuna en el negocio de la construcción de diversos tipos de obras, descubre que su vida, aparentemente dichosa, no tiene sentido.
Este hallazgo lo hace a partir de entrar por primera vez a un casino, de donde no puede volver a salir. A medida que su soledad espiritual se ahonda, más se involucra en el mundo del juego del black Jack y siente, entonces, que lo único que tiene sentido es jugar. Al paso del tiempo su adicción degenera en ludopatía y por sus irrefrenables ansias de jugar va tirando todo a su paso: fortuna, familia, amigos.
El hombre de esta época, digital y sombría, acuosa y desarticulada, atenazada por los ruidos de una sociedad sin frenos, delirante, insegura y pálida, debe caminar sobre sus tramos vitales, con una tea incendiaria, con un hacha demoledora, o con un altoparlante que llame a la meditación o al duelo.
Esta edad multiplicadora parece exigir renovadas disposiciones, entre las cuales figura, en primer orden, el conocimiento y cuantificación de los incontables filamentos que construyen la alacena repleta de información de los días de este siglo veintiuno impredecible que acarrea a cada minuto el azar de nuevos laberintos.
José Rafael Lantigua es un escritor de ayer y de hoy, con mirada puesta en años que aún faltan por sondear formas de delirio y líquidas urdimbres. En su labor de cronista que reconfigura los saberes humanos para recoger de ellos sus luces y sombras, el autor profundiza en estos textos los temas que han dominado su escritura, prácticamente durante toda su carrera.
En este libro Metro de Santo Domingo. Personajes de las estaciones; el usuario podrá leer entre una estación y otra, quiénes fueron estas personalidades de nuestra historia: hombres y mujeres que en algunos casos y por el bienestar de la Patria, ofrendaron lo más grande que nos ha dado Dios: la vida.
En lo artístico, personas que desfilaron por los más importantes escenarios del mundo, tal es el caso de nuestro barítono, Eduardo Brito y La Reina del Technicolor, María Montez. En el folklor, Casandra Damirón, la Soberana que en su género marcó un antes y un después.
Y en la línea 2-B, estas cuatro hermosas flores que, al cruzar el Río Ozama, perfuman nuestros recuerdos, haciéndonos evocar ese gran legado que han dejado en la literatura, la educación y a nuestra patria: Ercilia Pepín, Rosa Puarte, Trina de Moya y Concepción Bona, cuatro nombres elegidos para exaltar la grandeza y la valentía de la mujer dominicana, en nuestra histaria.
A través de 23 microrrelatos y cuentos, la periodista Mitri Jiménez nos muestra historias que combinan lo trágico y la comedia con la cotidianidad y lo fantástico.