Publicada en plena Guerra Civil y no reeditada en España desde la década de 1970, El asedio de Madrid (1938) relata, desde una perspectiva apasionada e inequívocamente republicana, acontecimientos vividos en la capital desde los días anteriores al estallido de la contienda hasta mediados de 1937. A través de la integración de las peripecias de una serie de personajes ficticios en un fresco histórico en el que se reconocen lugares, acontecimientos y personas reales –entre otros, aparecen José Miaja, Cipriano Mera, Dolores Ibárruri «Pasionaria» o Margarita Nelken– se va narrando el devenir colectivo de la ciudad durante los meses en los que se fueron configurando los mitos de la resistencia y del «no pasarán». Sucesos integrados en el imaginario simbólico del Madrid bélico como el impacto de la muerte de Buenaventura Durruti, la presencia de los primeros batallones de brigadistas internacionales, los combates en la Ciudad Universitaria, los bombardeos aéreos o la caótica llegada de refugiados conviven en la novela con la convulsa cotidianeidad de una ciudad que, convertida a la vez en frente y retaguardia, pasó de la euforia, la pasión y la fe en la victoria de los primeros compases de la guerra al hambre, la miseria y el terror provocados por el contacto diario con la muerte y la destrucción.
La incapacidad del Estado, la connivencia de la Iglesia, la inagotable ambición económica de los anticuarios, la ignorancia de la sociedad española y el desmedido interés de Estados Unidos por el pasado hispano crearon un cóctel explosivo que derivó en el "expolio legal" y la marcha de algunos de los tesoros románicos más importantes del país.
¿Sabías que la portada románica de San Miguel de Uncastillo, hoy en el Museo de Boston, se utilizó durante años como puerta de un garaje?, ¿que los tapices flamencos que atesoraba España se quemaban para extraer sus hilos de oro y plata?, ¿que el patio renacentista del castillo de Vélez-Blanco está hoy en el Metropolitan de Nueva York porque su último dueño lo vendió a los americanos, víctima de las deudas por el juego?
En estas páginas, José María Sadia emprende un viaje apasionante y perversamente seductor por los entresijos de la venta masiva de los tesoros españoles, en una aventura a ritmo de «thriller» por los detalles de los miles de operaciones de «autoexpolio» de valiosísimas obras artísticas que parecerían ciencia ficción, de no estar rigurosamente documentadas. Una obra, en definitiva, sobre una pérdida irreparable que removerá la conciencia del lector y le hará reflexionar sobre los verdaderos culpables del expolio de nuestro pasado.
Un recorrido fascinante por la edad de oro de la cultura rusa, por el autor deLos europeos.
En una escena deGuerra y paz, la condesa Natasha, educada en Europa, escucha una danza folclórica rusa e instintivamente se lanza a bailar. Este emocionante momento literario con el que arranca El baile de Natasha simboliza las sensibilidades y los impulsos compartidos y a menudo contradictorios que dieron lugar a una de las culturas más deslumbrantes del mundo.
En esta obra maestra, Orlando Figes explora con elegancia, rigor y un maravilloso talento narrativo las poderosas y complejas fuerzas culturales que crearon y unieron a una de las naciones más vibrantes del mundo. Analiza el nacimiento de la identidad cultural de un país tan inmensamente grande y heterogéneo como Rusia, y revela cómo los escritores, artistas y músicos lidiaron con su carácter, su esencia espiritual y su destino.
La arquitectura tradicional japonesa, cuya venerada materia prima es la madera, goza del mayor de los prestigios por la delicada finura de sus construcciones. Sin duda, algunos de los edificios de madera más hermosos del mundo se encuentran en Japón: el sublime gran santuario de Ise, reconstruido ritualmente cada veinte años desde hace un milenio; la pagoda cinco pisos y el pabellón principal del templo Hōryū-ji, en Nara, que contemplan el devenir de la historia desde finales del siglo vii; o la refinada villa imperial de Katsura, cuyo sofisticado diseño impresionó y fascinó a célebres arquitectos como Bruno Taut, Le Corbusier o Frank Lloyd Wright. Durante más de un milenio, los maestros carpinteros japoneses han desarrollado excepcionales conocimientos sobre la madera fruto de la práctica diaria, de un denodado espíritu de perfeccionamiento y de la búsqueda constante de mejoras. Este tesoro cultural milenario condensado en un inigualable caudal de erudición sobre maderas, herramientas y técnicas constructivas obtuvo recientemente el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial.
Probablemente nunca se han reunido bajo un mismo techo tantos escritores de prestigio internacional como durante los juicios de Núremberg de 1946-1949, cuando se decidió albergar en el Castillo de Faber -perteneciente a la familia detrás de la famosa marca de lápices Faber-Castell- a los autores y periodistas internacionales que venían a informar sobre aquel juicio a las atrocidades de la guerra y el Holocausto. El castillo se convirtió en un lugar de frenética actividad periodística, pero sus huéspedes también convivieron, discutieron, bailaron, se desesperaron y bebieron (algunos hasta el delirium tremens).
Entre aquellos escritores, muchos de ellos aún poco conocidos, estaban Erich Kästner y Erika Mann, John Dos Passos y Martha Gellhorn, Augusto Roa Bastos, Victoria Ocampo y Xiao Qian. Como corresponsales de distintos medios, miraron a la cara a los criminales en el tribunal, fueron testigos del empleo de la más moderna tecnología (como la interpretación simultánea a todos los idiomas) y trataron de encontrar las palabras para narrar lo inenarrable, para hacer conocedor al mundo de aquel horror sin precedentes.
En el microcosmos del castillo Faber tuvieron lugar encuentros de antiguos exiliados con supervivientes del Holocausto, comunistas con representantes de grupos mediáticos occidentales, reporteros de primera línea con extravagantes y reputados reporteros. Dormían en catres y se reunían en el bar, el salón, la sala de juegos y el cine que los aliados habían instalado en aquel albergue global. Juntos se asomaron al abismo de la historia y reflexionaron sobre la culpa, la expiación y la justicia, algo que los cambió y cambió su escritura para siempre.
Un piolet y un grito desgarrador son los elementos que cargan
de dramatismo el instante en el que Ramón Mercader
acabó con la vida de Trotsky, una historia que se ha convertido
en uno de los mitos de nuestro tiempo. Este es sólo un
episodio más del increíble devenir de la familia Mercader,
narrado aquí como si de una novela se tratara, y en el que
no es Ramón, sino su madre Caridad, quien emerge como la
figura principal de esta convulsa crónica del siglo xx.
Caridad fue una mujer deslumbrante y seductora, una Lady
Macbeth capaz de mover los hilos de la historia y una agente
al servicio del espionaje soviético. Su misión más importante:
lograr que su hijo se fugara de la prisión en la que había
sido recluido por su crimen.
Compleja y fascinante, Caridad Mercader es el hilo conductor
de este libro por el que se cruzan algunos de los
personajes y sucesos más relevantes del siglo pasado y
que nos permite reflexionar sobre las paradojas de la condición
humana.