Atravesamos una crisis del humanismo. El término está casi obsoleto. Su dificultad para respirar no proviene de discursos despectivos hacia el hombre, no nos equivoquemos. Es a través de la compasión como este nuevo humanismo, vaciado ya de sustancia, se extiende como un cáncer. Al querer ser mejor humano, sólo humano, demasiado humano, el hombre moderno genera quimeras. El nuevo hombre soñado por los regímenes fascistas o soviéticos era un anticipo del hombre aumentado con el que sueñan los transhumanistas; de la misma manera, el Untermensch (infrahumano, como llamaban los nazis a los no arios) encuentra hoy sus avatares en una muchedumbre que no se ajusta al proyecto deseado para la humanidad. La tentación de definir al hombre a partir de sí mismo lo relega a esa condición inferior. Sólo una imagen del hombre que lo salva impide esta división idólatra ¿Por qué?
Este libro se ha convertido en un clásico de la filosofía moral contemporánea por dos razones: de un lado, porque hace un diagnóstico brillante de la moral de nuestro tiempo y, de otro, porque fue pionero de una línea de pensamiento moral y político que no ha dejado de crecer desde su publicación: el comunitarismo. El estilo filosófico de Alasdair MacIntyre es el de un provocador que critica tanto los sistemas morales de los filósofos modernos como los límites convencionales de las disciplinas académicas. Aunque el diagnóstico que hace de la moral en las postrimerías del siglo XX es desalentador, sostiene que aún es posible una ética de las virtudes, pero sólo con una condición: que renunciemos a hacerla universal. Para el profesor MacIntyre, lo que hoy hay que buscar son nuevas formas de comunidad que configuren determinados modelos de persona y nos permitan hablar de virtudes, es decir de la excelencia de tales modelos: «Sólo así se podrá construir una moral realmente capaz de movilizar a los individuos de nuestras atomizadas sociedades actuales en torno a un proyecto común».
En estos Tratados de armonía el lector se sumergirá en un laberinto de reflexiones apacibles y, a la vez, reveladoras de problemas de nuestro tiempo y de siempre. Estamos ante una contemplación de la realidad en los límites. ¿Aforismos, poemas en prosa, pensamientos, páginas de diario? Meditaciones también, desde una óptica universalista, por el diálogo que en estas páginas se da entre culturas: las del espíritu mediterráneo con las de la España del noroeste, las de Extremo Oriente (Corea) con las de Medio Oriente (Jerusalén); o el testimono de la barbarie de las ideologías extremadas en la lectura que se hace de Pasternak.
Fragmentos, pues, que sanan y salvan a través de un lenguaje siempre inspirado, aunque encontremos en él algo más de lo que entendemos como un libro de «autoayuda». La reflexión metafísica y el vislumbre de lo sagrado nos llevan a una profunda meditación, a la vez realista y con sentido trascendente. Creación en estado puro que brota de la experiencia de ser. Experiencia de ser de la que brota la pura creación.
¿Cuál es el autentico significado del celebre emblema de Enrique III de Valois? ¿Simboliza quizá la subordinación de las dos coronas terrestres—las de Francia y Polonia—a la corona "celeste", o el advenimiento de una tercera corona "terrenal"? Nuccio Ordine emprende en este ensayo una apasionante investigación sobre las colecciones de emblemas y empresas de la Europa del siglo XVI: escruta inscripciones, cartas, retratos, documentos diplomáticos, obras literarias y filosóficas, analiza los bailes y las fiestas, las marcas tipográficas, las encuadernaciones, las entradas triunfales de reyes y reinas del período.
Jaume Cabré concibe la literatura como una búsqueda. A lo largo de los años, esta búsqueda le ha ido suscitando preguntas, planteando pruebas e incluso tendido una trampa. Desde el conocimiento de quien hace décadas que da respuestas y propone soluciones al proceso creativo, Cabré ha escrito también tres textos testimoniales y teóricos que son un tesoro para cualquier amante de la literatura y del arte. Son textos escritos con complicidad de quien se reconoce, antes que nada, como un lector, un oyente, como un espectador.
Convertido hoy en una de las figuras más influyentes de nuestro pensamiento contemporáneo, Eugenio Trías es analizado en este libro a partir de tres propuestas que logran resumir todo un método y una actitud filosófica a lo largo de los años. La idea de que la obra del filósofo puede leerse desde una fértil ambigüedad es central en la primera parte del libro, donde se señala, en perfecta sintonía con su método, que Trías siempre fueron dos, uno joven y rupturista, y otro atento al orden y al vínculo, a la religación. Su idea del límite, que, como señala Jordi Ibáñez Fanés, lo acompañó aun sin nombrarlo desde sus primeros libros, puede entenderse en el doble sentido de barrera infranqueable y al mismo tiempo como un espacio que articula e incluso desafía y estimula la posibilidad de acceder a lo hermético, al enigma del ser y de la vida. Las otras dos partes del libro, presentadas a modo de apéndices, se ocupan la primera del joven Trías «hacia 1970», acompañado o más bien leído ya que se comentan aquí todas sus primeras obras junto con sus compañeros de generación Fernando Savater y Xavier Rubert de Ventós; y la segunda del filósofo ya crepuscular, dedicado a los placeres de su pasión cinéfila, con sendos comentarios de dos películas idóneas para comprender lo que se pone en juego en la filosofía del límite: Vértigo de Hitchcock y Persona de Ingmar Bergman.