En 1870, el enfado de Cézanne (1839-1906) ante los sucesivos rechazos del Salon parisino a su trabajo acabó en advertencia: «Reirá mejor quien ría el último». Tomó dos guías seguros, Hércules y Moisés. Y buscó sin desaliento dotar a su arte de una base ética y conseguir «la lógica de las sensaciones organizadas». Arte, ciencia, literatura y filosofía recorren cada momento de su paciente trabajo. Para descifrar su objetivo: «la verdad en pintura». Y para ello diseñó un triple programa: escrúpulos ante las ideas, sinceridad ante uno mismo, sumisión ante el objeto. De modo que en la mente de Cézanne se registró una biblioteca imaginaria en tres volúmenes. El primero contenía la creencia de que tenía un proyecto, un camino, y que bastaba con seguirlo sin desfallecer. El segundo era un ensayo sobre el mundo moderno en el que se declaraba que éste era un lugar desgarrador pero que, sin trascenderlo, todo trabajo era inútil.
Un lugar, pero ¿qué lugar? ¿Un lugar donde han pasado cosas, cosas horribles? ¿Un sitio concreto en el que han borrado y aún borran las huellas, pero que sigue cargado de memoria, una memoria enterrada como enterraron los cuerpos, replegado bajo un suelo allanado? Hace tiempo que Ucrania está llena de esos 'lugares inconvenientes' que molestan a todo el mundo: crímenes del estalinismo, crímenes nazis, crímenes de los nacionalistas, crímenes rusos; en este territorio herido que sólo aspira a algún tipo de paz y normalidad, las masacres no se detienen. Antes de que Rusia invadiese Ucrania, Antoine d'Agata y yo habíamos empezado a recorrer Babyn Yar, el lugar en que en 1941 masacraron a los judíos de Kyiv, y luego a decenas de miles de otras víctimas. La guerra interrumpió nuestro trabajo. No tardamos en retomarlo, de otra manera, en otro lugar, la pequeña ciudad de Bucha, a las afueras de Kyiv, tristemente famosa tras el descubrimiento de las atrocidades allí perpetradas por las fuerzas de ocupación rusas. Otra vez un lugar en el que pasaron cosas, otra vez un lugar donde borran las huellas, cuanto antes mejor. Circulen, circulen.
En Aguafuertes, Jesús del Campo pinta una colorida estampa del Barroco, un tiempo en que el aire olía a pólvora y los mares a especias. Cada una de estas extraordinarias viñetas—de tono costumbrista pero trazadas con la finura del historiador—nos trasladan a una época cuyos afanes y violencias no fueron obstáculo para el erotismo y el amor, y en cuyas batallas e intrigas se intuye la eterna «danza de los mortales en los caminos tramposos de la vida». Campesinos, exploradores, músicos errantes, soldados, comerciantes, espías y nobles de vida ociosa ofrecen en este relato caleidoscópico una imagen de lo humano con todos sus claroscuros.
Cuestiones de Teoría del Conocimiento, resultado de una iniciativa de la Sociedad Española de Filosofía Analítica para la publicación de manuales universitarios, es una puesta al día de los temas centrales de la teoría del conocimiento o epistemología. Sus diversos capítulos, escritos por investigadores en activo, presentan de manera clara y comprensible el "estado de la cuestión" en el tema de la justificación epistémica, las normas epistémicas, el escepticismo, el contenido de la percepción, la verdad relativa, el conocimiento a priori y la perspectiva evolucionista sobre el conocimiento. El libro incluye asímismo una presentación que pone en perspectiva los temas de los diversos capítulos, poniéndolos en relación unos con otros, así como un índice analítico para facilitar su utilización como obra de consulta.
24 de febrero de 2022: Vladimir Putin lanza una invasión relámpago para conquistar Kyiv y derrotar al estado ucraniano. En ese momento, el reportero Alberto Rojas se pone en marcha con su cuaderno de notas y su cámara fotográfica en lo que será un road trip de miles de kilómetros para hablar con los protagonistas del conflicto en todos los frentes de la guerra: desde las trincheras del Donbás a los campos de prisioneros rusos, y desde el interior de un blindado ucraniano al despacho del presidente Volodímir Zelenski, pasando por la casa de una viuda en Bucha o el vacío posnuclear de Chernóbil.
Nacida en una acomodada familia de Nueva York, Peggy Guggenheim decidió dejar su «ordinaria» vida y se marchó a Europa en 1921 en busca de aventura. Allí sembró las semillas de su trayectoria como una de las figuras más importantes del arte moderno, que catapultó a artistas como Brancusi, Cocteau o Kandinsky e inauguró las carreras de Jackson Pollock y Robert Motherwell, entre muchos otros. Sus apasionantes memorias constituyen un retrato del mundo del arte de los años treinta en adelante, de los entresijos del coleccionismo y de la historia social y política del siglo XX, así como un divertido recorrido por la disparatada vida de esta mujer, en el que no faltan sus romances y amistades con las personalidades más destacadas de la época.