La carta más famosa del siglo XX jamás llegó a su destinatario. Ni siquiera fue enviada. La escribió Franz Kafka de un tirón entre el 4 y el 20 de noviembre de 1919, y está dirigida a su padre, Hermann Kafka, comerciante judío en la ciudad de Praga. Escrita en un estilo que su propio autor calificó de abogado, la carta es un memorial de las relaciones que había mantenido con su padre desde su nacimiento.
En un momento en que la Iglesia católica está en el punto de mira por escándalos de pederastia y por los debates sobre el aborto, Román Rodolfo Rovirosa, doctor en religiones comparadas, escribe una carta al papa Francisco para pedirle que interceda en otro asunto, no menos grave: la expropiación por parte de la Iglesia de las tierras de los cofrades mayas. Así empieza este thriller literario en el que una vez más Rey Rosa desvela los entresijos del poder en Gúatemala, la vérdad sobre conflictos y reclamos que se remontan al pasado pero continúan en el presente.
Estas Cartas a un joven poeta, publicadas más de veinte años después de la muerte de su autor, fueron dirigidas por Rainer Maria Rilke (1875-1926) a Franz Xaver Kappus, entre 1903 y 1906, desde los diversos lugares a donde le condujo su vida itinerante, resultado de acuciantes preocupaciones económicas y de una casi constante dependencia de sucesivos mecenazgos. Escritos en una época en la que Rilke iniciaba la transición desde una poesía ensoñadora e intimista a otra más cercana al mundo de la materia y de las formas, estos breves textos son también un documento revelador del ideario del poeta y de su concepción del mundo, desde su visión de la vocación y de la inspiración literarias hasta sus meditaciones acerca de la soledad inherente a la tarea del creador.
Las Cartas del diablo a su sobrino se publicaron por primera vez en el Manchester Guardian en 1941. Recogen la correspondencia entre demonios: uno ya anciano y retirado y otro joven en su primera misión con un "paciente". "Las Cartas -dice el propio Lewis- tuvieron una acogida como nunca hubiera soñado. Las críticas fueron elogiosas o estaban llenas de esa clase de irritación que le dice al autor que ha dado en el blanco que se proponía; las ventas fueron inicialmente prodigiosas, y se han mantenido estables. El libro ha tenido un número suficiente de lectores como para que valga la pena dar respuesta a algunos de los interrogantes que ha suscitado entre ellos. La pregunta más corriente es si realmente creo en el diablo".
El oscuro protagonista de esta novela es un automóvil marca Plymouth de 1958 llamado Christine, un superviviente de un tiempo en que la gasolina era barata y el rock and roll marcaba el ritmo de la época.
Arnie Cunningham está dispuesto a conseguir el Plymouth del 58 a cualquier precio. Y lo consigue. Pero mientras trabaja en la ardua tarea de restaurarlo, el coche da muestras de una terrible vida propia.
¿O son solo imaginaciones? Dennis sigue creyéndolo así, pero la gente muere en las oscuras calles y avenidas de Libertyville. Y llega un momento en que Dennis ya no puede negar la aterradora verdad.
Christine está viva.
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.» Con estas palabras empieza una novela legendaria, una de las aventuras literarias más fascinantes del siglo XX. La familia Buendía-lguarán, con sus milagros, fantasías, obsesiones, tragedias, incestos, adulterios, rebeldías, descubrimientos y condenas, representa al mismo tiempo el mito y la historia, la tragedia y el amor del mundo entero.