Quincy Carpenter, una estudiante universitaria, fue la única superviviente de la masacre que tuvo lugar en Pine Cottage, donde pasaba el fin de semana con cinco amigos. De inmediato, pasó a formar parte de un club al que nadie desea pertenecer: el que la prensa ha bautizado como «Las Últimas Chicas». Ellas son Lisa, que perdió a nueve compañeras de su hermandad; Sam, que se enfrentó a su atacante en el motel en el que trabajaba, y Quincy, que huyó a través de los bosques para escapar de aquel a quien solo puede referirse como «Él». Diez años después, Quincy disfruta de cierta normalidad. Tiene un novio que la cuida, un blog de cocina, un bonito apartamento y, además, cuenta con la presencia terapéutica de Coop, el policía que le salvó la vida. Su memoria no le permite recordar los acontecimientos de aquella noche, y la medicación le ayuda a preservar ese equilibrio. Pero cuando Lisa aparece muerta en extrañas circunstancias, Quincy debe afrontar el pasado, porque la historia puede volver a comenzar.
Llegado a la literatura justo en el momento en el que acababa el Simbolismo, y fallecido la víspera del advenimiento del Dadaísmo en París y del nacimiento del Surrealismo, Guillaume Apollinaire (18801918) desarrolló una obra situada en la encrucijada de las principales tendencias estéticas que atraviesan el siglo XX. En "Las tetas de Tiresias", subtitulada "Drama surrealista en dos actos y un prólogo", Teresa muda de sexo y se convierte en hombre para librarse de las imposiciones sociales que sufre como mujer, tras lo cual abandona a su marido y emprende una exitosa carrera militar en Zanzíbar. El marido, a su vez, se adapta a la situación y asume hiperbólicamente los roles asociados a las mujeres, llegando a tener en un único día 40050 hijos. Ingeniosa, irreverente y arriesgada, la obra de Apollinaire cuestiona y desafía la moral de su época.
A pesar de que muy pocos extranjeros se habían adentrado en la región de las altas montañas albanesas, en sus límites con los territorios de los actuales Montenegro y Kosovo, Edith Durham las visita y deja constancia de que aún persistían estructuras sociales y costumbres medievales ya perdidas en otras zonas de Europa. Por eso, su testimonio es en la actualidad una fuente enormemente valiosa para reconstruir el pasado de esta región. Hoy, a las puertas de una posible entrada de Albania en la Unión Europea, lo que no ha variado es el desconocimiento que aún tenemos de un país que siempre ha formado parte de nuestra historia. La lectura de esta obra nos puede enseñar mucho.
Sería difícil encontrar un grupo humano más alejado de nuestra fisonomía y de nuestros patrones culturales que los habitantes de la selva africana mal conocidos como «pigmeos». Están lejos de nosotros y de todo el mundo. Son los exóticos de los exóticos. Homero les da ese nombre a unos seres en la Ilíada, y de sus versos nace uno de los malentendidos más ridículos y perdurables de la historia científica. El poeta se refería a unas criaturas tan fabulosas como nuestros duendes. Sin embargo, el mito siguió vivo, y, a partir del siglo XIX, contra todo pronóstico y empujados por la ciencia, la literatura y la fantasía, muchos exploradores han ido en su busca al corazón de África.
Distinguida con el Premio Pulitzer en 1940, " Las uvas de la ira " describe el drama de la emigración de los componentes de la familia Joad, que, obligados por el polvo y la sequía, se ven arrastrados a abandonar sus tierras, junto con otros miles de personas de Oklahoma y Texas, rumbo a la " tierra prometida " de California. Allí, sin embargo, las expectativas de este ejército de desposeídos no se verán cumplidas. Entre las versiones cinematográficas que ha conocido esta novela destaca la memorable protagonizada por Henry Fonda y dirigida por John Ford.
John Steinbeck también sufrió los efectos de la Depresión; fue testigo del éxodo rural masivo que emigra del norte hacia el sur y tomó en los años 30 partido por los explotados, los jornaleros emigrantes. "Las uvas de la ira" es la crónica de una familia depauperada en su viaje hacia una tierra de promisión, buscando trabajo y mejores condiciones de vida. Steinbeck sabe trascender lo puramente propagandístico o moralizante cuando unos personajes de ficción llenos de profundidad y humanidad, auténticos luchadores, no dudan en denunciar los abusos del poder y la despiadada crueldad y desamparo que sufren los más débiles.