Don Rodrigo, duque de la Bética, vuelve a sus tierras tras verse obligado a rendir pleitesía al nuevo rey de Hispania, Witiza, el asesino de su hermano Favila. Ahora lo inteligente es bajar la cabeza; ya habrá tiempo para una venganza. Cerca de Córdoba, se detiene a descansar en una casa noble y allí ve por primera vez a Egilona, una muchacha de quince años, de melena rojiza, piel blanca y ojos ambarinos, que esa misma noche se convertirá en su mujer.
Nueve años más tarde, en 711, cerca de Tarifa, las huestes del ya rey Rodrigo se aprestan a impedir la entrada en Hispania del nuevo conquistador del mundo: el imperio Omeya. Al mando de su ejército se encuentra Táriq ibn Ziyad, un liberto a quien su patrón Musa ibn Nusáir, valí de África en el nuevo orden del califato, ha enviado de incursión. Con este viejo soldado, feo, bizco y pelirrojo, curtido en mil batallas, viaja su concubina, Umm Hakim, una joven fascinante, de ojos de gacela y saberes mágicos, y Abd al-Aziz, uno de los hijos de Musa. Entrar y salir, esa es la orden. Pero, en el fragor de la batalla, Abd al-Aziz mata a Rodrigo y pone sus ojos en Egilona, la mujer más hermosa y altiva que haya visto nunca.
¡Ay de sus ojos! Acaban de dar comienzo a una historia en la que la hechicera y la reina cruzarán sus caminos para terminar con un imperio, y por la que Egilona, reina de Hispania, será recordada «como la mano, la mente, el espíritu poderoso que sembró la semilla de una nueva era».