Argel, 1956. Fernand Iveton, un joven obrero comunista de treinta años, decide mostrar su apoyo a la causa independentista del FLN contra Francia colocando una bomba. La peculiaridad de Iveton es que es un pied noir, es decir, un francés blanco nacido en Argelia, y ese colectivo estaba entonces masivamente al lado del gobierno colonial.
La bomba, estratégicamente dispuesta en un lugar donde no pueda provocar heridos ni víctimas, es desactivada antes de que estalle, y el activista acaba detenido. Es interrogado, torturado y condenado a muerte. Sus abogados piden clemencia a las más altas instancias, entre otros al ministro de Justicia de entonces, que es el futuro presidente François Mitterrand. Pero el perdón no llega, e Iveton se convertirá en el único pied noir ejecutado por el gobierno francés durante la larga guerra de Argelia.
En su momento, el caso sacudió a la opinión pública: ¿era Iveton un héroe o un terrorista? ¿Un idealista o un criminal? ¿Un adalid de la libertad frente al colonialismo o un traidor a su país? El libro reconstruye con los instrumentos de la narración novelística la historia real del protagonista: el atentado fallido, la detención, el proceso, pero también la infancia de Iveton, la relación con su amada Hélène, sus ideales de justicia social… La literatura repara una injusticia. La literatura rescata del olvido a un ser humano cuyo nombre se diluyó entre las muchas víctimas de una sangrienta guerra.
Haruki Murakami encarna el prototipo de escritor solitario y reservado; se considera extremadamente tímido y siempre ha subrayado que le incomoda hablar de sí mismo, de su vida privada y de su visión del mundo. Sin embargo, el autor ha r...
-Cuando tu vida está en juego, solo hay dos opciones: adaptarse o morir.-
Louise y Ludovic han invertido un año de sus vidas en realizar el sueño de dar la vuelta al mundo a bordo de su embarcación,Jason. En la recta final de su periplo deciden recalar en la Isla San Pedro para visitar la antigua y desierta estación ballenera y astillero de Stromness.
Sorprendidos por una tormenta, la pareja resuelve pasar la noche en tierra, confiando en poder retomar su travesía al día siguiente. Sin embargo, al despertar,Jason ha desaparecido. No hay rastro del navío, y eso solo puede significar una cosa: están atrapados e incomunicados en mitad del Océano Atlántico. El uno con el otro y, pese a todo, solos.
Como dos Robinson modernos, Louise y Ludovic tendrán que luchar por su propia supervivencia. La suya será una batalla incesante contra los elementos y la faz más salvaje de la naturaleza que a su vez los llevará hasta los límites de la moral, el amor y el sacrificio.
Rocío Martínez fue una belleza cuando tenía quince años, aunque ahora ha engordado demasiado y se ha visto forzada a ocultar media cara tras una máscara. Ella será la inspiradora involuntaria del atraco que David el Mono y su primo, Rubén el Chato, planean contra la organización de don Jorge Illescas, un golpe con el que costear la reconstrucción del rostro de Rocío. Don Jorge Illescas se pasa la vida viajando por el mundo, haciendo negocios de dudosa legalidad que le han labrado incontables enemigos, casi siempre acompañado por Tania, su amante, una tratante de arte. El Chino, un matón salvaje y adicto, recibe el encargo de ir tras los pasos de don Jorge, desaparecido desde hace un tiempo, con el encargo de encontrar una valiosa estatuilla que debía de estar en su poder. Y en la búsqueda de esa escultura se dará de bruces, algún tiempo después, con la familia de Rocío y el Mono.
Los aliados han liberado Francia, y las tropas alemanas en retirada conducen a un numeroso grupo de colaboracionistas del gobierno de Vichy al castillo de Sigmaringen. Éste es el punto de partida de De un castillo a otro: más de mil personas angustiadas, sin norte ni futuro, se hacinan en un castillo laberíntico. Pero los castillos de Céline son realmente dolorosos, agitados por los espectros de la guerra, el odio y la miseria. Transparente en su autobiografía, casi a caballo entre la novela y la confesión, con aguda ironía y punzante humor, Céline nos describe a los alemanes en pánico, a una Europa que retumba, a los ministros de Vichy sin ministerio y al mariscal a punto de entrar en el Tribunal Supremo. Con su prosa arrolladora y sincopada, en completo desorden pero con vívida clarividencia, Céline nos narra como nadie el caos la derrota, los excesos y las miserias de la condición humana. Así, este De un castillo a otro, primer volumen de lo que el propio autor concibió como una historia magna, la Trilogía del Norte, es uno de sus libros más demoledores, y bien habría podido titularla el final de la noche, porque es una novela que nos interpela, nos sacude, nos golpea. Una literatura radical que se escribe con las vísceras.
En noviembre de 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Stefan Zweig anotó en sus Diarios: "He tenido que escribir a Romain Rolland, necesitaba desahogarme con un amigo. Aquí nadie me entiende: carecen de la voluntad firme de ser justos". Y precisamente ese elevado sentido de la justicia, así como su fervorosa defensa del pacifismo y de los ideales humanistas, unió al futuro Nobel francés con su más fiel discípulo austríaco. Ambos se pronunciaron públicamente contra la contienda, denunciando en sus cartas las noticias falsas, el odio entre naciones y el egoísmo de los que guardan silencio.