Yo mis cantares lancé a los vientos, yo di a las brisas mi inspiración; tu amor grandeza dio a mis acentos: fine fueron tuyos mis pensamientos en esos himnos del corazón. Salomé Ureña «a mi madre».
Mucho conozco al pueblo dominicano. Abandonado siempre a sus propias fuerzas, ha luchado siempre por su libertad, y siempre sus esfuerzos se han visto coronados por el éxito deseado. Puede por un momento ser dominado por los extraños, porque la sorpresa del acto que cambie su condición política, le embargue los medios de resistencia y acción; más pesado ese primer momento de estupor, se levantará como un solo hombre, obedeciendo a un solo pensamiento, para oponerse a quien pretenda arrebatarle su libertad, su independencia. Tomás Bobadilla
Érase una vez, en algún lugar del bosque, una muchacha llamada Blancanieves que huía de una malvada bruja. En una pequeña casa, habitada por 77 enanitos, encontró refugio. Los simpáticos enanitos estuvieron de acuerdo en que podía quedarse con ellos todo el tiempo que deseara. -¿Nos podrías ayudar un poco con las tareas del hogar? -le dijeron. Esta reinterpretación del cuento clásico de Blancanieves supone un canto a la libertad. Una historia divertida y llena de humor que pone en entredicho los estereotipos aceptados que muy a menudo impiden la educación en la igualdad de derechos y oportunidades de niños y niñas.
Blancanieves era una princesa muy hermosa. Y como su madrastra no soportaba que fuera más bella que ella, un día le encargó a un cazador que se le llevara al bosque. Allí la muchacha encontró una casa con unos habitantes muy peculiares.
El cielo está cada vez más oscuro, el viento empuja las nubes. El hechizo de la Tormenta Final está a punto de comenzar. Ha llegado el momento de que las princesas se enfrenten a la terrible bruja Etheria, señora de las Tormentas y el Rayo...
¡CONOCE LA VERSIÓN DE ESTA HISTORIA CONTADA POR LAS CRIATURAS SUBMARINAS! En esta parlanchina aventura acuática, acompaña a Dory y a sus otros chiflados amigos en una misión para encontrar a su familia. Habrá risas (y no sólo las del pez payaso); habrá lágrimas (principalmente de una almeja desconsolada); y, lo más importante, habrá mucha familia.