Theo Van Gogh es un hombre «sin talento» que cifra su existencia en el amor que profesa al arte y a su hermano Vincent, el artista de la familia, a quien envía dinero y cartas llenas de melancolía. Esta correspondencia hasta ahora inédita, rigurosamente inventada por Julio César Pérez, juega de manera especular con las cartas reales de Vincent a Theo, se interrumpe poco antes de la muerte de ambos y no recoge ninguno de los acontecimientos que marcaron la vida del «loco pelirrojo». Habla, más bien, de las esperanzas y los miedos del menos conocido de los hermanos, del París de los impresionistas, del sentido profundo del arte.
En estas páginas hay sombra, hay muerte y tragedia, pero por encima de todo está la búsqueda, a veces infructuosa, de la belleza. Eso que Julio César Pérez persigue con una libertad insolente.
Toda mentalidad religiosa cree en lo sobrenatural y también en la existencia de un principio del bien y otro del mal que se hallan enfrentados en una lucha de resultado incierto. La «creencia, casi universal, en la comunicación entre los mortales y seres más poderosos que ellos» ha propiciado a lo largo de la historia, en ausencia de razonamiento científico y de pruebas empíricas, cuando no de simple sentido común, la familiaridad de los humanos con seres o criaturas que a veces son relativamente benignos como las hadas, los elfos o los duendes y a veces directamente satánicos.
En su dedicatoria a la reina Isabel, Pulgar define con claridad el propósito de su galería de retratos, dejando clara la raigambre clásica de su inspiración: «Yo, muy excelente reina y señora, criado desde mi menor edad en la corte del rey, vuestro padre, y del rey don Enrique, vuestro hermano, movido con aquel amor de mi tierra que los otros hobieron de la suya, me dispuse a escribir de algunos claros varones, perlados y caballeros, naturales de vuestros reinos, que yo conocí y comuniqué, cuyas hazañas y notables hechos, si particularmente se hobiesen de contar, requería hacerse de cada uno una gran historia. Y por ende, brevemente, con el ayuda de Dios, escribiré los linajes y condiciones de cada uno y algunos notables hechos que hicieron, de los cuales se puede bien creer que en autoridad de personas y en ornamento de virtudes y en las habilidades que tovieron, así en la ciencia como en las armas, no fueron menos excelentes que aquellos griegos y romanos y franceses que tanto son loados en sus escrituras»
La "Colección de relatos de Uji" ("Uji shui monogatari", en japonés) representa una de las más importantes recopilaciones medievales de cuentos de Japón. Sus historias, a menudo de carácter moral o edificante, aunque igualmente ricas en humor y descripciones de costumbres, representan fielmente, desde la tradición oral, la mordaz mirada crítica y el escarnio a la ambivalencia ética de diferentes figuras religiosas. Además, suponen un importante corpus para los estudios japoneses, pues reflejan la disparidad con que las distintas clases sociales interpretaron en este momento temprano las enseñanzas budistas. Este volumen, que pretende dar muestra tanto de su riqueza como de su diversidad, presenta una antología de los principales relatos de la colección, que se acompaña de un minucioso aparato crítico destinado a garantizar su comprensión y el disfrute de su lectura.
Colmillo Blanco narra la vida de un perro lobo llamado Colmillo Blanco y su relación con los seres humanos, especialmente con su dueño, en el territorio de Yukón, durante la fiebre del oro. Colmillo Blanco tiene que adaptarse a los diferentes ambientes en los que se encuentra, desde su nacimiento en la naturaleza salvaje hasta su vida como perro de pelea en un pueblo, y finalmente su transformación al ser domesticado por el hombre. A través de la historia de Colmillo Blanco, London explora temas como la crueldad, la redención y la relación entre el ser humano y el mundo animal. Colmillo Blanco es una de las obras más conocida de Jack London y ha sido adaptada en varias ocasiones para el cine y la televisión.
La acción de esta novela compleja y ambigua, se desarrolla entre dos mundos opuestos, la vida en estado salvaje y el mundo civilizado, que se caracterizan principalmente por la crueldad imperante en ambos. El protagonista, un joven lobezno mitad perro, llamado Colmillo Blanco, va a experimentar un profundo cambio en su vida al encontrarse en su camino con el hombre. Es una novela inolvidable, donde el universo humano es expuesto como un mundo hostil y cruel, en el que, sin embargo, hay cabida para el amor y la esperanza, cuya temática y estructura no delimita, ni exige una edad determinada en el lector.