En enero de 1909, una estafa realizada por un tal Henri Lemoine contra la compañía De Beers dedicada a la explotación de minas de diamantes acabó adquiriendo notoriedad mundial.
Marcel Proust, cuyo estilo ya se estaba perfilando en los primeros esbozos de la Busca del tiempo perdido, tomó este caso para describirlo a la manera de Balzac, Flaubert, Renan, Michelet o Saint-Simon, recurriendo, con ello, “a plena conciencia, a la parodia”, con la idea de evitar “malgastar el resto de nuestras vidas escribiendo parodias involuntarias”, o leyéndolas.
En plena región montañosa de Transilvania, no muy lejos de la aldea de Werst, se alza una fortaleza medieval abandonada, el legendario castillo de los Cárpatos. Aunque lleva siglos deshabitado, Frik, el pastor visionario y vendedor de hechizos, ha podido observar que un humo misterioso sale desde hace unos días de su torreón, y ha comenzado a difundir inquietantes rumores entre las gentes del condado... En el albergue del Rey Matías, cercano al castillo, se han reunido varios aldeanos para comentar el suceso y el escéptico doctor Patak decide partir al día siguiente con la intención de inspeccionar las ruinas acompañado de un joven guardabosques del pueblo. A su regreso del castillo, el relato del doctor provocará el espanto de sus supersticiosos paisanos...
Obra monumental donde las haya, El conde de Montecristo es la cumbre narrativa de Alexandre Dumas, así como el ejemplo mejor logrado del folletín literario gracias a una compleja trama llena de giros argumentales siempre sorprendentes.
Carismático y camaleónico, Edmond Dantès simboliza como nadie los cambios que vivió Francia durante la primera mitad del siglo XIX. Su descenso a los infiernos y su posterior resurgimiento nos deparan la historia definitiva sobre la sed de venganza y justicia. Pero este clásico atemporal va mucho más allá. En sus páginas vemos un poderoso canto a la lealtad y a la perseverancia, el retrato de un proceso irrepetible de aprendizaje y de superación personal, a la par que una de las novelas más influyentes en la cultura popular contemporánea.
El conde de Montecristo es uno de los clásicos más populares de todos los tiempos. Desde su publicación, en 1844, no ha dejado de seducir al gran público con la inolvidable historia de su protagonista. Edmond Dantès es un joven marinero, honrado y cándido, que lleva una existencia tranquila. Quiere casarse con la hermosa Mercedes, pero su vida se verá arruinada cuando su mejor amigo, Ferdinand, deseoso de conquistar a su prometida, le traicione vilmente. Condenado a cumplir una condena que no merece en la siniestra prisión de castillo de If, Edmond vivirá una larga pesadilla de trece años. Obsesionado por su inesperado destino, dejará de lado sus convicciones en torno al bien y el mal, y se dedicará a tramar la venganza perfecta. Historia transida de densidad moral, El conde de Montecristo es, hoy como ayer, una novela amena, iluminadora y fascinante en sus múltiples dimensiones. ?Una de las joyas de la fantasía y la aventura, hoy en una espléndida traducción. IMPRESCINDIBLE leerla, releerla, revivirla.? ROSA REGÀS ?El conde de Montecristo es la novela que me hubiera gustado escribir.? GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ?Dantès sigue vivo. La grandeza de El conde de Montecristo reside en que su venganza, la única posible en aquel y en este mundo de tahúres y sinvergüenzas, también es la nuestra.? ARTURO PÉREZ-REVERTE Alexandre Dumas (1802-1870) fue un prolífico novelista y dramaturgo y una figura literaria clave del siglo XIX francés. Es autor de novelas tan populares e inolvidables como Los tres mosqueteros, Veinte años después y El vizconde de Bragelonne, de las que se han hecho innumerables adaptaciones cinematográficas.
El volumen 5 de la BCRAE presenta la obra más conocida de Don Juan Manuel, El conde Lucanor (1335), colección de cincuenta ejemplos, tres colecciones de proverbios progresivamente más complejos y un tratado de doctrina cristiana.
La unidad de esta obra se debe, por un lado, a su propósito didáctico, de educación de los nobles de su tiempo, y por otro a la constante presencia de dos interlocutores, el conde Lucanor y su ayo Patronio, quien aconseja, a través de los distintos procedimientos didácticos a su disposición, el saber teórico y práctico que necesitaba reunir un aristócrata de su tiempo, y con él cualquier lector u oyente del libro.
Charles Marlow es enviado desde Londres al Congo en busca del responsable de una explotación de márfil, Kurtz, del que hace tiempo no se tiene noticia. Durante esa aventura, que le lleva a adentraser río Congo arriba, Marlow descubrirá la dureza de la oscuridad de una sociedad colonial brutal y miserable impuesta por los europeos en el corazón de África. Conrad traslada a este libro el viaje que realizara como capitán de un mercante, cuando Leopoldo II de Bélgica era propietario del Congo, que le adentró en las tinieblas y le hizo abandonar la vida de marino y la esperanza en la condición humana.