Bajo el título de “Doce lunas”, un poema de la primera época de Eduardo Jordá que sirve para definir una vida de poesía, este volumen ofrece una antología personal en la que cada poema es acompañado por un relato homónimo donde el autor evoca el momento que hizo posible la escritura. No son comentarios ni análisis, sino relatos autónomos que iluminan la gestación del poema y ensanchan su sentido, al revelar la circunstancia de la que partió el poeta. “Un poema ocurre, de repente, sin previo aviso. Vemos algo, o sentimos algo –sin que sepamos muy bien qué es–, y sabemos que ahí hay un poema, que se manifiesta en forma de revelación o epifanía”, escribe Jordá, convencido de que cada poema encierra su propia historia y de que esa historia merece ser contada en una especie de making of. Formada por 55 composiciones en verso y otros tantos relatos asociados, que ven aquí la luz por primera vez, la selección incluye varios poemas inéditos y otros que no han aparecido en volumen exento, sino en revistas y publicaciones sueltas. La relación no sigue un orden cronológico según la fecha de composición o publicación, sino que se estructura según su propia “vida interior”, de acuerdo con el esquema de las doce lunas que da título al libro; dicho de otro modo, los poemas se han agrupado siguiendo la pauta de un ciclo –los meses del año, las fases de la vida– que ya se acerca al final. En realidad, podría decirse que Doce lunas es la autobiografía poética de un autor que no tiene ninguna intención de escribir una autobiografía.
Lola Mascarell regresa a los lugares de siempre con una mirada nueva.
«Lola Mascarell es una poeta excelente. Porque se oculta, porque convierte la propia voz en atril donde susurrar el paso del tiempo, el significado de los gestos, los lugares pequeños donde la epifanía elige mostrarse. Hay en su poesía aroma de bien.» Víctor Herrero
«Lola Mascarell es autora de tres libros que se incorporan a lo mejor de la mejor vertiente de la poesía de su tierra, esa que precisamente celebra la luz (y todo lo que ésta implica), la que es consciente de estar habitando el paraíso.» Juan Marqués
Una historia de amor para dos cuerpos.
El poemario Todas las noches que fuimos humo trata de una historia de amor que transcurre en una habitación de hotel en la Gran Vía madrileña en el espacio de una noche de verano.
Los dos protagonistas se citan para cenar al caer el sol y se despiden a primera hora de la mañana siguiente cuando amanece.
Esa noche ambos pasan por diferentes estados de ánimo, algunos compartidos y otros secretos, y se entregan a lo que sucede debajo de las sábanas: lo íntimo, lo privado, el deseo, la soledad, el miedo y la ternura.
El hilo conductor de este tercer volumen de relatos ambientados en el imaginario pueblo siciliano de Vigàta es el amor: pasión, erotismo, celos e infidelidades son los ingredientes principales de estas ocho nouvelles, sazonadas con el inconfundible sentido del humor de Camilleri y que recuerdan a «Las mil y una noches» y al «Decamerón» de Boccaccio. Camas, sillones y catres son testigos de sustos, confabulaciones, intrigas y una irrefrenable voluptuosidad que atraviesa el libro como un torrente vital que hechiza al lector y lo desarma entre carcajadas. Por estas páginas desfilan divinidades paganas, santos, vírgenes y criaturas circenses puestas al servicio de una astuta y descarada providencia narrativa que, siempre imprevisible, se burla de las expectativas enredando y desenredando a placer. Entre los protagonistas, cuatro equilibristas suecas, las atractivas y fascinantes vikingas voladoras, que montan estruendosas motos como amazonas; un cazador cazado en el uso de sus indiscretas armas de seducción; una joven fervorosa que desea tanto la santidad que, para alcanzarla, termina por corromper y corromperse; o un tío ávido y de singular bajeza moral que cree poder lucrarse de la virginidad de su sobrina huérfana. Ocho historias mordaces y pícaras, pero también llenas de piedad y de ternura, para reflejar la vida inventada de Vigàta entre 1910 y 1950 que el maestro siciliano escribe en un estado de feliz y divertida creatividad.
En estos dos brillantes relatos pacifistas, Stefan Zweig denuncia la deshumanizadora Gran Guerra que pulverizó la libertad y la dignidad de los europeos enfrentados entre sí. Ferdinand, el protagonista del primero, es un joven exiliado en Suiza que, pese a su sentido del deber, no desea comparecer ante el médico militar que lo enviará a la guerra, obligándolo a contribuir a la gran tragedia europea. En «Wondrak», Ruzena lucha en vano por evitar que la monstruosa contienda le arrebate a su único hijo. Como señala Patricio Pron en el iluminador prólogo, para cuando el lector lea estos relatos millones de personas «estarán habitando el mundo en guerra que describió Zweig y, como sus personajes, tendrán que tomar la decisión de si desean pelear por su país o por un propósito más noble y duradero. ¿Puede la literatura ayudarlos a comprender esa decisión? Es posible que sí, y que estos relatos sean una prueba de esa potencia de la ficción».
Argel, 1956. Fernand Iveton, un joven obrero comunista de treinta años, decide mostrar su apoyo a la causa independentista del FLN contra Francia colocando una bomba. La peculiaridad de Iveton es que es un pied noir, es decir, un francés blanco nacido en Argelia, y ese colectivo estaba entonces masivamente al lado del gobierno colonial.
La bomba, estratégicamente dispuesta en un lugar donde no pueda provocar heridos ni víctimas, es desactivada antes de que estalle, y el activista acaba detenido. Es interrogado, torturado y condenado a muerte. Sus abogados piden clemencia a las más altas instancias, entre otros al ministro de Justicia de entonces, que es el futuro presidente François Mitterrand. Pero el perdón no llega, e Iveton se convertirá en el único pied noir ejecutado por el gobierno francés durante la larga guerra de Argelia.
En su momento, el caso sacudió a la opinión pública: ¿era Iveton un héroe o un terrorista? ¿Un idealista o un criminal? ¿Un adalid de la libertad frente al colonialismo o un traidor a su país? El libro reconstruye con los instrumentos de la narración novelística la historia real del protagonista: el atentado fallido, la detención, el proceso, pero también la infancia de Iveton, la relación con su amada Hélène, sus ideales de justicia social… La literatura repara una injusticia. La literatura rescata del olvido a un ser humano cuyo nombre se diluyó entre las muchas víctimas de una sangrienta guerra.
Otras voces, otros ámbitos fue el deslumbrante debut de un jovencísimo Truman Capote. Una novela en la que nos mete «en los laberintos que sólo ofrece una literatura de alto voltaje» (Carmen Martín Gaite), con un universo mórbido e inquietante y unas vívidas e inesperadas imágenes de extraordinaria belleza.
Esta es la historia de un hijo que busca a su padre, de un joven que busca su identidad. A la muerte de su madre en Nueva Orleans, un muchacho de trece años, Joel Knox, es enviado a casa de su padre, a quien jamás conoció. En una ruinosa mansión de una aislada plantación en el profundo Sur viven, con el padre de Joel, su madrastra, Miss Amy, el misterioso primo Randolph –personaje capital de la novela– y la criada, Missouri, a quien su novio apuñaló el día de su boda. Los escasos vecinos son personajes estrambóticos, fuera de lo común: las gemelas Idabel y Florabel, el diminuto centenario Jesus Fever, abuelo de Missouri, y Little Sunshine, el negro ermitaño.
Finalmente, Joel conoce a su padre y se siente decepcionado, atrapado; pretende huir de ese extraño universo hasta que descubre, de pronto, el sentido de los dramas que rodeaban su infancia.
El protagonista de la novela –ingenioso, encantador, bisexual, absolutamente amoral– logró escaparse de un orfanato a los trece años, aprendió el oficio de masajista y se las ingenió para convertirse en un pícaro moderno y codearse con los ricos y los famosos, desempeñando unas veces el papel de confidente, otras el de bufón, y, para los lectores de esta novela, el de divertidísimo cronista de las disparatadas vidas de la jet set. Este libro es, en buena parte, un roman à clef, y, a veces, ni siquiera necesita claves, pues por sus páginas desfilan –junto a retratos tenuemente disfrazados de escritores como Tennessee Williams, actrices como Greta Garbo, millonarios como Stavros Niarchos– personajes reales, como las inefables Mrs. Matthau y Mrs. Cooper, cuyos diálogos sobre la vida y costumbres (preferentemente sexuales) de otros miembros de la alta sociedad están reproducidos con cruel fidelidad. Esta novela inacabada y póstuma es «un ataque venenoso de Truman Capote contra el mundo que le había convertido en objeto de adoración» (Lise Friedman, Vogue).
Siempre supe que mi madre estaba loca. La novela más impactante de Hervé Le Tellier, autor de La anomalía.
Un destacado escritor francés se adentra en su propia historia en esta elocuente reflexión sobre las relaciones familiares disfuncionales.
Hervé Le Tellier no se consideraba a sí mismo como un niño infeliz. Y, sin embargo, entendió desde muy joven que algo andaba mal. Alcanzados los setenta años de edad y con la distancia emocional que facilita el paso del tiempo, Le Tellier se sintió capaz de escribir la historia de su familia.
Abandonado temprano por su padre y criado en parte por sus abuelos, se vio profundamente afectado por la relación con su madre, una mujer con problemas y con percepciones dañinas sobre el amor.
En este relato perspicaz y profundamente personal, Le Tellier intenta recordar tiempos difíciles sin ira ni arrepentimiento y, a veces, incluso con humor.
Noviembre de 2008: Barack Obama gana las elecciones. Entre los republicanos cunde el desánimo e incluso la inquietud ante la deriva que puede tomar el país. Algunos de los millonarios donantes del partido están tan alarmados que deciden tomar cartas en el asunto y actuar.
Uno de ellos, el Pez Gordo, con residencia en Palm Springs, se pone al frente de una potencial conspiración, para lo cual convoca a varios colegas con grandes fortunas y a algún viejo amigo con contactos de muy alto nivel en Washington. A las reuniones se incorporan también un juez y hasta un general de pasado y presente algo difuso.
Y mientras estos patriotas preocupadísimos por su país (y también por sus bolsillos) urden maquinaciones para manipular a la opinión pública y, llegado el momento, actuar contra el gobierno salido de las urnas, en el frente familiar al Pez Gordo todo se le desmorona. Su mujer Charlotte tiene un serio problema de alcoholismo y soledad, que acaba estallando. Y su hija adolescente Meghan, que está terminando sus estudios de secundaria en un elitista colegio privado y preparándose para entrar en la universidad, empieza a cuestionarse si las cosas son como se las han contado…