En la isla de Ayiti, el pueblo taíno lleva una existencia pacífica, en armonía con una naturaleza generosa. Sólo los ataques regulares de los caribes perturban este entorno idílico. Tras perder a su mujer en un asalto de sus enemigos de siempre, Mabó tiene una única obsesión: crear un sistema de defensa que permita a su pueblo vivir en paz para siempre.
Para su desgracia, el collar de fuego no servirá de nada contra los conquistadores. Los caballos de los blancos corren más rápido que el viento, sus perros cazan y destrozan a los más débiles sin piedad, sus palos de fuego escupen la muerte. A pesar de sus intentos de resistencia, los taínos son rápidamente subyugados, y pronto acompañados por los damnificados arrancados al continente africano.
A través de la historia de Mabó, su hija Guanina y sus compañeros, "Los hombres buenos" nos lleva al corazón de una civilización olvidada, aniquilada en pocas décadas por la codicia, la violencia, la enfermedad y la esclavitud.
En este libro tratamos de aclarar algunos conceptos relacionados con los medios masivos de información, así como el papel que éstos desempeñan en la sociedad, ya que se ha generalizado la frase “medios de comunicación” para designar a los medios que llevan informaciones al público y creemos que estos deben llamarse “medios de información”.
Esto lo hacemos partiendo de la premisa de que cuando nos referimos al término comunicación, no nos estamos refiriendo al proceso mediante el cual la población de un país recibe informaciones sobre los hechos acontecidos tanto en ese país, como en el resto del mundo.
Los muertos hablan en idioma forense, una obra biográfica en clave de tragicomedia negra, recopila en forma de anécdotas en extremo singulares, las dilatadas experiencias de Francisco J. Díaz (MD FCAP FASCP), Chief Medical Examiner, Office of the Chief Medical Examiner, en Washington, DC., patólogo de origen dominicano, con especialidades en patología forense y autopsias, patología anatómica y patología clínica.
Sus vivencias acumuladas desde hace más de veinte años sin dudas harán estremecer al lector, a la vez que permitirán derribar de manera jovial, con fina ironía, ciertas imágenes preconcebidas en torno a las víctimas y sus disímiles circunstancias, a la hora de conversar en silencio con quien las examina detenidamente.
Pocos dominicanos han leído estos dieciséis relatos de viajeros extranjeros que visitaron nuestro país entre 1850 y 1929 y que hoy, por primera vez, han sido traducidos al español.
Bernardo Vega se ocupó de ayudar a ubicarlos y seleccionarlos, logró su traducción y los editó con sus propios comentarios, agregando más de 160 ilustraciones de la época.
Estos relatos fueron originalmente capítulos de varios libros sobre viajes a las Antillas, todos difíciles de encontrar por su rareza y describen la cotidianidad dominicana, esa "pequeña historia", así como las experiencias de esos viajeros durante un período de casi ochenta años de nuestra historia republicana que se caracterizó, precisamente, por los enormes cambios que tuvieron lugar en nuestra sociedad.
Algunos de los autores aquí incluidos fueron simples turistas escritores, pero otros eran diplomáticos o personas que vinieron en misiones específicas, como, por ejemplo, para intentar traer emigrantes o promover el Protestantismo.
Las enormes dificultades de transporte dentro del país, la humilde forma de vida del campesino, la magra comida, los modestos hoteles, así como entrevistas con personalidades dominicanas, discurren frente a un lector que reirá algunas veces y se ofenderá en otras, ante la forma en que esos "primeros turistas" cuentan sus aventuras entre nuestros antepasados.
* Tomado de la primera versión en español, Fundación Cultural Dominicana, 1991.
Esta obra es un amplio glosario de una variante del idioma español que expresa sentimientos y hechos de manera sintética y precisa, con denominaciones resumidas y sentidos figurados que ahorran palabras y crean imágenes de manera magnífica.
[Soto Jiménez] nos aporta esta obra testimonial de su experiencia vivencial y la de muchos otros, que han abrazado con persistencia la profesión castrense, lo que permite al lector, no importa sus quehaceres y nivel cultural, conocer en términos precisos la cosmovisión militar dominicana sin ningún desperdicio ni olvido. Es como si de repente y de un tirón, una mano para nada intrusa, nos levantara un velo y nos permitiera ver los intersticios de una realidad, que quizás sin saberlo, está más cerca de nosotros los civiles, de lo que nosotros creemos y talvez queramos.