Con la misteriosa desaparición de Fanshawe, amigo de la infanciadel narrador de la historia, éste recibe la extraña peticiónde decidir cuál de los manuscritos que Fanshawe escribió a lolargo de los años es merecedor de ser publicado. Mientras sesumerge en la obra de su amigo, irá absorbiendo también sus vivencias.
Instalada en la casa que heredó su padre y con la sola compañía de una periente anciana, Eszter es una mujer soltera que vive con la placidez y tranquilidad de quien ha logrado adaptarse a lo que la vida le ha deparado. Hasta que un día, inesperadamente, recibe un telegrama de Lajos, viejo amigo de la familia, anunciando su inminente visita. Canalla encantador y sin escrúpulos, cuyas magníficas dotes de actor le confieren un poder de seducción irresistible, Lajos no sólo traicionó a Eszter, sino que también destruyó a su familia y les quitó todo lo que poseían, salvo la casa en la que viven y cuyo jardín es su único y escaso medio de subsistencia. Ahora, tras una prolongada ausencia, Lajos regresa y Eszter se prepara para recibirlo conmovida por un torbellino de sentimientos contradictorios. Con la inevitabilidad del destino como eje central de la narración, La herencia de Eszter se desarrolla de una forma totalmente inesperada y paradójica. El vividor y mentiroso Lajos, con su inagotable energía, es un vendaval de vitalidad, alegría y pasión por la vida que sólo por el hecho de existir pone permanentemente en entredicho la aparente solidez de las convenciones morales más arraigadas.
Lucía lleva diez años con Ramón. Sus vidas transcurren sin pasiones ni tropiezos, hasta el día en que deciden pasar el fin de año en Viena y Ramón desaparece en el aeropuerto. Lucía no se conforma con que el caso lo resuelva la policía y, gracias a la ayuda de Adrián, un extraño joven, y del anarquista Fortuna, investiga por su cuenta el paradero de Ramón... Pero eso que parece un drama se convierte en una oportunidad para vivir con más intensidad.
Para Simón Axier, uno de los principales actores teatrales norteamericanos, todo ha terminado. Ya sexagenario, ha perdido su magia, su talento y la seguridad en sí mismo. Imagina que la gente se ríe de él, no es capaz de fingir que es otra persona. Su mujer se ha ido, su público le ha abandonado, su agente no puede persuadirle de que vuelva a actuar. De repente estalla otra trama: un deseo erótico fuera de lo corriente que sirve de consuelo a su vida desposeída, pero que es tan arriesgado y aberrante que no apunta hacia el alivio y la gratificación, sino a un final aún más sombrío y espantoso.
La inmortalidad: A partir del gesto encantador de una mujer, surge el personaje de Agnes, alrededor de la cual aparecerán su hermana Laura, su marido, Paul, y el mundo contemporáneo, que idolatra a la tecnología y la imagen. Y es que tal vez el hombre no sea sino su imagen, reflexiona Rubens, a quien sólo le quedan dos o tres fotografías mentales de la más excitante de sus amantes. Pronto, las aventuras de esos personajes imaginarios se mezclan con las de dos candidatos a la inmortalidad, Goethe y Bettina von Arnim, mientras la reflexión sobre el nacimiento del homo sentimentalis se alterna con las peripecias del singular profesor Avenarius.
Sobre el fondo del mundo teatral y artístico del París de la primera mitad del siglo XX, Simone de Beauvoir recrea con sólido talento el inicio, la evolución y la disgregación de un triángulo amoroso formado por dos adultos y una jovencita que, a su vez, sirve para poner en cuestión el modelo burgués de pareja y de familia. En esta impactante novela aparecen ya los grandes temas que caracterizan a esta autora (la acción y la libertad individuales), y la profundidad de los personajes y la exploración acerca de sus sentimientos convierten a La invitada en una de sus mejores obras.
SIMONE DE BEAUVOIR (1908-1986), escritora francesa, fue también inseparable compañera de Jean-Paul Sartre durante más de cincuenta años. Su obra abarca tres vertientes: la literaria (La invitada, Los mandarines), la ensayística (El segundo sexo) y la memorialística (Memorias de una joven formal, La plenitud de la vida, La fuerza de las cosas, Final de cuentas y, tras la muerte de Sartre, La ceremonia del adiós).
Traducción de Silvina Bullrich