Novela gráfica que adapta la famosa obra de Arturo Pérez Reverte.
1812, Moscú: Napoleón se juega su imperio en la próxima batalla. Su destino está en manos de un batallón de españoles, el 326 de infantería de línea: rebeldes, desharrapados, feroces y suicidas. Pero el 326 no olvida la invasión francesa en España, ni el sangriento 2 de Mayo en Madrid… ¿Quién es entonces su verdadero enemigo?
Bienvenidos al hotel Forest Manor, un encantador establecimiento en el que tanto los huéspedes como el personal son como de la familia. Excepto Izzy y Lucas, claro, pues la rivalidad que hay entre ellos es tal que incluso les han prohibido coincidir en el mismo turno.
Tras dos años de penurias, tal vez haya llegado el momento de que el hotel cierre sus puertas para siempre. Pero entonces Izzy devuelve un anillo perdido a su dueño y la recompensa que recibe convence a la dirección de que tal vez hayan encontrado la solución a sus problemas. Quedan cuatro anillos más en la caja de objetos perdidos, y recae sobre Lucas y ella la responsabilidad de salvar sus empleos.
Conforme su amarga enemistad va tornándose en algo diferente (y mucho más complicado), ambos comienzan a preguntarse si podría estar en juego mucho más que el destino de su querido hotel... ¿Podrán salir de diciembre con el corazón intacto?
No pudo evitar preguntarse por qué el asesino de sus padres la quería viva. Y si eso no era una razón suficiente para desear estar muerta.
Cuando la mañana del 10 de agosto del año 30 a.C. la reina egipcia Cleopatra es encontrada muerta por la guarnición romana encargada de custodiarla para llevarla a Roma para el desfile triunfal de Octavio, la cólera de los romanos recae sobre sus dos hijos mellizos, Cleopatra Selene (Luna) y Alejandro Helios (Sol), de apenas diez años. Son acusados de haber ayudado a su madre a darse muerte, escatimando así el golpe de efecto que hubiese tenido la presencia de la orgullosa egipcia encadenada por las calles de Roma. Los mellizos, juntos con su hermano menor, Ptolomeo Filadelfo, son apresados y llevados a la península itálica. Son los hijos de la reina vencida y del triunviro Marco Antonio, que se ha suicidado también ante la victoria de Octavio.
Los niños llegan horrorizados a Roma en compañía de su tutor y son obligados a desfilar encadenados ante el carro de Octavio, el futuro emperador Augusto, pero su corta edad despierta la compasión del pueblo romano. En la creencia de que quizá puedan serle útiles en el futuro, Octavio accede a perdonarles la vida y ponerlos bajo la tutela de Octavia, su hermana y la legítima esposa de Marco Antonio, la mujer a la que abandonó para unirse a Cleopatra.
Tokyo. Fragmentos es la primera obra que se publica en España de Leopold Federmair, escritor y traductor austriaco nacido en 1957 y que desde 2002 reside en Japón. En este libro, estructurado como un paseo literario por el Japón contemporáneo, visitamos a Kenzaburo Oé, vamos al cine, entramos en hoteles, tiendas, bares o en el hospital en el que han ingresado a Mayuko, la hija del autor, viajamos en tren, paseamos por parques o por zonas residenciales, y también encontramos comentarios sobre literatura y música o reflexiones sobre el sistema educativo, el urbanismo o la cultura de Japón. Como señala en su epílogo Daniel F. Hübner, profesor de la Universidad de Zaragoza, «todo ello tiene cabida aquí, en este paseo que adquiere rango de género literario en cuanto permite dotar de unidad a los diversos fragmentos en los que a modo de capítulos se encuentra dividido el libro». Pero, tal como apunta asimismo el profesor Hübner, «este libro no solo ofrece a sus lectores un fascinante recorrido por los múltiples fragmentos en los que se descompone la caleidoscópica realidad del Japón contemporáneo. Su interés radica también en lo que revela de la persona —o del personaje— que está presente en estas páginas, ese paseante que observa una ciudad y sus gentes con la inocente sabiduría de una niña y el amplio bagaje de vivencias y referencias culturales de un escritor cosmopolita en plena madurez creadora.
Una relación enferma, llena de epifanías y decepciones, herida por los prejuicios y el hostigamiento familiar, si no por el mismo impulso que la hizo nacer. Concebido como un epílogo al filme «Fanny y Alexander» y convertido en serie de televisión y largometraje por Bille August como «Las mejores intenciones» (ganador, a su vez, de la Palma de Oro en Cannes), «La buena voluntad» es quizá el título más importante de la obra de Bergman como escritor. La cercanía sentimental del autor con lo narrado y el peso de los protagonistas en la formación de su propia sensibilidad convierten esta novela en la más íntima de sus indagaciones en las pasiones humanas, un rotundo testimonio de la conducta de hombres y mujeres que Bergman aprovecha para revisar y fijar la nómina completa de sus obsesiones: la incomunicación, los secretos, la mentira, la culpa, las relaciones de poder en el seno de la familia, el vértigo sexual, la convivencia en pareja, la esperanza (o la fe) y su pérdida. Y el rencor, como incesante y mórbido baile de máscaras.
Si bien William Carlos Williams debe gran parte de su reconocimiento a la poesía, en la que introdujo conceptos novedosos como el «pie variable» y con la que trató de aprehender un habla típicamente americana en contraposición al inglés europeo, destacó también de manera importante por sus relatos en prosa. Williams, que ejerció durante toda su vida como médico de cabecera y pediatra —ejercía de día y escribía de noche hasta caer rendido—, dedicó un buen número de historias a su profesión y plasmó una sentida y conmovedora semblanza de los hombres y mujeres corrientes. Tanto por su ocupación como por su penetración psicológica y su interés en el ciudadano de a pie y el campesino, a menudo se ha comparado a Williams con Antón Chéjov. Gran impulsor del uso del habla coloquial en su narrativa, sus aportaciones al diálogo interior y el flujo de conciencia lo situaron en la vanguardia literaria de la primera mitad del siglo XX. Pero hoy son el sustrato íntimo de sus personajes y la insondable honestidad de su mirada los que, unidos a su estilo conciso y sugerente, nutrido de imágenes imborrables, lo han convertido en un clásico y en un autor poderosamente vivo para los cánones contemporáneos.