Las cosas están a punto de ponerse muy complicadas en Nueva Orleans. Ivy Morgan no es una universitaria cualquiera, ni su vida es tan tranquila como podría ser la de una chica de su edad Ella pertenece a la Orden, una organización secreta encargada de combatir hadas y otras criaturas diabólicas que se mueven por el Barrio Francés de Nueva Orleans. Cuatro años atrás, esas criaturas le arrebataron a las personas que amaba Y desde entonces no puede permitirse querer a nadie. En un trabajo como el suyo los vínculos emocionales están prohibidos. Entonces aparece Ren Owens, con sus ojos verdes y su metro noventa de tentación, a desestabilizar las barreras que ella misma se había impuesto Y es que Ren es la última persona que Ivy necesita en su vida. Bajar la guardia con él es tan peligroso como ir a la caza de las hadas infernales que asolan las calles. Ivy necesita algo más que las exigencias de su deber, pero ¿valdrá la pena abrir su corazón? ¿O quizás el hombre, que reclama su alma y su corazón, podría causarle más daño incluso que los seres antiguos que amenazan la ciudad?
¡Vuelve a disfrutar con la serie más adictiva en una cuidada edición especial!
En el Pandemonium, la discoteca de moda de Nueva York, Clary sigue a un atractivo chico de pelo azul hasta que presencia su muerte a manos de tres jóvenes cubiertos de extraños tatuajes. Desde esa noche, su destino se une al de esos tres cazadores de sombras, guerreros dedicados a liberar a la tierra de demonios y, sobre todo, al de Jace, un chico con aspecto de ángel y tendencia a actuar como un idiota…
A workaholic is faced with striving for the one goal she never wanted: love.
Campbell Andrews despises exactly three things in life: incompetence, tardiness, and love stories. Making partner at her law firm at thirty-four, she has no time for anything or anyone else. And certainly no respect for those who choose love over work. That is, until she wakes up in Heart Springs—her own personal hell.
The good news? She’s not dead. She’s been magically transported to a small town straight out of the Hallmark channel, complete with a meddling mayor, seasonal festivals, and friendly townsfolk. Cam can’t stand it, but in order to make it back to her real life, she has to fulfill three tasks . . . foremost among them, experience true love. It seems impossible. But anything’s possible with a change of heart.
Darling Seabreak cannot remember anything before the murder of her family at the hands of House Dragon, but she knows she owes her life to both the power of her Chaos Boon and House Kraken for liberating her from the sewers where she spent her childhood. So when her adoptive Kraken father is captured in battle, Darling vows to save him—even if that means killing each and every last member of House Dragon.
Talon Goldhoard has always been a dutiful War Prince for House Dragon, bravely leading the elite troops of his brother, the High Prince Regent. But lately his brother’s erratic rule threatens to undo a hundred years of House Dragon’s hard work, and factions are turning to Talon to unseat him. Talon resists, until he’s ambushed by a fierce girl who looks exactly like the one his brother has painted obsessively, repeatedly, for years, and Talon knows she’s the key to everything.
Together, Darling and Talon must navigate the treacherous waters of House politics, caught up in the complicated game the High Prince Regent is playing against everyone. The unlikeliest of allies, they’ll have to stop fighting each other long enough to learn to fight together in order to survive the fiery prophecies and ancient blood magic threatening to devastate their entire world.
Scars exist to remind us of what we’ve survived.
DETACHED
Since Shelbi enrolled at Windward Academy as a senior and won’t be there very long, she hasn’t bothered making friends. What her classmates don’t know about her can’t be used to hurt her—you know, like it did at her last school.
WASTED
Andy Criddle is not okay. At all.
He’s had far too much to drink.
Again. Which is bad.
And things are about to get worse.
When Shelbi sees Andy at his lowest, she can relate. So she doesn’t resist reaching out. And there’s no doubt their connection has them both seeing stars . . . but the closer they get, the more the past threatens to pull their universes apart.
Todo el mundo quiere saber cómo lo hace Zoe. Su familia, ese chico tan mono con el que se cruza siempre en la pista de hielo y sus compañeros de clase. Quieren saber exactamente cuántos kilos marca la báscula y cuántas calorías consume al día, y si no le preocupa no despertarse a la mañana siguiente. Quieren saber por qué, pero no quieren oír la verdad, porque la verdad no es sensacionalista.
La verdad es que Zoe no se siente suficiente para su familia, ni para ese chico con el que se cruza siempre en la pista de hielo, ni para sus compañeros de clase. Ni siquiera se siente suficiente para la enfermedad.
La verdad es que Zoe se considera más monstruo que chica, sin llegar a ser un monstruo del todo.
La verdad es que nunca es todo o nada.
No hay una verdad absoluta, pero la paz existe, la tranquilidad existe, la recuperación existe.
Y si Zoe aprende a aceptar la ayuda de quienes quieren saber cómo, quienes quieren saber por qué, las terminará conociendo.