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BREVIARIO DE LOS VENCIDOS

Escrito en París entre 1940 y 1946, Breviario de los vencidos es el último libro que Cioran escribió en lengua rumana. Tras una corta estancia en Alemania como becario y una fugaz experiencia como profesor de filosofía en un instituto de Brasov, que el propio autor no dudó en calificar de «catastrófica», Cioran se instala definitivamente en la capital de Francia. A partir de entonces escribirá todos sus libros en francés. Imaginemos a este «antiprofeta del siglo xx» mientras pasea su soledad por las noches de París en uno de los momentos más terribles que atraviesa la ciudad, acosado por el insomnio y el tedio que suscita en él el pobre espectáculo de una civilización debilitada. En las primeras páginas de este libro, Cioran declara: «Vivir: especializarse en el error. Burlarse de las verdades indubitadas, no hacer caso de lo absoluto, tomar a broma la muerte y transformar lo infinito en azar. […] El mero hecho de ser es tan grave que, comparado con él, Dios es pura bagatela». Con apenas treinta años, cuando empieza la redacción de este anticonvencional «breviario», su autor ya es plenamente dueño de unas obsesiones que nunca dejarán de acompañarle: el esteticismo que hace del arte la única excusa para seguir en este mundo; el nihilismo que busca en el goce del instante el único absoluto o la nostalgia de un paraíso del que fuimos expulsados. Provocador, irónico y sarcástico como pocos autores, los aforismos de Emil Cioran son una lectura adictiva.
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BREVIARIO DEL VIEJO CORREDOR

«Lector, no quieras ver en este libro una guía, un protocolo, un método, pues no es un compendio de consejos, ni de preceptos, ni de vías para alcanzar meta alguna. Lo que encontrarás en estas páginas serán fragmentos hilvanados, reflexiones de un viejo corredor en las que se mezclan el correr con el dibujar y la orografía con la vida. Correr y dibujar han devenido, con el paso de los años, dos de mis actividades nucleares. Empecé a dibujar casi al mismo tiempo que empecé a correr. Descubrí la cortísima distancia que separaba la mano de la mirada, el ojo de la pisada, el lápiz de lo que la mente captaba. Dibujar es una manera de mirar despacio. Correr campo a través es percibir el tiempo geológico, entender que todo, incluso lo pétreo, está siempre en constante movimiento. Así que corre a menudo. Trota tranquilo. Déjate llevar por el terreno. Mira cuando corras. Mucho se habla de las piernas y pies del corredor, pero lo fundamental es mirar, atender la orografía. Anciano corredor, cuida tu mirada. Evita las caídas. Pero si caes, no te resistas. Hazte uno con el suelo. No compitas. No corras para obtener triunfo alguno. Cuando corres te descubres. No intentes su­perarte a ti mismo, no intentes superar al terreno. Respira tranquilo. No hay metas. El horizonte es la meta. El horizonte nunca llega».
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BREVIARIO PARA CIUDADANOS LIBRES (BOL)

Thoreau amaba viajar y pasear por los bosques era una de sus actividades predilectas. Estos viajes siempre fueron una forma de elevación espiritual y de autoconocimiento. Lo mismo puede decirse de su célebre retiro de dos años en los bosques de Concord, recogido en la obra que más popularidad le granjeó, Walden. El pensamiento de Thoreau está anclado en dos ejes claros, el respeto a la naturaleza y el compromiso social. Su filosofía, condensada en la idea de vivir en comunión con la naturaleza del modo más sencillo posible, se encuentra en forma de reflexiones breves en este volumen. A través de fragmentos extraídos de sus obras, esta edición permite acercarse a la filosofía de Thoreau, que no ha perdido ni un ápice de su vigencia y se revela hoy más necesaria que nunca.
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