Hegel es hoy un filósofo incómodo. Incomoda la secreta vigencia de su pensamiento, su condición de rocoso contemporáneo clandestino contra el que, antes o después, topa cualquier filósofo vivo. Incomoda su prosa, inextricable para el lector común y extenuante para los iniciados. Incomoda la lucidez y crueldad de sus ideas, nada edificantes y completamente inservibles para manuales de autoayuda. Incomoda su defensa del trabajo filosófico como un descenso al infierno antes que como un camino de salvación.
Lejos de ser un estudio corriente, Hegel y el cerebro conectado nos muestra nuestro mundo actual bajo una perspectiva hegeliana. Slavoj Žižek analiza las consecuencias de la creación de un vínculo entre nuestros procesos mentales y una máquina digital y explora el concepto de singularidad al que da lugar el hecho de compartir con otras personas nuestras experiencias y pensamientos. El autor profundiza en la cuestión de cómo esto influye en nuestra experiencia y nuestra condición de seres humanos libres, explorando lo que sucede con el espíritu humano, con nuestra subjetividad y con la esencia misma de ser humanos cuando una máquina puede leer, procesar y descomponer nuestros pensamientos.
Con su característico brío y entusiasmo, Žižek pone a Hegel en relación con el mundo en el que vivimos y nos muestra por qué es mucho más interesante de lo que la gente cree, y por qué el siglo XXI podría ser hegeliano.
Una profunda exploración teórica de la filosofía hegeliana en torno al poder que nos permite realizar un análisis crítico del espíritu de Hegel.
Al examinar la filosofía de Hegel en función del fenómeno del poder, esta obra sondea su núcleo mismo: el poder no es un componente marginal del sistema hegeliano sino su confi-guración interior. Por tanto, ha de ser presentado en toda su complejidad, con todo su resplandor y también con sus límites, porque el poder no siempre se manifiesta en la coacción, la opresión o la violencia. Por el contrario, su auténtica manera de expresarse es en la concordia. Así, el poder se vincula con el otro: habilita al uno a continuarse en el otro. Favorece así una continuidad del sí-mismo.
Frente a la palabra del poder, que se presenta como término de libertad o como palabra de amor, Byung-Chul Han pretende hacer visible un concepto completamente distinto que brilla a pesar de -o incluso gracias a- la ausencia de poder: la amabilidad.