Europa surgió del conflicto, la vecindad y la mezcla entre Roma y los bárbaros, que dirigieron legiones, gobernaron territorios e incluso convirtieron a sus descendientes en emperadores. Esta obra se adentra en el estudio de algunos de esos bárbaros, que, lejos de combatir contra el imperio, lo hicieron por él y que lejos de querer destruirlo, lo salvaron durante años. Sus biografías son las de un mundo complejo, violento, cambiante y traicionero, así como el de una tierra de nadie que era un poco de todos.
Federico Romero, creador del portal Historia y Roma Antigua, desentierra la agitada historia de los últimos e inesperados defensores de Roma, una potencia atrapada en un círculo vicioso que le llevó hasta el suicidio.
El clásico de la filosofía política sobre las contradicciones de la democracia representativa.
En 1970, Robert Paul Wolff publicó este breve texto en el que se posicionaba claramente a favor de la escuela del anarquismo filosófico. Se basaba, para ello, en la imposibilidad de conjugar una plena autonomía individual con una autoridad estatal legítimamente moral. El libro vendió más de doscientos mil ejemplares de la primera tirada, y se convirtió rápidamente en un libro de referencia.
Wolff no duda en arremeter contra la democracia liberal representativa, que le parece una solución insuficiente -ya que nunca representa la voluntad de toda la población- al conflicto entre autoridad y autonomía, y aboga por una participación directa de los ciudadanos en las decisiones políticas que culmine idealmente en una unanimidad consensuada. Solo así el poder de los estados sobre los ciudadanos llegaría a ser legítimo. Wolff no ignora, sin embargo, las dificultades de un proyecto como este, que navega en aguas de la utopía. Ante la alienación de nuestra autonomía individual y el colapso de la legitimidaddel Estado, Wolff propone que nos entreguemos al anarquismo en lugar de sacrificar nuestros deseos políticos personales.
El excitante retrato de una época en la que la erudición, la sensualidad y los excesos iban siempre de la mano.
París, 1933: Jean-Paul-Sartre, Simone de Beauvoir y Raymond Aron están reunidos tomando cócteles de albaricoque en el bar Bec-de-Gaz, en la calle Montparnasse. Aron les tienta con un nuevo marco conceptual aparecido en Berlín, la fenomenología. «Si eres fenomenólogo puedes hablar de este cóctel y hacer filosofía con él», les dice.
Esa sencilla frase puso en marcha un movimiento que inspiró a Sartre a integrar la fenomenología con su propia sensibilidad humanística y crear un enfoque filosófico completamente nuevo, inspirado en la libertad radical, el ser auténtico y el activismo político. Ese movimiento arrasaría en los clubes de jazz y cafés de la Rive Gauche, y luego llegaría a todo el mundo bajo el nombre de «existencialismo».