¿Qué casa se está quemando? ¿El país donde vives, Europa o el mundo entero? Tal vez las casas, las ciudades, ya se han quemado, sin que sepamos desde hace cuánto tiempo, en una única, inmensa hoguera, que hemos fingido no ver. De algunas sólo quedan trozos de muros, una pared con frescos, restos del techo, nombres, muchísimos nombres, ya engullidos por el fuego. Con todo, los cubrimos tan cuidadosamente con enlucido blanco y palabras mendaces que parecen intactos.
El sexo ¿es una noción indeleble de la biología o es una construcción performativa? En Cuerpos que importan, Judith Butler continúa la reflexión iniciada en El género en disputa sobre el carácter performativo de la sexualidad y del género, y reconsidera sus propios aportes a la teoría crítica y feminista durante la última década.
En esta ocasión, Butler sostiene que las teorías de género deben volver a la dimensión más material del sexo y la sexualidad: el cuerpo. Demuestra cómo el poder —indisociable de ciertas categorías discursivas y de las diferencias sexuales— restringe el sexo desde el principio, inevitablemente delimitando a su vez su materialidad.
A través de la lectura de textos de Platón, Freud, Lacan, Foucault, Žižek e Irigaray, la autora examina y debate sobre las maneras en las que opera la hegemonía heterosexual para moderar cuestiones sexuales y políticas. De este modo examina la categoría de identidad y sus alcances políticos, y se coloca en el centro de los debates de la teoría feminista y de las políticas queer.
En su conjunto, el pensamiento de Nietzsche tiene una vertebración que es necesario mostrar. Esto es lo que, ante todo, se propone este libro: hacer ver los vínculos que dan consistencia y justifican la capacidad de este pensamiento para iluminar nuestro presente. Nietzsche introduce un nuevo concepto de filosofía como estudio e interpretación de las prácticas culturizadoras características de nuestra tradición europea, de sus creaciones (ciencia, religión, arte, política, derecho, técnica, economía, etc.) y de los juicios de valor que las sustentan. A partir de la idea de que sin una moral el ser humano no habría podido superar el nivel de la animalidad, comprende la verdadera naturaleza de las prescripciones morales como condiciones de existencia y dispositivos para la configuración de un cierto estilo de vida propiamente «europeo». Sin embargo, la decadente evolución de esta forma de ser humano, por un lado, y el «nihilismo» en su contemporánea proyección global, por otro, reclaman nuevos valores con los que inaugurar otra época e impulsar un nuevo giro histórico.
Hace no muchos años Rafael Gambra observaba cómo la filosofía, confinada a los círculos de especialistas, se había convertido en un saber imprescindible tanto para los expertos como para el público en general, debido a la inquietante presencia de técnicas destructivas y por la presión que ejercían las nuevas doctrinas políticas sobre la comunidad.
Hoy esa necesidad se ha agudizado intensamente a causa de las nuevas tecnologías de comunicación que llenan y desbordan nuestra capacidad intelectual hasta impedir cualquier respuesta racional ante la avalancha que paraliza nuestras mentes por inundación.
Pero la filosofía no es conocimiento de fácil acceso en sí mismo por albergar un conjunto inabarcable de sistemas heterogéneos. De ahí que nuestra época exija recurrir al pensamiento sensato que, partiendo de evidencias indudables, se atiene a la experiencia cotidiana anterior al alud de opiniones que las modas enaltecen transitoriamente.
En 1565 Richard Breton edita en París Les Songes drolatiques de Pantagruel, una colección de 120 estampas grabadas en madera por un autor anónimo, que las firmó utilizando el nombre de Rabelais. El artista desconocido que grabó las estampas pudo ser François Desprez. Una selección de 25 estampas de Desprez fueron la inspiración directa de la serie de 25 litografías de Salvador Dalí tituladas también Les Songes drolatiques de Pantagruel. Dalí mantuvo las composiciones originales, introduciendo pequeños detalles que subrayaban su carácter fantástico. El imaginario carnavalesco pasa por el filtro de la «paranoia-crítica» daliniana, en una expansión de la estética de lo grotesco. Ese ciclo satírico-surrealizante sirve como pretexto visual para revisar a ese artista extravagante que llegó a decir que «la belleza será comestible o no será». Dalí canibaliza el mundo pantagruélico y nos invita a degustar un menú que es más inquietante que sabroso.
¿Por qué son tan fascinantes las montañas? Antaño temidas como horribles moles de piedra, son consideradas desde la época de Rousseau como un lugar de alivio y serenidad, en contraste con las degeneradas ciudades, y despiertan una atracción que no decae. Hijo de la nieve y los abetos, criado en Austria y Suiza, el autor tiene también una relación muy especial con el tema: cuanto más alto sube, más cercano es el reencuentro con su juventud. De modo que este libro es, en realidad, una especie de autobiografía sensorial en la que todo contribuye al recuerdo del pasado.
Escalar significa oxigenar el espíritu, volver a conectar alma y cuerpo en un único bucle, un ejercicio de amistad que une a los compañeros de cordada… Pero, ¿por qué subir a la cima si solo es para volver a bajar, por qué el dolor de ascender se convierte en placer, por qué lo absurdo de esta práctica hace que lo absurdo de la existencia parezca trivial, qué metafísica de lo absoluto está aquí en juego; qué desafío al tiempo, al envejecimiento, al pánico y al peligro? ¿Queda espacio para una ontología del heroísmo en nuestros tiempos postheroicos?
Con un estilo resplandeciente y sensual, este ensayo es un compendio de cosas vistas y leídas, de literatura y filosofía, de los rituales de una práctica apasionada y de preguntas sobre la destrucción de nuestro ecosistema; el crepúsculo de una forma de entender la aventura y, en último extremo, el sentido de la vida.
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