La película de George Cukor de 1944, que popularizó el término gaslighting (o luz de gas), describe las manipulaciones del marido de Paula para llevarla al borde de la locura al hacerle dudar de su percepción de la realidad.
En Luz de gas, la filósofa Hélène Frappat ofrece una definición histórica, sociológica, política y filosófica de este fenómeno que ha trascendido las fronteras de las relaciones personales para convertirse en una herramienta de control más en todos los ámbitos. Desde la manipulación en las relaciones interpersonales hasta el negacionismo histórico, Frappat nos demuestra cómo el gaslighting no constituye solo una forma de maltrato físico y psicológico (especialmente hacia las mujeres), sino también un sistema diseñado para socavar los cimientos de la verdad y de la realidad.
Mediante una profunda lectura filosófica, Frappat nos invita a conocer y descifrar este concepto clave en los movimientos de liberación de la mujer y la teoría feminista, mostrando cómo ha pasado de ser un recurso cinematográfico a convertirse en una de las nociones centrales del debate público contemporáneo.
La crónica negra es un retrato de la sociedad a través de los sucesos que la estremecen. Confluyen en ella nuestros miedos y nuestras pasiones, lo mejor y lo peor de cada uno, nuestras grandezas y nuestras miserias. Pero ¿por qué sentimos esta atracción universal por conocer el detalle de las tragedias humanas? Porque son el puro reflejo de una realidad que no vemos tan lejana y, aunque nos haga sentir incómodos, en el fondo también nos reconocemos en ella. Como apuntan los autores en su introducción: «En la vida y en la muerte hay más preguntas que respuestas, más dudas que certezas. Y el ansia de conocimiento del ser humano, impulsado por el instinto de supervivencia, le lleva a buscar con avidez las claves para descifrar el hechizo y para descubrir, si los hay, los límites de cada uno de nosotros».
El mal no es algo novedoso; ha vivido entre nosotros desde tiempos inmemoriales. Pero hay algo nuevo en el tipo de maldad que caracteriza nuestro mundo contemporáneo líquido-moderno: se ha vuelto más penetrante, menos visible, pues se oculta en el tejido mismo de la convivencia humana, en el curso de su rutina y reproducción cotidiana. En su forma actual, el mal es difícil de detectar, desenmascarar y resistir. Nos seduce por su ordinariedad, para luego asaltarnos sin avisar, golpeando aparentemente al azar. El resultado es un mundo social comparable a un campo minado: sabemos que está lleno de explosivos y que las explosiones ocurrirán tarde o temprano, pero no tenemos ni idea ni dónde ni cuándo ocurrirán.
En Maldad líquida, Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis guían al lector a través de este nuevo terreno en el que el mal se ha vuelto más cotidiano, pero más insidioso, y que amenaza con despojar a la humanidad de sus sueños, sus proyectos y del poder de disentir en el momento en que más se necesitan.
¿Cómo surgieron los trabajos y por qué acabaron sometiéndonos? ¿Quién decide el valor de cada profesión y el grado de implicación afectiva que debe asumirse? ¿Existe la vocación o es un invento del capitalismo salvaje?
Profundamente reflexivo y mordaz, este ensayo aborda una cuestión clave de nuestro presente y contribuye sustancialmente a la crítica del «culto al trabajo» como centro de nuestras vidas y de fenómenos relacionados,
tales como el esfuerzo sin límites a costa de nuestra salud y la vocación profesional pervertida por el sistema capitalista.
A partir de su propia experiencia personal, Eduardo Vara hace un repaso transhistórico del trabajo y de sus narrativas atendiendo a la sociología, la neurociencia, la psicología, pasando por la filosofía y la literatura. Una
lectura imprescindible -no exenta de ironía- que arroja una nueva luz en torno a la pasión laboral y los mitos del pasado, en un momento de precariedad generalizada, robotización y digitalización de los empleos, explotación acuciante, trastornos crecientes como el burnout y corrupción del tiempo de ocio, que ya organizamos como si fuera un trabajo más, lleno de metas y objetivos.
Llamamos «malismo» al antiintuitivo mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos tradicionalmente reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial. Quizás sea en política donde el desarrollo de este fenómeno asentado en la última década en Occidente resulta más llamativo. Una representante pública entiende la destrucción de las infraviviendas de las personas sin hogar como un acto autopromocional. Otra aumenta su aceptación popular tras calificar de «mantenidos subvencionados» a los desfavorecidos afectados por una pandemia.
En Mañana, el capitalismo, Henri Lepage explora la transformación económica e ideológica liderada por nuevas teorías económicas estadounidenses en los años 70. Estas incluyen la escuela de "Public Choice", la teoría del capital humano y el movimiento por los derechos de propiedad, influidas por pensadores como Milton Friedman, James Buchanan y Gary Becker.
Lepage desafía la narrativa tradicional sobre el capitalismo, que lo pinta como un sistema de explotación. En cambio, sostiene que el capitalismo ha sido clave en el progreso económico gracias a la evolución de las instituciones de propiedad privada y mercados libres. Argumenta que fenómenos como la revolución agrícola y los cercamientos en Inglaterra permitieron la acumulación de capital que impulsó la Revolución Industrial.
Un punto central del libro es la crítica al intervencionismo estatal. A través de la "Public Choice", Lepage demuestra que las decisiones políticas no son neutrales, sino que responden a intereses particulares, resultando en un Estado ineficiente y costoso. También señala que el Estado del bienestar no ha logrado resolver los problemas sociales, sino que ha creado una burocracia insostenible.
El autor defiende el mercado libre como el mejor mecanismo para la asignación de recursos y la creación de riqueza. Finalmente, Lepage propone una "reinventación" del mercado, abogando por la reducción del Estado y la liberalización económica para asegurar un crecimiento sostenido y justo.
Mañana, el capitalismo ofrece una crítica al intervencionismo y una firme defensa del liberalismo económico, sugiriendo que el futuro depende de una mayor libertad de mercado.