Conoce de cerca las profecías escatológicas para entender su significado de una manera sencilla y práctica y, sobre todo, para saber identificar en qué momento profético nos encontramos en estos tiempos para el regreso del Señor Jesús.
En este libro, el reconocido Pastor Jahaziel Rodríguez examina lo que Apocalipsis da a conocer sobre el final de los tiempos y las señales del regreso de Jesús. Guiado por una enseñanza accesible que deja que las Escrituras hablen por sí mismas, usted aprenderá más de:
La cronología de las profecías que el Señor Jesús le mostró al apóstol Juan.
El conocimiento para identificar las señales que nos ayudarán a saber en qué momento de las profecías bíblicas estamos viviendo.
Los estímulos, desafíos y advertencias que Jesús mismo dio con el fin de prepararnos para Su regreso.
Lo que dice la Biblia sobre la importancia de velar por los tiempos y las señales del regreso del Mesías.
¿Por qué nos daría Dios en su palabra tantos avisos y profecías acerca del tiempo del fin? Él quiere que estemos listos. ¿Se encuentra usted preparado para lo que está por venir?
Este libro de sencilla comprensión está dividido en secciones que hablan de los diferentes retos a los que te puedes enfrentar como creyente, como mantener la disciplina, hacer frente a la tentación, seguir adelante cuando las cosas son difíciles, estar contento con lo que tienes y no posponer las cosas. El deseo del autor es que, después de leer este libro, tú también puedas decir con confianza: «Aquí estamos», por la gracia de Dios.
Éste es un libro profundo y a la vez sencillo, que debe leerse con detenimiento y oración. En una época en que los cimientos de la autoridad corren peligro de desmoronarse en la iglesia, en el hogar, en la sociedad y en otros aspectos de la vida en general, el autor nos ofrece consejos y enseñanzas que podrán ser norte y guía en nuestra vida. "Que vuestra autoridad no exceda vuestro ministerio", nos aconseja Watchman Nee en una de sus páginas.
Hay uno entre los pecados capitales tradicionales que quizá no debería figurar en la lista, porque muchas personas no lo han experimentado. Es capital, sin duda; pero no tan general como la soberbia, la lujuria, la gula o la envidia. La avaricia, en efecto, no es simplemente el deseo de posesiones, bienes, dinero, honras; hasta ahí se trataría más bien de codicia, no en el sentido original que tenía la cupiditas latina, sino entendida como solemos hoy en español: como un ensayo más o menos serio de empezar a ser avaro. La avaricia es más bien, como dice santo Tomás, immoderatus amor habendi; y esa inmoderación solo puede albergarla el que la está realizando.
Pedro Martínez de Luna, Benedicto XIII, el Papa Luna. Tres formas diferentes de nombrar a un mismo personaje que ha pasado a la historia como la obstinación personificada por la firmeza de sus convicciones frente a Roma. Pocos conocen la verdadera dimensión de quien realmente urdió la unificación territorial de España que vería la luz con los Reyes Católicos. Una figura intelectual, política, religiosa e incluso guerrera (porque la guerra, como en cualquier otro mandatario del siglo XV, sería fundamental en su pontificado) en cuyo pensamiento y en cuya obra observamos la estela del proyecto que la Orden del Temple diseñó para la cristiandad occidental.
Custodio del santo Grial, poseedor de toda una armada naval, precursor de los Borgia y valedor de los Trastámara, Benedicto XIII protagonizó la apasionante historia de la resistencia del papado de Aviñón frente a Roma durante el Cisma e hizo de la villa castellonense de Peñíscola el centro de las miradas de España y del mundo. Su personalidad, su profundo ideal y sus dotes estratégicas lo convirtieron en una temible amenaza para sus adversarios (a los que fue viendo morir uno a uno hasta Martín V) y en un nombre familiar y popular entre las gentes. Su legado, hoy difuminado, se expande por mil senderos y lo dibuja, junto con las crónicas, como el personaje quizá más determinante de la Baja Edad Media en todo Occidente.