El grito revolucionario de las madres contra la mordaza trans
Este libro es una apuesta por la verdad, cueste lo que cueste. Porque «para hacer frente a quienes viven y cooperan con el statu quo hay que arriesgar, perder el miedo y alzar la voz», defiende Nuria Coronado, que levanta el velo de silencio y falsa unanimidad que ha tendido en la sociedad el lobby transgenerista.
La periodista, escritora y madre alerta sobre el recorrido funesto de este movimiento ideológico que borra a la mujer y que en los últimos años ha logrado imponer el reconocimiento del género como identidad a través de terapias médicas experimentales y técnicas de manipulación social en adolescentes.
Frente a esta poderosa doctrina misógina amparada por las instituciones y la industria farmacológica, un grupo de mujeres sin miedo se articuló en torno al lema «No contaban con las madres». Coronado cede la palabra a estas activistas que «están dejándose la piel para que la sociedad española conozca los daños irreversibles» del transgenerismo en la salud mental y física en las y los menores de edad.
A sus testimonios la autora suma los de feministas, científicas, abogadas y psicólogas para desenmascarar la fantasía distópica del poder trans y rebelarse contra la usurpación de lo que significa nacer mujer.
«[Este libro] es un grito revolucionario frente a la mordaza. [...] Es la voz que la censura no tiene ni poder ni dinero suficiente para comprar. Porque el amor de madre no se vende».
¿Por qué hablar de la maldad cuando tendríamos que ocuparnos del lado noble y bueno de la vida? Tal vez porque enfrentamos al mal todos los días y debemos ser fuertes y estar preparados para que no nos hagan daño las envidias, los enojos, las frustraciones y, sobre todo, para no padecer sus efectos, pues todos somos propensos a sentir la ira, el rencor: la esencia de la maldad.
A veces la vida nos da sus revolcones, uno tras otro, pero, como dijo Victor Hugo, ante eso uno no se vuelve más viejo, sino más sabio. En este libro hablo de la oscuridad que habita en nuestra mente, de la manipulación perversa a través del lenguaje corporal, del engaño, de la mentira o los celos, para que no te lastime, la conozcas y la evites. Comentaremos la grafología de algunos criminales de nuestro tiempo y hablaremos sobre la resistencia que tenemos a tocar estos temas: lo malo, lo maligno, lo malvado, con el fin de sobrevivir y superar sus efectos, y liberar esas voces amordazadas ante la maldad, enfrentar el miedo y trabajar para mantener la razón y el sentido común.
Una guía para educar cuando la situación estalla.
He aquí el manual que todo educador debería guardar en su mesilla de noche. Una guía para entender las mentes más especiales que existen en nuestro planeta: las de los niños y niñas en edad escolar. Todos sabemos que requieren de un mimo extremo para su correcto crecimiento y aprendizaje, y también que muchas veces pueden hacerlo estallar todo por los aires.
Luis López es el pedagogo que forma a los alumnos más complejos del panorama educativo y en este libro nos acerca teorías, pautas y consejos para tratar de resolver los conflictos con los que, como educadores, lidiamos cada día. Acompañados de divertidas ilustraciones, sus textos nos orientan de manera sencilla, empática y libre de culpas a través de los momentos más complicados del maravilloso viaje que es educar.
Este primer tomo de Radiaciones –título general que Jünger dio a los diarios escritos entre 1939 y 1948– abarca sus anotaciones comprendidas entre 1939 y 1943. En sus páginas, el escritor, oficial del ejército alemán, entomólogo y, sobre todo, infatigable observador de la naturaleza humana, registra desde la singular cotidianidad de las primeras escaramuzas bélicas hasta sus contactos con la intelectualidad parisina; desde sus lecturas y visitas a bibliotecas y museos a sus impresiones sobre escritores y artistas. Destacan en estos diarios su sombría reflexión acerca del destino humano y el dolor de tantos inocentes, así como su soterrado desprecio hacia los jerarcas nazis y la convicción de estar viviendo unos tiempos abocados al nihilismo y la destrucción total.
Compuesto por tres partes, la primera, «Jardines y carreteras», describe el avance alemán a través del territorio francés. En la segunda parte, «Primer diario de París», dedicado a la Ocupación, nos revela la vida cotidiana en un París agredido, que, sin embargo, sigue siendo alegre escenario de la vida bohemia, artística y mundana, donde pululan conocidos personajes que no vacilaron en codearse con el enemigo. El volumen se cierra con «Anotaciones del Cáucaso», las observaciones del autor sobre el frente oriental, convertido en un auténtico infierno de tinieblas.
Tres diarios componen este magnífico volumen, los titulados «Segundo diario de París», «Hojas de Kirchhorst» y «La cabaña en la viña (Años de ocupación)», que abarcan los años 1943 a 1948. En ellos Jünger cuenta, casi día a día, su experiencia de la ocupación alemana, que, todavía a principios de 1943, parecía encontrar en la vida cotidiana de París cierta plácida resignación. Hasta que, de pronto, se precipitaron los hechos que condujeron a la liberación de la capital francesa, el avance de los Aliados, las muertes de altos mandos alemanes, los bombardeos, incluido el de Dresde, el suicidio de Goebbels, la liberación de los campos de concentración, la persecución de los colaboracionistas y la capitulación, entre otros muchos sucesos que marcaron el fin de la contienda. A todo ello, el pensador alemán añade sus agudos comentarios sobre sus lecturas y sus investigaciones, sus dramas familiares e incluso sus sueños.
Tras el brutal golpe de Estado de 1936, la represión fue uno de los pilares fundamentales para que la dictadura franquista se mantuviera durante cuarenta años en el poder, y la Dirección General de Seguridad (DGS), situada en la Real Casa de Correos, en plena Puerta del Sol, el símbolo del terror impuesto.
Por los calabozos de la DGS pasaron miles de hombres y mujeres que fueron encarcelados, torturados y asesinados: Marcos Ana, Marcelino Camacho, Enrique Ruano, Nicolás Sartorius o el histórico dirigente comunista Julián Grimau, entre otros. A pesar de que la DGS se mantuvo activa hasta entrada la democracia, actualmente no queda vestigio alguno que rememore lo que allí sucedió. Hay placas en honor a los que lucharon el 2 de mayo de 1808, a las víctimas del atentado del 11M o a los muertos por la Covid-19, pero nada que recuerde a todos aquellos que padecieron la dictadura de Franco.