Escritas en griego por un emperador romano e intelectual que no tenía intención alguna de publicarlas, estas píldoras de sabiduría práctica, repletas de encanto y expresividad, han sido consultadas y admiradas por estadistas, pensadores y lectores de a pie durante casi dos mil años. Aunque Marco Aurelio los compuso para comprenderse a sí mismo y dar sentido a su vida, estos ejercicios espirituales trascendieron ese fin y se consideran una de las más grandes obras de la historia de la filosofía. Pero, además, esta lectura enormemente placentera nos ayudará a consolidar nuestra fortaleza interior y a protegernos del desorden de nuestras pasiones y de los peligros de nuestros errores.
Un impresionante recorrido histórico, mapa a mapa, sobre los intrépidos exploradores de todo el mundo
Las primeras migraciones fuera de África, los asombrosos viajes de los navegantes polinesios, la Fiebre del Oro en California o la Carrera Espacial, este excepcional libro explica los movimientos de culturas y personas que partieron hacia lo desconocido en busca de aventuras o de una vida mejor.
Los mapas, especialmente encargados para este libro, muestran los factores clave de cada viaje y por qué se eligieron ciertas rutas en lugar de otras.
Los viajes de los grandes exploradores de la historia, desde Cristóbal Colón, Zheng He hasta Ibn Battuta y Marco Polo, cobran vida con fotografías e ilustraciones, sin olvidar las misiones recientes para cartografiar las profundidades de los océanos y la superficie de Marte.
Con fascinantes detalles y repleto de magníficas ilustraciones, este libro es un título imprescindible para cualquier amante de los mapas, la historia o el espíritu pionero.
A principios de siglo, la CIA estaba en crisis. Tras el final de la Guerra Fría se había quedado sin una misión clara. Más de treinta bases y centros de operaciones en el extranjero habían cerrado, y los que quedaban habían sufrido graves recortes. En los albores de la era de la información y de la revolución digital sus oficiales y analistas trabajaban con tecnología anticuada, esforzándose por distinguir qué señales eran significativas entre la cacofonía causada por el ruido que invadía el mundo.
Entonces llegó el 11 de septiembre de 2001. Tras los atentados, la CIA se transformó en una letal fuerza paramilitar responsable de prisiones secretas, durísimos interrogatorios y mortíferos ataques con aviones no tripulados, todo muy lejos de sus misiones tradicionales de espionaje y contraespionaje. Las consecuencias fueron terribles: la muerte de decenas de agentes, el robo de archivos por espías chinos, la infiltración de la inteligencia rusa y de hackers estadounidenses en sus redes informáticas y las tragedias de Afganistán e Irak. Ahora, una nueva generación de espías debe afrontar objetivos aún más difíciles ―Moscú, Pekín, Teherán― al tiempo que se defiende de un presidente decidido a atacar y acusar de forma persistente a la Agencia: Donald Trump.