Cuando la presencia del Espíritu Santo te alcanza, no te empuja...Te abraza. No te invade... Te habita. No te quiebra... Te restaura. Es una llama que arde, pero no se consume, una voz que guía, pero no grita, una compañía que consuela sin condiciones. Y cuando esa presencia entra, todo se ve desde una óptica distinta.
Una historia de cómo el amor puede convertirse en una ilusión.
Durante años, Elena creyó que su espera tenía sentido. Que el amor era paciencia. Que el tiempo, de algún modo, devolvería lo que le fue arrebatado. Pero el regreso no siempre es lo que soñamos, y hay verdades que llegan demasiado tarde... ¿Hasta dónde puede llegar alguien para sostener una historia que nunca fue suya? - ¿Es posible escapar de un amor que se aferra incluso cuando la realidad lo contradice?