Rose McCarthy es la legendaria directora de la revista Mode. Tras la muerte de su esposo, ha estrechado la relación con sus cuatro hijas. Todas tienen carreras de éxito: Athena es una conocida chef televisiva; Venetia es diseñadora de moda; Olivia, jueza de un tribunal superior; y Nadia, la más joven, es diseñadora de interiores en París.
Nadia considera que su vida es perfecta: está casada con el aclamado autor Nicolas Bateau, que la adora a ella y a sus hijas. Pero todo cambia cuando un escándalo explota en la prensa: Nicolas tiene una aventura con una atractiva y joven actriz.
Con el corazón roto y humillada públicamente, Nadia se refugia en su familia mientras intenta recuperar la estabilidad. A medida que madre e hijas pasan más y más tiempo juntas, no tardan en darse cuenta de qué es lo verdaderamente importante en la vida.
Detrás de la inflamación crónica, del exceso de peso, de la falta de energía y de enfermedades tan graves como el cáncer, subyace una rigidez metabólica que nos impide acceder al combustible celular adecuado cuando lo necesitamos.
Aunque los seres humanos somos flexibles por naturaleza y podemos recurrir a la glucosa, a la proteína o a la grasa según las circunstancias, una alimentación basada en azúcares y un estilo de vida sedentario y estresante han atrofiado esta valiosa capacidad de adaptación. Por eso tenemos antojos de dulce, nos quedamos sin batería en las horas de ayuno, nos volvemos irritables o nos acostumbramos a esos michelines resistentes que no desaparecen por mucho que lo intentemos.
Sin duda, necesitamos optimizar nuestro metabolismo por el bien de nuestra salud y nuestro bienestar. Este libro recoge las claves para recuperar la flexibilidad metabólica a través de la alimentación, la actividad física y el estilo de vida.
Pensamos que no seríamos capaces de cometer un crimen, hasta que lo hacemos.
Los seres humanos piensan que saben de qué son capaces. Creen que no podrían escapar de los policías, que nunca le harían mal a un niño. Yo no podría matar a mis padres; hagan lo que hagan, me dieron la vida. O yo no llegaría jamás hasta la violación. No sería capaz de acelerar al volante en un puente con mis hijos en el auto y caer al vacío. Pero todo eso lo decimos antes; no somos capaces, es cierto, nos resulta impensable el crimen, hasta que pasamos al acto.
Perder el juicio cuenta la historia de un robo, de una apropiación, de un incendio provocado. Esta obra es el viaje de un secuestro donde la vida es vista como el armado de una evasión. Como dice Harwicz, se escribe una novela cuando se está en desacuerdo con el sentido de las palabras, cuando dejar de mentir es imposible.
Después de una sangrienta batalla contra sus enemigos, Paige Mahoney se ha elevado a la peligrosa posición de Subseñora, gobernando así sobre la población criminal de Londres.
Sin embargo, después de haberle dado la espalda a Jaxon Hall, y con otros enemigos vengativos aún sueltos, la tarea de estabilizar el inframundo nunca había parecido tan desafiante.
Poco sabe Paige que su reinado puede verse interrumpido por la introducción de Senshield, una tecnología mortal que será la perdición para la comunidad clarividente y para el mundo tal y como lo conocen.
Un libro en el que se entrecruzan el arte, la literatura y la vida: la confirmación del inmenso talento de María Gainza.
Una noche, durante su estancia bonaerense para el rodaje de su película Tetro, Francis Ford Coppola le dijo a María Gainza: «El artista viene al mundo con un carcaj que contiene un número limitado de flechas doradas. Puede lanzar todas sus flechas de joven, o lanzarlas de adulto, o incluso ya de viejo. También puede ir lanzándolas de a poco, espaciadas a lo largo de los años. Eso sería lo ideal, pero ya sabés que lo ideal es enemigo de lo bueno».
Además de Coppola, en Un puñado de flechas asoman una acuarela de Cézanne sustraída de un museo de Buenos Aires, la casa de un coleccionista, un paseo por el Walden Pond de Thoreau, las enigmáticas pinturas de Bodhi Wind en piscinas californianas que aparecían en la no menos enigmática Tres mujeres de Robert Altman, los óleos del pintor catalán Nicolás Rubió en los que evocaba el pueblo francés donde pasó la guerra civil española, la vida cosmopolita y la memoria de la escultora María Simón, las andanzas del pintor Francis Hopkinson y su asistente Moon en México y un cuadro maldito de Tiziano oculto en Tzintzuntzan…
Cuando la autora se enfrentó al diagnóstico más temido («seis letras canallas y un acento») sintió miedo y rabia, pero también una inspiración irreductible.
Este libro ―a veces lírico, a veces desgarrador, siempre emocionante― es el fruto de un proceso en el que Isabel Ordaz recurrió a la literatura y a la poesía en un ejercicio creativo para ella y terapéutico para cualquier lector que necesite una voz que le acompañe y aporte esperanza.
Ahora, nos invita a recorrer con ella este personalísimo viaje alrededor del cáncer. Estas páginas hablan de dolor, pero también de luz, memoria y afectos. Escrita desde las entrañas, esta obra auténtica y reconfortante es una oda a la vida y a la literatura.
«No hablo de mi cáncer, hablo de la escritura que te ayuda a vivir en ese momento. La literatura, el arte y la creación pueden ayudar».