No tengas duda: cualquier tiempo pasado fue anterior. Y Nieves Concostrina vuelve para contárnoslo, siempre desde una perspectiva irónica, muy personal y muy única.
Tras el impresionante éxito de Pretérito imperfecto ─50.000 ejemplares vendidos─, nos regala ahora una aguda narración que da otra vuelta de tuerca a la Historia, mostrándonos la cara y cruz de los acontecimientos por los que han transitado emperatrices, generales, políticos, estrategas, papas, mujeres y hombres de toda condición.
Un libro para conocer desde por qué los campechanos salen rana hasta qué pinta dios en un BOE del siglo XXI.
Borbones en el exilio: juego de trileros
El león del Congreso no tiene huevos
El lumpemproletariado contra Sissi emperatriz
La agitada muerte del presidente Azaña
Hitler, Franco y Pétain, un trío amoroso
La rendición de la ciudad de México-Tenochtitlan ante el ejército indohispano que la asoló durante tres meses puso fin el 13 de agosto de 1519 a la primera etapa del proceso de reconocimiento, conquista, colonización e integración del actual territorio mexicano a la Monarquía hispánica. Esto fue el inicio de un imperio global que articuló el planeta a una escala inédita.
Los sentidos y significados de este hecho histórico han hecho correr litros de tinta desde entonces. Si unos ven solo un choque violento y otros una heroica conquista que puso las bases del imperio español, el historiador mexicano Martín Ríos Saloma plantea en este libro divulgativo una visión libre de mitos nacionalistas y alejada de la lectura maniqueísta de que aquella fue una rivalidad personal entre solo dos actores: Moctezuma contra Hernán Cortes. La conquista de México fue un proceso complejo lleno de malentendidos y también de entendimientos culturales.
Esta es la historia y la memoria compartidas no solo entre España y México, sino entre América, el Mediterráneo, Asia y África, territorios todos poseedores de complejas y originales civilizaciones que, al confrontarse, acabaron formando el mundo del cual somos herederos.
¿Y sila timidez no fuera un defecto, sino un mensaje profundo de tu ser que aún no has aprendido a escuchar? No tienes que hablar más fuerte, sonreír todo el tiempo ni convertirte en alguien que no eres. La timidez no es un defecto. Es una respuesta. A veces al miedo. A veces al desamor. A veces a una infancia que dolió o a un mundo que no te dio permiso para expresarte con autenticidad.