«Lanzarote no es mi tierra, pero ya es tierra mía».
«Escribir un diario —señaló el Nobel portugués— es como mirarse en un espejo de confianza, adiestrado para transformar en belleza la simple y natural apariencia o, en el peor de los casos, tornar soportable la máxima fealdad. Nadie escribe un diario para decir quién es. Con otras palabras, un diario es una novela con un solo personaje. O aún con otras palabras, y finales, la cuestión central siempre suscitada por este tipo de escritos es, así lo creo, la de la sinceridad».
En febrero de 1993, cuando estableció su residencia habitual en la isla de Lanzarote, José Saramago recibió un regalo: un cuaderno que sirviera de registro de sus días canarios. Nunca llegó a escribir nada en él, pero «de esta manera, y no por otras vías, nacieron los Cuadernos de Lanzarote, que durante cinco años vieron la luz».
La política, la sociedad, la literatura, la vida, los afectos, los recuerdos, las ideas, los paisajes, los escritores queridos, las lecturas, la familia, los amigos... Nada escapa en este libro, que cubre el periodo entre 1993 y 1995, a la mirada lúcida de José Saramago, un autor comprometido hasta el final con su tiempo y con el mundo que le tocó habitar.