«Aquí somos todos palabras desde el nombre de cada uno de nosotros y las sílabas que se unen para nombrar lugares y, por ello, sugiero que titules Cochabamba, porque suena a tambor, a vocales de boca abierta, a paisaje verde que no conoces aún».
El agua de azar puede también danzar como humo de insomnio o conversación de sobremesa sin tiempo. Así nace la amistad a primera vista entre el diplomático francés Xavier Dupont y el escritor al que le pide escribir la novela de la vida de su madre, Catalina. Nacida en Cochabamba, hija de un potentado boliviano, oligarca adinerado y símbolo de la tiranía patriarcal, Catalina se sabe la mujer más bella del mundo y más aún cuando por orden del padre es transterrada a París donde levitará nubes de oropel, grandes lujos y codearse con Coco Chanel, Edith Piaf... y Albert Camus.
Catalinacomo Princesa de Cochabamba se vuelve la plus belle femme entre el tout París y protagonista de una novela que parecería cuento de hadas, si no fuera enteramente verídica. Una novela de vodevil y rumbosa, la vida pícara y noctámbula que nació en sobremesas para contar y contagiar hasta quedar en tinta con un ritmo que conquista al lector como una íntima celebración.
Mercedes Cebrián decide aprender a tocar el violonchelo a una edad a la que, al parecer, ya es tarde para ser principiante. Emprende así una curiosa aventura acarreando en la espalda un instrumento poco popular en España que la lleva desde academias de música y orquestas de aficionados hasta talleres de luthiers que huelen a cocido recién hecho. La autora indaga en la naturaleza de la música, a la par que observa con lupa y cáustico sentido del humor un pequeño mundo donde desfilan talentos en ciernes o aficionados que luchan para sacarle buen sonido a sus instrumentos. Y por el camino nos invita a pasear por una Rusia mental idealizada, con sus instrumentistas y gimnastas virtuosas, por el extraño submundo de los niños prodigio expuestos en las redes por sus madres, o por mesones castizos que sirven platos de toda la vida; desde la España postfranquista hasta la pandémica, en la que, para muchos, dedicar horas a desempolvar una vieja afición ha sido vital para mantener la cordura.
Cocido y violonchelo es ese recinto amplio y cómodo donde la desmesura y la obsesión por las actividades que nos proporcionan placer son atributos de los que enorgullecerse. Este es, en definitiva, un testimonio perspicaz, erudito y ameno de las ganas irrefrenables de sacarle el jugo a la vida.
Una compilación de relatos del maestro Bradbury.
Esta antología recoge tres sorprendentes relatos de Ray Bradbury. El primero es Columna de fuego: Un hombre rebelde del futuro desafía a la luz a que se atreva enfrentar la oscuridad, a huir de las dagas y las armas de fuego y a tener otra vez miedo a la muerte.
Calidoscopio: Una explosión arroja a los hombres a las profundidades del espacio. Algunos caerán en el sol. Otros están condenados a arder a través del cielo como brillantes meteoros.
La Sirena: Un grito angustiado atraviesa un millón de kilómetros de agua y niebla. Una enceguecedora luz verde brota de los abismos..
Sobre la cubierta:
Se ha escogido el relato "Caleidoscopio" para ilustrar la cubierta, donde una serie de tripulantes de una nave espacial acabarán perdidos flotando en el espacio para siempre, chocando contra el sol, meteoritos o ardiendo al entrar en la atmósfera de la Tierra, como relata el monólogo final de uno de los protagonistas. Se ha aprovechado el meteorito ardiente o el sol para relacionarlo con el título, que es además el nombre de otra de las historias del libro.
El 28 de septiembre de 1940 el submarino Cappellini de la armada fascista italiana partió del puerto de La Spezia con rumbo al Atlántico, vía Gibraltar. Al mando estaba el veterano comandante Salvatore Todaro, un hombre que llevaba el pecho cubierto con una coraza de acero debido a viejas heridas de combate.
Durante su misión, avistaron un buque belga, el Kabalo. Se produjo un combate naval y el submarino hundió al barco enemigo. Pasado un rato, vieron aparecer a varios tripulantes sobrevivientes. Pese a que el almirante alemán Dönitz ordenó explícitamente que no se los rescatase, Todaro decidió contravenir a sus superiores y primar, por encima del reglamento militar, la ley del mar, que dice que hay que rescatar a los náufragos. Su gesto lo convierte en un héroe que conecta el pasado con nuestro presente de pateras rescatadas en alta mar por barcos que, con demasiada frecuencia, las autoridades no quieren dejar desembarcar en sus puertos.
Una novela que lo cuestiona todo.
Una nueva forma de leer el amor.
Porque a veces la verdad (no) es solo aquello que queremos creer.
Elsa Benavides es una escritora de éxito con una crisis creativa y una obsesión: matar al personaje que la catapultó al éxito. Pero la solución a sus problemas no pasa por electrocutar a Valentina con un móvil en la bañera. Es la punta del iceberg de una herida más profunda.
Decidida a huir para volver a abrazar la escritura, se topa con Darío, un músico recién llegado de París que además es su vecino. Empieza así una nueva historia en la que Elsa es la protagonista. ¿Será capaz de contarlo todo?
A cinco mil kilómetros de su hogar, sola, en una oscura carretera de los Países Bajos, una mujer se asoma a una ventana iluminada. Dentro, dos niños juegan y ríen: son sus nietas, pero Yeona nunca las ha conocido. Hace años, su hija Lea abandonó Jerusalén para construirse una vida en otro lugar, sin decir una palabra, sin dar más noticias. Sin embargo, hubo un tiempo en que madre e hija eran inseparables, en que lo eran todo la una para la otra.
Con una exquisita precisión psicológica, Blum rastrea los pasos en falso insignificantes en apariencia y los engaños de la vida familiar, en la que es posible cruzar la línea entre la protección y la posesión sin que nos demos cuenta, y sin saber si podremos encontrar el camino de regreso.