El monasterio de Santa María de Veruela aspiraba a ser una ciudad celeste, reflejo del reino de los cielos… pero sus muros fueron testigos de historias de ambición, traición y venganza.
En el siglo XIV es escenario de una cruenta guerra entre las coronas de Castilla y Aragón. Hasta allí llega Bizén con una misión: recuperar los restos que yacen en una de sus tumbas, algo a lo que el abad se niega. Pero cuando uno de los hermanos de la abadía aparece misteriosamente asesinado, Bizén se verá implicado en una muy peligrosa intriga…
Porque si no encuentra al culpable, su propio secreto será descubierto.
«Qué habría ocurrido si aquel día lejano de mi infancia no hubiera regresado al sótano por el mismo agujero por el que había salido de él. Tal vez la vida hubiera mantenido siempre aquel brillo o aquella fiebre».
«Hay libros que, al modo del automóvil que se salta un semáforo, se cruzan violentamente en tu existencia. Este es de los que se saltan el semáforo —explica Millás—. Me habían encargado un reportaje sobre mí mismo, de forma que comencé a seguirme. Un día me dije: “Mi padre tenía un taller de aparatos de electromedicina”. Entonces se me apareció el taller, conmigo y con mi padre dentro. Él estaba probando un bisturí eléctrico sobre un filete. De súbito, me dijo: “Fíjate, Juanjo, cauteriza la herida en el momento mismo de producirla”. Comprendí que la escritura, como el bisturí, cicatrizaba las heridas en el instante de abrirlas e intuí por qué era escritor. Acababa de ser arrollado por una novela».
Una de las novelas más audaces del «boom» latinoamericano.
Fray Servando Teresa de Mier, un monje travieso y aventurero que vivió a caballo de los siglos XVIII y XIX, y fue perseguido por su heterodoxia religiosa, es convertido en personaje y protagonista de esta novela. En sus incansables andanzas ―fue desterrado, estuvo en incontables ocasiones en la cárcel e incluso, una vez muerto, su cadáver fue trasegado de un lugar a otro―, recorrió la España de Carlos IV y Godoy, la Francia de Chateaubriand y Madame de Staël, la Inglaterra de Lady Hamilton, Italia, Estados Unidos («país donde por cada respiro hay que pagar un impuesto», comenta fray Servando) y Cuba. No en vano, trascendiendo la simple biografía y haciendo una pirueta literaria que se inscribe en la tradición del barroco cubano y que abarca varios géneros, Reinaldo Arenas teje una auténtica novela de aventuras, como él mismo la subtitula, hasta otorgarle una dimensión fabulosa, fantástica, casi mítica.
«Nunca he dado tanta importancia a mi persona como para sentirme atraído por la idea de contar las historias de mi vida a otros» son las palabras con las que Stefan Zweig se "excusa" por relatar su nostálgico testimonio de la desintegración de Europa.
«El mundo de ayer» es su última obra, una autobiografía escrita en el exilio, poco antes de morir, y en la que el escritor austriaco describe el periodo de entreguerras, el auge del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Zweig, con brillantez cómo la diversidad cultural europea había sucumbido a los nacionalismos y retrocedía bajo su yugo.
Una obra imprescindible que permite analizar el pasado a través de las excelentes reflexiones de uno de los intelectuales más importantes del siglo XX.
En una casa con un gran jardín en un pueblo mexicano sin nombre a finales de los años cuarenta, Peter, de seis años y medio, lee, sueña y juega con sus amigos. Es un explorador, artista, filósofo, místico y científico. Su mundo aún es nuevo, todavía no está contaminado por el conocimiento recibido.
Y el mundo real que lo rodea es único en aquella época: una comunidad de exiliados que han encontrado refugio en México de los regímenes fascistas de Europa, codeándose con sindicalistas mexicanos o artistas como Frida Kahlo. Pero los emigrados añoran su hogar, incluido el padrastro de Peter, que quiere regresar a su Alemania natal. Sin embargo, volver puede no ser seguro, lo que da lugar a angustiosas discusiones entre los padres de Peter y su pequeño grupo de amigos.
Y poco a poco, Peter comienza a comprender que su mundo puede acabar patas arriba, que podría verse obligado a despedirse de todos los que conoce y ama.