El corredor es un alarido de metal y literatura cuya virtud primordial es llevar al lector a un paroxismo, a esa exaltación propia de los derviches y pilotos cuyos bólidos están avizorando, en fracciones de segundo, la pared donde habrán de estrellarse, el fuego donde serán desgarrados por engranajes y ángulos enfurecidos. Alejandro Vázquez Ortiz ha logrado escribir un mecanismo narrativo cromado, con varias capas de pintura, donde conviven la violencia y la desesperación, donde el vértigo y el vacío son las únicas certezas. Aceite quemado, autopistas interminables que brillan en el desierto como pistones al rojo vivo, un terraplén de grava y concreto habitados por automóviles, sangre y dolor. Esta novela no es ajena a un fetichismo, no es ajena a nosotros, humanos al borde de todo. Y eso es lo que la vuelve memorable.
Una historia de amor triangular, donde la pasión se nutre de renuncias y connivencias.
El cortador de cañas es una pequeña obra maestra que sintetiza las preocupaciones temáticas y formales de Tanizaki en la etapa determinante de su carrera: la narración de un desconocido que aparece como una sombra entre las cañas de la ribera del río, en una noche de contemplación de la Luna llena. Un relato dentro de un relato, volcado en los moldes formales de la novela clásica del antiguo Japón, una sociedad que se aferra a los últimos destellos de la civilización que fue.
Porque cuando la justicia la construyen los corruptos, el resultado no puede ser otro que el colapso del edificio».
Un profundo misterio envuelve la trágica muerte de Rosalía Albayeros, una magistrada reconocida por sus principios a la hora de impartir justicia. Ante las crecientes dudas acerca de su rectitud, Rodrigo Láynez, un joven abogado que ha sido su asistente personal inicia una investigación con el fin de desentrañar el enigma y reivindicar el nombre de su preceptora.
En el camino, conocerá una serie de personajes relacionados con ella y se irá perfilando la figura real de la magistrada a través de los contradictorios puntos de vista de quienes la conocieron, pero el esfuerzo por descubrir la verdad hará que la visión que tiene Láynez de la vida y de la justicia quede alterada para siempre.
El día que Hazel descubre a la profesora de Ciencias muerta en el gimnasio ¡su vida cambia por competo!
Al principio piensa que ha sufrido un accidente, pero cuando va a dar parte de lo sucedido, EL CADÁVER DE LA PROFESORA DESAPARECE. ¡Es el caso que llevaban tanto tiempo esperando! Cuando Daisy Wells y Hazel Wong fundaron su CLUB DE DETECTIVES, su mayor sueño era el de participar en alguna investigación SECRETA y por fin había llegado la oportunidad que estaban esperando.
Como Holmes y Watson, Daisy y Hazel utilizarán todo su ingenio para DESCUBRIR AL ASESINO antes de que lo haga la policía. Porque ¿quién ha dicho que resolver crímenes no es cosa de damas?
¿Cuáles son los sabores que quedan grabados en nuestra memoria?
Los recuerdos vuelven a Julien a fuego lento ahora que debe despedirse de su padre. De él heredó su pasión por la cocina, aunque teme que ya nunca sabrá por qué, siendo uno de los chefs más talentosos, Henry no quiso que su hijo siguiera sus pasos. Tampoco hablaron jamás de por qué la madre de Julien los abandonó de manera repentina, ni de qué fue del apreciado cuaderno de recetas donde el chef guardaba los secretos de sus platos.
Ese cuaderno obsesiona a Julien y está decidido a encontrarlo. Entre sus páginas se esconden los sabores y aromas que marcaron su infancia, pero lo que él no puede imaginar es que su búsqueda podría develar muchos más secretos que los culinarios.
«Soy Maya Vidal, diecinueve años, sexo femenino, soltera, sin un enamorado, por falta de oportunidades y no por quisquillosa, nacida en Berkeley, California, pasaporte estadounidense, temporalmente refugiada en una isla al sur del mundo. Me pusieron Maya porque a mi Nini le atrae la India y a mis padres no se les ocurrió otro nombre, aunque tuvieron nueve meses para pensarlo. En hindi, maya significa "hechizo, ilusión, sueño". Nada que ver con mi carácter. Atila me calzaría mejor, porque donde pongo el pie no sale más pasto.»
«Esta Maya me ha hecho sufrir más que ningún otro de mis personajes. En algunas escenas le habría dado unas cachetadas para hacerla entrar en razón, y en otras la habría envuelto en un apretado abrazo para protegerla del mundo y de su propio corazón atolondrado.»