Facundo Manes y Mateo Niro unen de nuevo sus fuerzas y nos presentan un sólido y minucioso trabajo en el que analizan los aspectos más relevantes que tendremos que afrontar de cara a un mañana que ya está entre nosotros, y aquellos otros a los que deberemos atender sin excepción para alcanzar una sociedad en la que el bienestar sea general. De este modo, desarrollan temas fundamentales como el papel que deben jugar en este contexto las neurociencias y el trabajo interdisciplinario; el impacto de las nuevas tecnologías en el cerebro; la neuroética y los límites que deberán establecerse frente a los avances científicos; la incidencia y los posibles tratamientos de las enfermedades mentales cada vez más propagadas; y una reflexión profunda acerca de las problemáticas sociales actuales y el rol de la ciencia para su resolución.
Tras el enorme éxito de Usar el cerebro, Manes y Niro nos invitan en su nuevo libro a dar un paso más allá en esta magnífica aventura que significa entender el presente para vivir una «vida moderna» plena, desarrollada y humana.
No es fácil describir el capitalismo. Podría decirse, simplemente, que es un sistema en el cual se invierte dinero para conseguir un beneficio. Pero quienes han intentado definirlo —de Karl Marx a Adam Smith, de los Ilustrados a los líderes de los grandes fondos de inversión— se han topado con su carácter escurridizo. Ahora bien, ¿y si a lo que se parece el capitalismo es al general Custer y la lucha del Gobierno estadounidense contra los indios americanos?
En este libro original y contraituitivo, que es al mismo tiempo una historia del capitalismo y un análisis de su futuro, Alfonso Durán-Pich desgrana cómo nuestro sistema económico ha demostrado su capacidad de supervivencia frente a todos sus enemigos. Para ello, se ha valido de multitud de recursos que le han permitido ajustarse a los cambios que se producían en el entorno. Pero, como el Séptimo de Caballería, ha dejado muchos cadáveres por el camino. Y esto se acaba pagando. ¿Es posible que el capitalismo haya ganado mil batallas hasta hoy, pero pueda perder la última y más importante?
Para impedir que la peculiar versión del capitalismo chino someta al capitalismo liberal, este debe hacer autocrítica y poner freno a la hidra financiera y la desmedida ambición de las grandes empresas tecnológicas. Solo así, dice Durán-Pich, evitaremos acabar como Custer.
Los Estados nación dan un toque de color a los mapas, pero no suponen una verdadera fuente de poder.
En esta última década, la globalización ha fragmentado el mapa en diferentes espacios jurídicos: puertos francos, paraísos fiscales, zonas económicas espaciales. Con estos nuevos espacios, los ultracapitalistas han empezado a creer que es posible escapar de las ataduras y la supervisión del gobierno democrático.
El capitalismo de la fragmentación sigue la búsqueda por todo el mundo de los libertarios radicales más conocidos —desde Milton Friedman a Peter Thiel— para encontrar el espacio perfecto para el capitalismo. El historiador Quinn Slobodian nos lleva del Hong Kong de la década de 1970 a la Sudáfrica de los últimos días del apartheid, del Sur neoconfederado a la antigua frontera del oeste estadounidense, de la ciudad medieval de Londres a las cámaras acorazadas de oro de los multimillonarios de derechas, y finalmente a los océanos y zonas de guerra del mundo, trazando una incesante cacería de un nuevo espacio donde la competencia de mercado no se vea obstaculizada por la democracia.