Di Pietro no es un ensayista complaciente ni adulador. Su ensayística jamás es servil y se fundamenta en un estricto examen textual. Si la obra en cuestión carece de lógica interna, no tiene reparos en certificarlo. Si nos preguntáramos cuál ha sido su pecado original, o la razón del sistemático desconocimiento de su obra, veremos que este triste asunto se reduce a una querella de índole personal: no se le lee a fondo, pues lo que se pretende es ningunearlo.
La presente publicación de los ensayos de Giovanni Di Pietro, en ocho entregas, supone en una lección de amor patrio y el testimonio de un inquebrantable compromiso con la literatura y el pensamiento de la República Dominicana, esa media isla cuya feliz memoria nos acompaña siempre.
Cada texto es una rapsodia, donde la música y el teatro actúan como representaciones del tiempo. Se trata ¡de un breve libro imbuido de drama y lirismo, en una suerte de sinfonía, en la que la emoción batalla con cada historia contada., Son pues composiciones literarias escritas, por así decirlo, para cuerdas, , Para ser contadas y cantadas, al ritmo del fluir narrativo y del canto de los amantes.
En Patricio León, actor, y el músico se aúnan en una simbiosis inseparable e indisoluble, para brindarnos aquí un manojo de textos que brillan con luz propia por su talento e imaginación creativa. Me satisface leerlos en voz alta y disfrutarlos en silencio.
Recordar los momentos vividos durante la niñez
es como pasar las páginas de un libro cargado de
emocionantes aventuras, y sonríes porque revives
experiencias cargadas de un sentimiento tan puro y
quieres que tus hijos y parientes vivan contigo esos
momentos que, aunque no estuvieron ahí, sentirán
cada risa, cada lágrima, cada dolor, cada travesura.
Esto es justamente lo que en el paseo por cada página
de este libro encontrarás y notarás que no son
simples historias de costumbres familiares, sino vivencias
que han marcado de una forma extraordinariamente
hermosa la vida de varias generaciones.
Te invito a que te sumerjas en cada relato y vivas
cada historia, respires ese aire de campo, de primavera,
de cosecha… en fin albergar en el corazón remembranzas
de un tiempo que no se ha ido, porque
como dijo una vez Gabriela Mistral: Recordar un buen
momento es sentirse feliz de nuevo.
Hey tú, cuentista: compra este libro. No te hago cuentos al prometerte que no habrá ninguna contradicción entre tu bolsillo y el tiempo que dediques a su lectura. Y créeme, repetirte lo anterior sería una REDUNDANCIA contradictoria al tiempo que estoy dedicando en hacerte este cuento que no quiero contarte pero que cuento, antes de que el autor, Carlos Ureña, empiece a contarte un cuento de TIEMPOS, de más CUENTOS y de CONTRADICCIONES que, al final del cuento, no lo son tanto si pagas con tu sentido común.
Ah..., te suena a cantinflada, ¿verdad? Y lo es. Eso significa que en las tres narraciones que componen este título, hay diversión y juego de palabras tras la cosmogonía apócrifa de los Tiempos, de la primera; la teología antropológica del humano como especie que no puede dejar de contarse a sí misma, de la segunda; y la filosofía tras las contradicciones que nos definen, de la tercera.
Así que ya déjate del cuento de que «tu bolsillo está descosido, quién lo coserá...», y paga en efectivo. Pues Carlos Ureña hará algo mejor: «si tu cerebro está aburrido, él lo desaburrirá».
Unas gemelas burlan a la muerte. En su viaje interior, el iluminado encuentra el todo y la nada. El encanto ingenuo y peligroso de un cuaderno para colorear. Cierta plantita en medio de un desamor.
El Cadillac fantasma. Ídolo de piedra despierta a dioses arrumbados. Melesio lleva a reparar una olla exprés, su regreso resulta inesperado. Un romance mezcla helados Häagen-Dazs, rock, excesos de amor, con veneno para ratas.
La isla, el faro, una mujer, dos hombres, pasiones ante un mar fulgurante, y el acecho de la muerte.
Realidad e irrealidad, lo cierto y lo incierto, el amor en vuelo o sin alas, deseo en llamas o calcinado; los relatos comprimen en líneas el drama de existir o no existir.
Los archivos son el espejo del pasado, testimonio del camino recorrido por la humanidad hacia la consecución de nuevos paradigmas a partir del legado de pasadas generaciones. Además, en las sociedades modernas, se convierten en garantes de derechos ciudadanos.