LA BIOGRAFÍA DEL GENIO MÁS CONOCIDO DEL SIGLO XX.
Una ecuación que cambió el mundo y un pelo alborotado es lo único que nos viene a la cabeza a la mayoría al pensar en Albert Einstein, una de las mentes más privilegiadas de la historia. Pese a ser un nombre conocido en vida y un icono en nuestro tiempo, quién era Einstein en realidad seguía siendo un misterio incluso para algunos de sus amigos más íntimos.
Esta es la historia de un científico que cometió muchos errores y que, incluso cuando quería que se demostrara que estaba equivocado, al final a menudo tenía razón. Es la historia de un humanista al que le costaba conectar con la gente. Y es la historia de un revolucionario reticente que pagó un precio muy alto por vivir con un solo sueño. En Einstein, Jim Ottaviani y Jerel Dye nos llevan a los bastidores de la fama para elaborar un retrato complejo e íntimo del científico cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de genio.
1917. En un campo de batalla cerca del río Escaut, John yace sin poder moverse ni sentir las piernas tras una explosión. Luchando por concentrar sus pensamientos, se pierde en la memoria mientras cae la nieve.
En 1920 John ha regresado de la guerra a North Yorkshire. Está vivo, pero no entero. Vive con Helena y reabre su negocio de fotografía, intenta seguir viviendo, pero el pasado irrumpe insistentemente en el presente, cuando los fantasmas empiezan a aparecer en sus fotografías.
Así comienza una narración que abarca cuatro generaciones de conexiones que se encienden y reencienden a medida que avanza el siglo y a veces, en momentos radiantes de deseo y trascendencia, unas chispas vuelan hacia arriba, obrando sus transformaciones décadas después.
Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia donde vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local.
Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido. Allí, mientras espera la llegada del primer autocar que se presente, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el bus llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en su interior se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas en efectivo. Pero Allan no es una persona fácil de amilanar. A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin y Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica.
Escrita entre Los demonios y Los hermanos Karamázov, pertenece El adolescente (1875) a la fase final de la obra de Dostoievski. El protagonista y narrador, el «adolescente» (de veinte años) Arkadi Makárovich Dolgoruki, es hijo ilegítimo de un noble y una antigua sierva de este y se ha criado en Moscú sin amor, en casa de unos extranjeros. Está empeñado en convertirse en un hombre rico, «un Rothschild», porque cree que solo así podrá llevar una existencia libre e independiente. En una nueva traducción de Fernando Otero Macías, la novela, una de las menos conocidas de su autor, revela con tanto talento como en las demás su amor por las escenas desenfrenadas, sus consideraciones morales sobre el orgullo y la humillación, y su extensa y formidable galería de personajes vacilantes, extremos, sacrificados o sin escrúpulos.
«Era el año del Señor de 1989. La gente oía hablar de guerras y de revueltas, pero no se asustaban, pues esas cosas tenían que suceder.» El ala derecha es el volumen que cierra la monumental trilogía «Cegador». Estamos en 1989 («el último año del hombre en la Tierra», y también el año de la Revolución). La aciaga dictadura de Ceaușescu experimenta sus últimos estertores. En los circos del hambre, largas colas de mujeres esperan la comida que no llega, vigiladas de cerca por los agentes de la Securitate. Bucarest es un mausoleo, una ciudad de muertos y de noche, de ruinas y de miseria. El joven Mircea se debate entre la realidad punzante y las visiones alucinadas de un lugar que se asoma al fin del mundo, embarcado en una disección salvaje y mística de la primera infancia, en un viaje onírico por el laberinto de la genealogía familiar, en el que todo converge y todo acaba, en una plenitud tan fugaz como el latido de las alas de una mariposa.
Floreana, historiadora joven, más bien retraída, llega a un albergue sui generis en la isla de Chiloé. Allí, en medio de los paisajes del sur profundo chileno, acuden mujeres diversas para curar las heridas de un dolor común: el desamor de los hombres.
Si bien la incapacidad afectiva masculina parece ser, para ellas, la clave del desencuentro, la autora da voz -por primera vez- a un punto de vista masculino: el médico del pueblo, un santiaguino autoexiliado en la isla, que arrastra sus propias heridas.
Ambivalentes, reprimidos en el sexo, vacilantes en el compromiso amoroso, los hombres sienten miedo frente a la autonomía que las mujeres han ganado. Mientras tanto, en ellas crece la insatisfacción, el «mal femenino» de este fin de siglo.