Una apasionante historia que cambió la teoría de los números en plena devastación a causa de la Primera Guerra Mundial.
Una mañana de enero de 1913, G. H. Hardy–de treinta y siete años, excéntrico y carismático, y considerado ya uno de los más grandes matemáticos británicos de su tiempo–recibe un sobre misterioso con abundantes sellos indios. Dentro encuentra una carta un tanto incoherente de un humilde contable de Madrás, Srinivasa Ramanujan, que afirma estar muy cerca de encontrar la solución de uno de los más importantes–y nunca resueltos–problemas matemáticos de la época. Algunos colegas de Hardy en Cambridge piensan que eso es un cuento chino y no hacen caso de la misiva, pero él está cada vez más convencido de que Srinivasa Ramanujan merece ser tomado en serio. Y con la ayuda de su asistente Littlewood y del joven profesor Neville y su esposa Alice, que irán muy pronto a Madrás, Hardy decide averiguar todo lo que pueda sobre el misterioso Ramanujan, y hasta se propone convencerlo de que vaya a Cambridge. Esa decisión cambiará no sólo su propia vida y la de sus amigos, sino también la historia de la ciencia.
El contable hindú está basada en la historia verdadera de la extraña y finalmente trágica relación entre un admirado matemático británico y un genio autodidacta y desconocido; una historia donde tuvieron un papel intelectuales como D. H. Lawrence, Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. David Leavitt explora un periodo fascinante de la historia y la cultura en una novela apasionante, sutil y llena de matices acerca de la fragilidad de las relaciones humanas y nuestra necesidad de encontrar un orden en el mundo.
En el Madrid de los años noventa, una joven logra sobrevivir a lo que parece un brutal ataque de violencia de género. La prensa y la opinión pública hacen eco de la noticia y, durante días, no se habla de otra cosa. Incluso hay quien afirma que se lo estaba buscando. Cuando por fin despierta del coma, Minerva no recuerda absolutamente nada, ni siquiera a su agresor que, desde ese instante, se mezclará entre sus amigos más íntimos para convertirse en su sombra y permanecer a su lado durante años esperando, a pesar de los cambios sociales, el momento oportuno para finalizar su «autoencargo». Pero ¿las cosas han cambiado tanto como creemos? ¿Por fin la sociedad ha dejado de juzgar a las mujeres que sufren agresiones de este tipo?
Construida a partir de pinceladas breves, Luz de verano, y después la noche retrata de forma peculiar y cautivadora una pequeña comunidad de la costa islandesa alejada del tumulto del mundo, pero rodeada de una naturaleza que les impone un ritmo y una sensibilidad particularísimos. Allí, donde parecería que los días se repiten y un invierno entero podría resumirse en una postal, la lujuria, los anhelos secretos, la alegría y la soledad enlazan los días y las noches, de forma que lo cotidiano convive con lo extraordinario.
Reinas, amantes, lolitas, prostitutas, bailarinas... Hasta no hace mucho, en la historia del arte las mujeres solo podían ser modelos: profesionales como Kiki de Montparnasse en las fotografías de Man Ray o musas por azar como Victorine Meurent, la Olympia de Manet. Iconos de las vanguardias como la alocada Henrietta Moraes, que inspiró a Bacon y Lucian Freud, o la surrealista Claude Cahun, quien en 1930 proclamó: «Neutro es el único género que me viene bien».
De la sonrisa de la Gioconda al color de la piel de Cleopatra, la cabellera de la Venus de Botticelli o el vello púbico que pintó Courbet y fascinó a Lacan, el misterio de sus identidades obsesionó a ladrones, moralistas y académicos. Sus rostros y sus cuerpos pautan aún hoy un ideal de belleza.
Modelo durante décadas, Teresa Arijón revisita la historia del arte en este libro excepcional que es a la vez novela, ensayo y crónica, y también un registro sensible y sensual del paso del tiempo en el que los roles se invierten y es la modelo la que retrata al artista.
Un hombre ha fallecido delante del televisor. No sería noticia si no fuera porque, tras cuatro meses en que nadie lo echó de menos, lo ha encontrado casi momificado un operario de la compañía eléctrica. Poco después tiene lugar otro macabro descubrimiento, esta vez en un bosque. Junto a un abeto hallan un cadáver semienterrado en la nieve. Debe de llevar ahí desde verano y, atrapado entre sus dedos, hay un mechón de cabellos rubios.
Mientras William Wisting, detective del cuerpo de policía de Larvik, investiga el segundo caso, su hija, Lisa Wisting, vuelve unos días a su pueblo natal para preparar un reportaje sobre el primero: ¿cómo puede morir alguien así en Noruega, uno de los países más prósperos del mundo?
Lo que nadie intuye es que pronto emergerá de las sombras la inquietante figura de un usurpador: un asesino en serie que, suplantando la identidad de algunas de sus víctimas, ha eludido a la justicia durante décadas. Por si fuera poco, el FBI va a pisar suelo noruego para darle caza y con ellos deberá colaborar, le guste o no, el taciturno William Wisting.
Una novela de pasiones no correspondidas, desamores y ausencias, fiestas disparatadas, hilarantes conversaciones, amigas, perros, tóxicos y un fantasma con mucho que contar.
La providencia hizo que España, una carismática señora de la jet set madrileña, y Lulú, una joven mexicana, se conocieran llorando solas una tarde en el Retiro. España sufría malgastando su energía y su amor en complacer a un marido que no la correspondía en absoluto; Lulú se esforzaba en comenzar una nueva vida tras el traumático y prematuro fallecimiento de su madre.
Diametralmente opuestas en todo, pronto se darán cuenta de lo mucho que se complementan, y decidirán afrontar juntas los numerosos obstáculos que les depara el destino.
Lo cierto es que no estarán solas, Venezia, la madre de Lulú, de belleza y mala suerte extraordinarias, estará con ellas en cada tramo del camino, acompañándolas, apoyándolas y riéndose de ellas, aunque no puedan verla; aunque nunca lleguen a saberlo; aunque sea un fantasma.