Los setenta y tres cuentos y quince fragmentos reunidos en este volumen constituyen la obra narrativa completa de Katharine Mansfield (1888-1923). Su talento para revelar las melancólicas corrientes que fluyen bajo los pequeños incidentes de la vida cotidiana, y su tratamiento desapegado y aun así preciso y minucioso, le han valido la consideración de maestra indiscutible del cuento moderno. Cuadros de familia, escenas matrimoniales, episodios de soledad en parajes idílicos o en abigarrados lugares de tránsito, en Nueva Zelanda o en Europa, anécdotas de la convivencia pasadas por el filtro cáustico de la «conciencia psicológica”, componen su mundo narrativo, donde los momentos críticos de una vida siempre corren el peligro de pasar desapercibidos entre las triviales distracciones e irritaciones del quehacer doméstico. En su momento comparada con Chéjov, a veces pesimista y atroz, con un humor irreverente, hay en sus cuentos, sin embargo, momentos de iluminación y reconocimiento que explican «esta manía de seguir viva» que tal vez le pesa más que la anima. Sus personajes son víctimas, como señala Ana María Moix en el prólogo de esta edición, de la «enfermedad incurable» de «ser sólo el sueño de lo que pudieron ser».
Antes de que le cesen por su oposición a un proyecto apoyado por la emperatriz Eugenia de Montijo, Eugène Rougon presenta su dimisión como presidente del Consejo de Estado. Conserva su cargo de senador, pero su influencia se resiente considerablemente, para decepción de sus amigos –a los que se les llama «la banda»–, que dependían de él para obtener toda clase de prebendas. Entre ellos destaca Clorinde Balbi, hija de una oscura condesa italiana, más dispuesta que nadie a que Rougon recupere el favor del emperador Luis Napoleón III; no son amantes, él no quiere casarse con ella (de hecho cada uno se casa por su lado), pero entre los dos hay una constante tensión erótica que nunca se sabe cómo se va a resolver.
H de H es una explosión de pensamiento, en palabras y dibujos, sobre la tragedia griega Hércules, escrita por Eurípides en el siglo v antes de Cristo. En el mito, Hércules es la personificación de la violencia masculina, un hombre que regresa al hogar después de años en la guerra y se encuentra incapaz de adaptarse de nuevo a la pacífica vida doméstica. En un rapto de locura, asesina a toda su familia y planea su suicidio. Sólo la intervención de un amigo le conduce a la conclusión de que, a pesar de todo, su vida tiene sentido, pues su existencia y su identidad no están irremediablemente impregnadas de los crímenes que ha cometido.
La protagonista de esta historia vive en una aldea tan solo habitada por perros y salamanquesas. Todos los pueblos cercanos se han vaciado, todas las tierras parecen yermas. En la suya, o en lo que queda de ella, crece una flor que le recuerda los tiempos mejores. Que trae de vuelta la algarabía del pueblo y la fertilidad de los campos. Mantener con vida a esa flor es lo único que desea.
Una visita inesperada le ayudará a emprender un viaje de autoconocimiento en el que se reencontrará con la vida que creía perdida y en el que aprenderá a cultivar la flor de sus desvelos. Para que ambas, pese a las lluvias y las ventiscas, florezcan.
La primera autoridad del mundo en materia artúrica reimagina la historia del rey Arturo y sus caballeros, una de las leyendas más queridas e influyentes, para un nuevo siglo en esta bella edición para coleccionistas, acompañada de magníficas ilustraciones a todo color y dibujos de la mano de John Howe, el mundialmente aclamado artista de Tolkien.
Las historias del rey Arturo y Merlín, Lancelot y Ginebra, Galahad, Gawain, Tristán y el resto de los caballeros de la Mesa Redonda, así como de la búsqueda del Santo Grial, no han dejado de apreciarse a lo largo de los siglos y son la inspiración de muchas novelas de fantasía modernas, películas y series. Estas leyendas comenzaron cuando un misterioso héroe celta llamado Arturo entró en el escenario de la historia en algún momento del siglo VI, lo que generó una gran cantidad de relatos orales que unos 900 años más tarde Thomas Malory recogería en su obra clásica Le Morte d’Arthur (La muerte de Arturo).