Ana acaba de perder a su padre y escribe compulsivamente textos que no acaba, Elena tararea la música de su adolescencia mientras pelea por el trabajo que merece y Sofía... Sofía, que es más joven, solo intenta mantener la lucidez. Estas tres amigas tan distintas lo comparten casi todo; especialmente, los líos, las risas y la sinceridad. Las tres tienen más de cuarenta, mucho pasado y un presente intensito: un ex maravilloso y otro tremendamente egoísta; madres mayores y de todos los colores (la libertaria, la reprochona y la que se ha hundido en el duelo) y, sobre todo, una adolescente que... ¿se podría devolver...? La maternidad, la pareja, la enfermedad, el edadismo, el desempleo... No se perdonan ni un drama, pero Ana, Elena y Sofía encuentran siempre tiempo para avanzar, para reírse y hasta para montar una revolución.
Enclosed under a vast dome, Snowglobe is the last place on Earth that’s warm. Outside Snowglobe is a frozen wasteland, and every day, citizens face the icy world to get to their jobs at the power plant, where they produce the energy Snowglobe needs. Their only solace comes in the form of twenty-four-hour television programming streamed directly from the domed city.
The residents of Snowglobe have everything: fame, fortune, and above all, safety from the desolation outside their walls. In exchange, their lives are broadcast to the less fortunate outside, who watch eagerly, hoping for the chance to one day become actors themselves.
Chobahm lives for the time she spends watching the shows produced inside Snowglobe. Her favorite? Goh Around, starring Goh Haeri, Snowglobe’s biggest star—and, it turns out, the key to getting Chobahm her dream life.
Because Haeri is dead, and Chobahm has been chosen to take her place. Only, life inside Snowglobe is nothing like what you see on television. Reality is a lie, and truth seems to be forever out of reach.
Tommy y Helsey están a punto de descubrir que el amor de verdad no se puede controlar y que un beso puede hacerte volar hasta tocar las estrellas.
Helsey solo tiene dos reglas:
Nunca te relaciones con los chicos del equipo de fútbol. Nunca seas el centro de atención.
Porque Helsey tiene dos objetivos: Mantenerse en su zona de confort. Conseguir que su secreto siga siendo un secreto.
Solo hay una cosa con la que Helsey no ha contado: Tommy Taylor
Siendo concretos: Tommy Taylor y tener que fingir que son novios para que su familia no piense que es una negada total.
¿Qué podría salir mal?
¿Lo de fingir una relación? ¿Lo de hacerse amigos en el proceso? O, quizás, ¿lo de dejarse llevar? Sí, seguramente será eso último… Lo que Helsey no imagina es lo increíble que va a resultar, cuánto va a reír, cuánto va a soñar y, sobre todo, cuánto va a sentir.
Sheila Hernández nos regala un relato honesto que refleja los problemas de una generación, en el que el bullying, la depresión, el miedo, el amor, las despedidas y las relaciones familiares están presentes. Nos muestra cómo ella y sus circunstancias le han ayudado a alcanzar su sueño de ser periodista, y a seguir luchando cada día. Nada ni nadie la hizo más fuerte.
Soy joven, no gilipollas es un ejemplo de cómo la resiliencia ante las adversidades nos hace a todos capaces de conseguir nuestras metas.