Son tres las ideas que contiene Capital y resentimiento. Primero, que el Internet y las plataformas, que configuran el capitalismo actual (desde Amazon hasta Google), constituyen la última metamorfosis de un régimen financiero que fue instalado a partir de los años sesenta. Aquí, la información se ha vuelto una mercancía y una fuente de creación de valor. La segunda idea es que ha ocurrido una fusión entre el poder financiero y las nuevas tecnologías de la información. Las bolsas y el sistema de Internet trabajan en conjunto en más de un sentido. Esto ha dado por resultado una fragmentación y polarización de la opinión pública, que parece estar siempre tironeada por las falsas noticias y la necesidad de informarse. Esto ha traído consigo que el riesgo de pérdida de la democracia sea inmediato. La tercera idea, y la más inquietante de todas, afirma que para que este nuevo sistema funcione, las plataformas de Internet necesitan la activa presencia de todos nosotros en la web. Uno de los mayores combustibles de nuestras actuaciones y de todos los datos que producimos para el capital es, precisamente, el resentimiento. Es decir, el nuevo orden económico, consolidado sobre los mercados financieros y las plataformas de internet, transforma hasta la última fibra de nuestra subjetividad y sentimientos para producir valor y enriquecerse.
Este libro reúne 14 artículos y 2 conversaciones de Byung-Chul Han acerca de la expansión del capitalismo y sus consecuencias.
Lo que hoy llamamos «crecimiento» es en realidad la consecuencia de un aumento excesivo de carcinomas que destruyen el organismo social. Estos tumores metastatizan sin cesar y se multiplican con una vitalidad inexplicable y mortal. En cierto momento, este crecimiento ya no es productivo, sino destructivo.
El capitalismo ha sobrepasado hace mucho tiempo este punto crítico. Sus poderes destructivos producen catástrofes no solo ecológicas o sociales, sino también mentales. Los efectos devastadores del capitalismo sugieren la existencia de un instinto de muerte. Freud, inicialmente, introdujo la noción de «pulsión de muerte» con vacilación, pero luego admitió que «no podía pensar más allá» a medida que la idea se volvía cada vez más central en su pensamiento. Hoy es imposible refl exionar sobre el capitalismo sin considerar la pulsión de muerte.
¿Qué ha sucedido para que la racionalidad, la solidaridad, la inteligencia emocional, el sentimiento de comunidad o la aspiración al bien común se hayan esfumado durante las últimas décadas? Un cambio de un modelo de capitalismo industrial y productivo a otro especulativo, la aceleración informativa, el cansancio, el narcisismo, la comunicación digital que condiciona la subjetividad, el relativismo creciente y también la falta de tiempo y disponibilidad para atender las necesidades del niño en sus primeros años de vida ―con las con las perturbaciones resultantes en la formación de la personalidad― constituyen algunas de las causas. Jaime Reig Vidal analiza de forma crítica cómo la crianza moldea la personalidad del individuo, y de qué modo a este sujeto producido se van incorporando los valores que benefician al sistema económico y a la producción.