Juan Villoro relata en La figura del mundo algunos pasajes memoriosos en torno a su padre, el pensador mexicano-catalán, Luis Villoro. Sin el afán de escribir una biografía en estricto sentido, Juan evoca aquí la vida singular de quien fuera filósofo, luchador social, zapatista y autor de una obra fundamental. En este libro hace una aproximación a una figura a la vez íntima y pública, adentrándose en las complejidades de cualquier vida, narrando con maestría instantes que se desdoblan para entender el ubicuo presente. Recupera así la esencia de un padre quien estuvo presente en la vida familiar de un modo intangible, un padre que debe ser indagado por un hijo que intuye sus afectos y renueva, de este modo, el pasado.
Escrito con gran sensibilidad y agudeza, este libro condensa el asombro y la emotividad de un autor para el que la escritura se convirtió en «una permanente carta al padre».
La búsqueda de la verdad es el inicio de un movimiento de elevación, de distancia, de libertad, de paz. La filosofía, su práctica existencial, es justamente esa forma de la acción y del amor (del amor a todas las cosas por su sentido verdadero). La erudición, la lógica o los métodos son los apoyos ulteriores de este acontecimiento espiritual, el cual, como todos los acontecimientos, no tiene su origen simplemente en el hombre, pero exige de este una tensión máxima, un punto máximo de la inquietud de su corazón. Los ensayos que se contienen en este libro ilustran momentos de filosofía. Su finalidad es la de animar a sus lectores a penetrar con valentía en ciertos textos y ciertos autores de nuestra riquísima tradición espiritual, sin dejarse intimidar por obstáculos fingidos (terminología complicada, abstracción extraordinaria, necesidad de una erudición enorme para entender algo, etc.). Para ello se recurre a una exposición apoyada lo más posible en los clásicos preferidos del autor, entre los que se encuentran Platón, Rosenzweig, Lévinas o Michel Henry.
La filosofía en la época trágica de los griegos fue un proyecto de libro que quedó inacabado y en el que Nietzsche se propuso exponer los pensamientos de los filósofos antiguos en íntima conexión con sus vidas. Quiere trasladarnos al mundo concreto y vital en el que se insertaba la personalidad de estos filósofos y en el que surgió su pensamiento, para contraponer la fuerza ejemplar de sus personalidades como poder contrastante de inactualidad frente a los problemas del presente. De este modo, nos recuerda posibilidades nuevas de pensar y de vivir al hilo, sobre todo, de la relación entre arte y vida: el ser humano crea ideas, formas. ilusiones y apariencias con las que transfigura el mundo y hace soportable y aceptable la vida. Junto a este texto, se incluyen en el libro los Cinco prólogos a cinco libros no escritos, cuyos títulos son: Sobre el pathos de la verdad, Pensamientos sobre el futuro de nuestras instituciones educativas, El Estado griego, La relación de la filosofía schopenhaueriana con una cultura alemana, y El certamen de Homero.