Aurora Venturini irrumpió como un ciclón en la literatura argentina a los ochenta y cinco años al ganar un premio dedicado a descubrir nuevas voces. El jurado de aquel certamen no tenía noticias previas de ella, y fue tal el desconcierto inicial y el estruendo posterior que provocó, que la anécdota se sigue explicando con cada nuevo libro de Venturini que se publica. Pero ¿quién había sido antes?; ¿por qué no era conocida? Dueña de un estilo excepcional, alejada de los circuitos literarios de la época, Venturini llevó una vida reservada en su ciudad natal, La Plata, desde donde viajaba con frecuencia a Europa en busca de sus ancestros. En sus textos, fue dando forma a una carrera plagada de datos falsos, que contribuyeron a crear la insólita aura de misterio que siempre la acompañaba. Liliana Viola, albacea de su legado, se adentra en su obra —la publicada y la inédita— para rescatar a una genia singular, la genuina autora de Las primas. Esta no soy yo es la biografía de una narradora portentosa, que se lee con el mismo asombro que despierta cualquiera de sus deslumbrantes novelas.
En respuesta a las incesantes tragedias que asolan a la comunidad afroestadounidense, Jesmyn Ward buscó consuelo y consejo en La próxima vez el fuego, el libro que James Baldwin publicó en 1963, con motivo del centenario del final de la esclavitud y que se inicia con una carta dirigida a su sobrino en la que considera prematura la celebración. Consciente de que las palabras de Baldwin resuenan hoy con la misma veracidad que entonces, la editora de Esta vez el fuego invitó a diecisiete autoras y autores a reflexionar acerca de sus preocupaciones… Un libro que reuniera nuevas voces y que proporcionara a estos escritores un foro de disidencia en el que poder exigir responsabilidades, dar testimonio, contar…
Carl Schmitt se ha vuelto familiar en los medios de comunicación, que han convertido la ya famosa distinción "amigo/enemigo" en un lugar común de triviales análisis políticos. Así ensombrecida, su obra, sin embargo, no ha dejado de crecer en influencia, y es un instrumento cada vez más útil para comprender las variadas y contradictorias dimensiones de lo político. Contra esos lugares comunes que hacen de Schmitt o bien el ideólogo del nazismo, o bien la referencia intelectual de los abundantes populismos que, a izquierda y derecha, se refugian detrás de sus teorías o son condenados por supuestamente abrevar en ellas, Rosler construye una interpretación original de enorme consistencia. En forma de un comentario a "El concepto de lo político", obra cumbre de Schmitt, pero sin limitarse a ella, se muestra aquí de qué modo el autor alemán, como buen hobbesiano, reivindica la soberanía estatal frente a los intereses corporativos (comunistas, fascistas o capitalistas) sin dejar de expresar su admiración por "los grandes liberales clásicos".