¿Qué hubiera pasado si Hitler hubiera encarado su guerra sin el objetivo de exterminar la población judía europea?
Hitler decide atacar la Unión Soviética, Japón decide aprovechar la «Oportunidad Dorada», Mussolini decide quedarse con su parte del botín, Roosevelt decide ayudar a Gran Bretaña, Stalin decide confiar en Hitler, Roosevelt decide entrar en guerra sin una declaración formal, Japón decide entrar en guerra, Hitler decide declarar la guerra a EEUU. Kershaw analiza los motivos, las diferentes personalidades enfrentadas y las consecuencias de todas las decisiones para la vida de millones de seres humanos. Asimismo, analiza las fuerzas que llevaron a los líderes a actuar, pero también la importancia de las personalidades particulares. Churchill, luchando por la catástrofe de Francia; Hitler ordenando la invasión de la URSS, a pesar del fracaso de Alemania para vencer a Gran Bretaña; Stalin confiando en Hitler y dejando a su país abierto a la Operación Barbarosa; Roosevelt aceptando la idea revolucionaria de que el lend-lease podría mantener a Gran Bretaña en la guerra; el alto comando japonés eligiendo atacar los EE.UU. incluso sabiendo que era un error. Esta obra mira en el terrible corazón de la edad moderna e intenta entender las decisiones que cambiaron o acabaron con la vida de millones de personas.
Durante varios años se ha venido generando la mutación en el tránsito de la prueba de 'posiciones juradas' hacia la 'declaración de parte' (sin juramento), aun cuando en algunas legislaciones se mantiene aquella prueba y en otras la pervivencia de ambos sistemas en paralelo probatorio; mientras que en otros la sustitución de las posiciones por el interrogatorio de parte sin juramento es total. Y esta metamorfosis, especialmente legislativa por influencia de la doctrina, encuentra sentido en la posible diferencia esencial entre uno y otro medio de prueba. Por eso, ¿cuál es la diferencia esencial que existe entre las posiciones y la declaración de parte, de modo que uno de estos medios de prueba prevalezca como el mejor frente al otro? Y, desde luego, ¿qué beneficios obtiene la parte, con la admisión de los hechos por la adversaria mediante la declaración o el interrogatorio informal, pues el jurisdicente está obligado a apreciar tal admisión fáctica no como confesión sino como una presunción de certeza?.