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DE QUE TE RIES

Quien pregunta «¿de qué te ríes?» no suele esperar una respuesta: quiere que alguien deje de reír. La risa es lenguaje y, como las palabras, puede ser cortés, falsa, amigable, mordaz, insultante y discriminadora. Aunque la educación intente disciplinarla e indicar los modos correctos de su emisión, lo hilarante es indomable porque habla el lenguaje del cuerpo y se desencadena más allá del bien y el mal. El «buen humorista» es más gracioso que el «humorista bueno». Hoy, las pantallas siembran entretenimiento y cosechan carcajadas. Estas risas masivas, electrónicamente difundidas, son melodías para cualquier ideología: ríen los fascistas y ríen los buenistas. La libertad de expresión es colonizada por lo provocativo y lo abyecto. El pensamiento se hace caricatura y se mercantilizan las bromas. Daniel Gamper sostiene que los tiempos están maduros para nuevos aguafiestas que pongan palos en las ruedas de la risa. Tras leer este libro no volverás a reír sin antes detenerte a pensar dónde, cómo, cuándo, con quién y por qué lo haces.
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DE SANGRE Y DE SOL

De sangre y de sol es un tejido de historias intrincadas, que se cruzan y alejan en un laberinto indescifrable, donde Sergio González Rodríguez es el único guardián del secreto que les da sentido. Objeto enigmático, cuya luz emana de un saber ancestral..., saber en forma de símbolos..., imágenes que se clavan como dagas en nuestro pensamiento. Éste es el poder narrativo de Sergio González Rodríguez: conducirnos a horizontes que van más allá de la limitada visión que una cierta modernidad ha intentado imponer en el imaginario occidental. De sangre y de sol, en cambio, es un puente, precisamente un símbolo que comunica el pensamiento tradicional con el actual. Es memoria de una luz primigenia que se expande hasta nuestros días de múltiples formas; símbolos que visten ropajes modernos para poder pervivir a través de la violencia de los tiempos. Sangre, líquido fatal que mantiene el orden; sol, energía perenne de vida. En pocas palabras, De sangre y de solpropone el rescate de una perspectiva que llama a la comprensión a través de símbolos originarios y universales: sangre, sol, cruz, círculo, estrella, oro, pentagrama, corazón, pirámide, serpiente, puerta, infinito...". Pero también propone el rescate de ciertos escritores, filósofos y artistas que jamás dejaron de estar en contacto con el saber primordial, a la vez que dibujaron los rasgos más peculiares del rostro de la modernidad: D.H. Lawrence, Ernst Jünger, Gurdjieff, Dr. Atl, Wilfrid Ewart, Arnold Krumm Heller, Aleister Crowley... Sin embargo, lo más asombroso de este libro es su carácter proteico. Si quisiéramos encajarlo en alguna categoría, estaríamos cometiendo un grave error. Lo que Sergio González Rodríguez nos ofrece es inclasificable: es una reflexión sobre el saber y el conocimiento ancestral en nuestros días; es la historia de ciertos episodios de un México bajo la sombra de algunas de las figuras más repudiadas de la Historia contemporánea; es un despliegue de erudición que ilumina muchos resquicios del pensamiento actual inadvertidos hasta el momento; pero sobre todo es un libro que provoca un enorme placer al leerlo.
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DE VERA VITA

En ocasiones, nos asalta la sospecha de que la vida podría ser algo muy distinto a la vida que vivimos. Que tal vez esta no sea más que una apariencia de vida, que quizá se haya vaciado de su esencia sin que nos hayamos dado cuenta y sea solo su simulacro o su parodia; porque nuestras vidas se estancan, se resignan, quedan sepultadas bajo el cúmulo de los días, se alienan y se cosifican bajo la influencia forzosa del mercado y la tecnificación. Que tal vez estemos dejando pasar, sin siquiera darnos cuenta, la verdadera vida. Pero ¿qué es la vera vita? De Platón a Rimbaud, de Proust a Adorno, esta pregunta se ha mantenido vigente a través de los tiempos. No es la vida bella, o la buena vida, o la vida dichosa, tal y como la ha ensalzado la tradición occidental. No se encuentra, de ninguna manera, en el mercadeo de la felicidad y el desarrollo personal que tanto negocio hacen hoy en día. La vida auténtica no proyecta ningún contenido ideal, ni cae tampoco en la autocelebración propia del vitalismo. Es, por el contrario, el rechazo obstinado a la vida perdida, el no rotundo a la seudovida. La verdadera vida es tratar de resistir a la no-vida, del mismo modo que pensar es resistir al no-pensamiento.
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