Esta traducción, más moderna y extraordinariamente cuidada, preserva la enigmática calidad del original y permite descubrir los innumerables matices que guardan sus páginas. Una obra ya clásica e imprescindible para comprender las raíces de un conflicto y lograr su solución, que hoy se ha convertido en un libro de texto tanto en el mundo de la política como en el de la empresa.
La excelencia suprema consiste en quebrar la resistencia del enemigo sin luchar (III-2). EL ARTE DE LA GUERRA es el tratado sobre estrategias más famoso del mundo, que se ha convertido en un libro de culto en el ámbito de la empresa. Varias películas ambientadas en Wall Street han contribuido a popularizar este pequeño libro, que nos propone unos principios válidos tanto en el mundo de la estrategia militar como en el de los negocios o la política. A pesar de su antigüedad, se trata de un libro extremadamente moderno, que ayudará a reflexionar sobre cualquier tipo de problema y a plantear las estrategias necesarias para solucionarlo sin conflictos. Los biógrafos de SUN-TZU lo describen principalmente
como el autor de El arte de la guerra, un influyente libro chino sobre estrategia militar cuya enseñanza trasciende las tácticas para poderse trasladar a otros campos de la vida personal y profesional, de los primeros realistas en ciencias políticas. La forma y contenido de este libro indican que posiblemente fuese escrito entre 400 a. C. y 320 a. C.
«¡No se dicen mentiras!». ¿Cuántas veces nos dijeron esto nuestros padres? ¿Cuántos de nosotros no hemos dicho alguna mentira a familiares y amigos, u ocultado algún secreto a nuestra pareja? En suma, la sinceridad absoluta es una ilusió. Mentimos continuamente, y sobre todo nos mentimos a nosotros mismos, convenciéndonos de que la realidad no es como es, sino como quisiéramos que fuese. En este libro, Giorgio Nardone propone una actitud realista y pragmática, según la cual una mentira no debe evaluarse de forma absoluta, sino siempre a la luz de las circunstancias, las intenciones, los objetivos y los resultados. Cada uno de nosotros debería aprender el «arte de la mentira» y explorar estratagemas para emplearla de una manera sana y responsable: en primer lugar, para no ser víctimas inconscientes de ella y, en segundo lugar, para mejorar nuestra vida y la de los demás. Entonces sí podremos admitir serenamente, y en el sentido más auténtico de la expresión, que hemos dicho una mentira bien intencionada.