La antigua Roma y su civilización han ejercido a lo largo de los siglos una importante influencia en la conformación de la cultura europea y occidental—desde instituciones y regímenes políticos hasta manifestaciones artísticas y distintas formas de entretenimiento—y hoy sigue teniendo un peso decisivo tanto en los ámbitos eruditos y canónicos como en los más populares. Así, si los estudios de Tradición Clásica se han desarrollado en torno a obras y autores vinculados a la“alta cultura”y a su influjo posterior como“modelos venerables”, solo más recientemente una nueva disciplina, la Recepción Clásica, se ha ocupado de las diversas reinterpretaciones y apropiaciones del acervo clásico, reflejo de los intereses e inquietudes cambiantes de las sociedades, y por ello a menudo con finalidades muy distintas a las que tuvieron en el momento de su creación.
La Oficina Federal de Investigación estadounidense se fundó hace un siglo y en pocos años se convirtió en un servicio de inteligencia a disposición de las necesidades políticas de los presidentes republicanos y demócratas y de sus gobiernos. Durante cerca de cincuenta años, bajo la dirección de J. Edgar Hoover, la agencia actuó con total impunidad y cometió tremendos abusos de poder en nombre de la libertad, la democracia y la justicia. Arrestos y detenciones ilegales, escuchas, robos, espionaje, todo estaba permitido para luchar contra los enemigos del Estado. Basándose en setenta mil documentos recientemente desclasificados, cientos de entrevistas y materiales no disponibles hasta el momento, el autor desvela datos sorprendentes, desacredita viejos mitos sobre el FBI y cuestiona las técnicas de vigilancia que violan las libertades individuales en pro de la seguridad nacional.
Las disputas, en muchos casos sangrientas, entre las diversas sectas cristianas surgidas a raíz de la Reforma, provocaron ya desde fecha temprana una fuerte inquietud en el pensamiento europeo. John Lccke (1632-1704), destacado representante del empirismo filosófico, tampoco pudo sustraerse a la preocupación por este problema. En el Ensayo sobre la tolerancia (1666) y, más tarde, en la Epistola de tolerantia (1685) propugnó la separación entre la Iglesia y el Estado y la aceptación de todo tipo de opinión religiosa que no atentara contra los principios tundarnentales de la sociedad constituida, dos principios que continúan teniendo plena vigencia en el pensamiento político moderno.
Introducción y traducción de Carlos Mellizo